Decenas de huellas fosilizadas halladas a principios de julio en lechos de ríos secos en el estado de Utah revelan más detalles sobre cómo vivían los habitantes de esa zona del continente americano hace más de 12.000 años, justo cuando el planeta comenzaba a descongelarse.
Los fósiles fueron vistos por casualidad por los investigadores Daron Duke y Thomas Urban, mientras iban en automóvil hacia la Base de la Fuerza Aérea Hill en el Desierto del Gran Lago Salado, cuando hablaban precisamente sobre huellas.
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“Nos preguntábamos: ‘¿Cómo serían?’”, explica Duke a la AFP. “Y él dijo: ‘Como lo que se ve por la ventana’”.
Los dos científicos terminaron desenterrando 88 huellas pertenecientes a adultos y niños.
Manchas y bultos como huellas
“Su apariencia varía, desde simples manchas descoloridas en el suelo hasta pequeños bultos de tierra que aparecen alrededor y encima de ellos. Pero parecen huellas”, afirma Duke.
Fueron necesarios varios días de minuciosas excavaciones para asegurarse de que lo que observaban era tan antiguo como pensaban.
“Parece que la gente descalza caminaba en aguas poco profundas donde había una base fangosa”, apunta Duke. “En cuanto quitaron el pie, la arena se asentó y conservó (la huella) perfectamente”.
“Alucinado”
Duke, del Grupo de Investigación Antropológica del Lejano Oeste, con sede en Nevada, había estado en la región buscando evidencia de fogatas prehistóricas de los Shoshone, un pueblo indígena cuyos descendientes aún viven en el oeste de Estados Unidos.
Para ello, recurrió a Urban, arqueólogo de la Universidad de Cornell en Nueva York, por su experiencia en hallar evidencia de asentamientos antiguos, incluido el descubrimiento de huellas humanas en el Parque Nacional White Sands de Nuevo México, estimadas en hasta 23.000 años de antigüedad.
Los nuevos fósiles se suman a una cantidad de otros hallazgos en la zona, como herramientas de piedra, pruebas del consumo de tabaco, huesos de aves y restos de fogatas, que están comenzando a proporcionar un registro más completo de los Shoshone y su presencia continua en la región desde hace 13.000 años.
“Estos son los pueblos indígenas residentes de América del Norte, aquí es donde vivían y aquí es donde todavía viven hoy”, dice Urban, que considera el descubrimiento de estas huellas como un punto culminante de su carrera.
Los dedos de los pies
“Cuando me di cuenta de que estaba desenterrando una huella humana, de que podía ver los dedos de los pies, de que estaba en perfectas condiciones, me quedé alucinado”, recuerda.
Y compartir este descubrimiento con los descendientes lejanos de las personas que dejaron sus huellas fue extremadamente gratificante, dice.
“La conexión entre algo tan remoto y tan humano, creo que eventualmente nos afecta a todos de alguna manera”, concluye.