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“Yo he tenido algunos meses un individuo en mi cuarto, suelto, comía con preferencia la carne y también el maíz, pero no buscaba los granos a medio moler o quebrantados, sino que tomaba uno o dos enteros y los llevaba sobre uno de los palos de la silla. Allí arrimaba a un lado el uno, cuando llevaba dos, y tomando el otro con ambos pies lo apretaba bien contra dicho palo, acomodándolo de modo que cayese hacia arriba el germen. En este estado le daba dos o tres golpes violentos con el pico, como pudiera con pico mazo, y lo habría indefectiblemente en dos mitades; comía la una, y luego la otra, pero jamás comía entero un grano. La carne la llevaba al mismo paraje, sin golpear la despedazaba tironeando, asegurándola siempre con los pies contra el palo. Comía también, a la manera que el maíz, el carbón. Su andar era a saltos, que por lo regular no eran rectos, sino con alguna oblicuidad. Trepaba por las sillas, y dormía en el respaldo de alguna”.
Azara refirió en sus Apuntamientos que en el Paraguay dan a esta ave por excelencia el nombre de Acahé porque “es la más común y conocida, y la que más se acerca a las casas”; previamente había aclarado que los españoles llamaban Urracas a las tres especies que él conocía, a las que los guaraníes agrupaban con la denominación genérica de Acahé. Bertoni lo catalogó como Aka’ê.
Nuestro naturalista consignó además en el manuscrito que:
“Esta ave, a quien tienen aquí por especie de Urraca y atribuyen la costumbre de ocultar las alhajuelas, es comunísima en esta Provincia”.
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Nomenclatura
Sonnini destacó que, de la comparación tan precisa que hizo Azara entre su Acahé y el Geai du Pérou (Cyanocorax yncas) descrito por Buffon y representado en la estampa iluminada número 625 de Martinet, se puede concluir que si bien existen muchas semejanzas entre ellos no son suficientes para poder considerarlas de la misma especie, con lo que dicho Acahé es una especie nueva.
En efecto, el Acahé de Azara fue identificada por Vieillot en 1818 con la denominación de Pie Acahé o Pica chrysops [actualmente Cyanocorax chrysops] en el Nouveau dictionnaire d’historia naturelle (26, p. 124).
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a la palabra griega chrysops /aspecto dorado, en atención a la siguiente referencia de Azara:
“Iris dorado bellísimo”.
Costumbres y nido
Sobre las costumbres y nido del Aka’ê para comentó Azara:
“va en bandadas de familia por los árboles de las chacras, y no parece tan arisco o esquivo como el anterior. Me aseguran que hace su nido descubierto en los árboles, con palitos, y que solo cría dos hijos en noviembre. (…) Canta de varios modos, ninguno es desagradable, ni grato, y todo son fuertes. Cada vez que canta echa el cuerpo hacia adelante y eleva mucho la cola, que después baja despacio. Jamás noté que escondiese cosa alguna [esto porque en el Paraguay le “atribuyen la costumbre de ocultar las alhajuelas”]. La suelen criar en las casas porque es ave bonita y nada delicada. No se para en lo alto de los árboles, sino hacia la medianía o espesura de las ramas. Su volar es horizontal, seguido, y no violento, es ave muy dañina, come el maíz, el trigo, y otras semillas, atisban las gallinas cuando van a poner y comen sus huevos; el cebo es lo que más prefiere”.
En sus Apuntamientos, además, anotó:
“Canta de varios modos, siempre fuerte, triste, y no desagradable ni gratamente, echando cada vez el cuerpo adelante y elevando la popa para bajarla despacio. En una casa tenían dos cogidos adultos, y en tiempo de amor se rascaban, besaban y cubrían; pero no se logró el fruto, porque no habiendo árboles, dejó la hembra caer sus huevos en el corral. En un cuarto muy interior de la misma casa había maíz, y el macho, que era más antiguo y práctico, entraba diariamente a horas fijas, y después de comer tomaba dos o tres granos en el pico, y los sacaba para regalar a su compañera. El fondo de sus huevos es casi blanco, con algo azulejo en el cabo grueso, y todos, manchados de pardo”.