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Félix de Azara indicó en el manuscrito sobre el nombre de esta ave:
“nadie me sabe decir cosa alguna de él, ni aún su nombre, por cuyo motivo me he visto precisado a bautizarle Perlero, por las manchas como perlas que adornan su plumaje”; y, en sus Apuntamientos:
“Dejemos de mirar las cumbres de los árboles grandes y frondosos, que prefiere la familia anterior [sus caracterizados -compuesta también por varias especies de tiránidos-], para fijar la vista en los matorrales más intrincados y espesos, donde no penetran los rayos del sol, ni la lluvia en derechura; y encontraremos en estos escondrijos una porción de pajaritos conocidos de los guaraníes con el nombre de batarás, aunque especialmente llaman así a la segunda especie [el listado], no sé si por estar vestida a listones blancos y negros, o porque hallan alguna semejanza entre el nombre y su canto”.
Bertoni (Vocabulario) y Gatti (Enciclopedia) mencionaron que esta ave es conocida con el nombre de Mbatará (genérico de varios de la familia) o de Tshé-oro-pará o Cheoro-pará, respectivamente.
Azara, al tiempo de redactar el manuscrito, conoció al individuo -macho- que describió -y que había comprado-, y al que vio entre unos matorrales; luego adquirió una hembra y advirtió, en sus Apuntamientos, que esta especie:
“Abunda más que el precedente [el Taraba major], de quien tiene las costumbres y canto”.
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Nomenclatura
Sonnini dijo que Azara reprendió con justa razón a Buffon porque consideró al Pie-grièche rayée de Cayenne (Thamnophilus doliatus) como una variedad del Pie-grièche grise de France (Lanius excubitor), cosa que nuestro naturalista no hizo; error que él rectificó en su edición de las Obras de Buffon. Además que Azara, por su parte, se equivocó al confundir a su Batará listado con dicho Pie-grièche rayée de Cayenne, pues esas aves difieren en sus formas y colores.
El mencionado Pie-grièche rayée de Cayenne (Thamnophilus doliatus) está retratado en la estampa iluminada número 297 (figura 2) de Martinet; y, el Batará listado de Azara es una subespecie del mismo, a la que Vieillot identificó con el nombre de Batara rayé du Paraguay o Thamnophilus radiatus (Thamnophilus doliatus radiatus; 1816, Nouv. Dict, Hist. Nat., 3, p. 315).
El epíteto que identifica a dicha subespecie corresponde a la palabra latina radiatus/adornado con rayas y se ajusta a la descripción de Azara, según la cual las plumas de esta ave del cuello a la cola, así como las de sus cobijas, “son a listones al través blancos y negros”.
Costumbres
Nuestro naturalista mencionó sobre las costumbres de esta ave que:
“Su andar es a saltillos que da con indiferencia hacia adelante, atrás, y los costados. También suele de un salto dar una vuelta entera, cayendo en el mismo pasaje. Cuando le toman chilla con vehemencia y pica con rabia, insufriblemente. Muelle la cola en todos sentidos frecuentemente, y de ordinario la tiene bastante abierta, y algo elevadas sobre el horizonte. Vi esta ave una sola vez entre unos matorrales, corriendo la medianía de ellos. (…) Supongo que vivirá de gusanillos”.
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Nido
Azara consignó lo que sigue sobre el nido de su Perlero:
“Ahora me añade uno que solo sabe que una vez le halló el nido en palitos con dos hijos en un matorral”; y, en sus Apuntamientos, anotó:
“Sitúa el nido en ramillas bajas y horizontales de los matorrales espesos, componiéndolo por fuera de hilos y filásticas bien atadas a dos varillas, que forman horqueta en el extremo de una ramita delgada. El revoque interior es de crines y pajitas tan delgadas como cerdas; y el todo no tiene más materiales que los precisos. Su anchura y profundidad son de dos un medio de pulgadas, y la longitud de cuatro; porque es prolongado, a causa de que le comprimen por los costados las varillas que le sostienen. Los sexos covan alternando dos huevos blancos jaspeados, o más bien rayados, con morado rojizo, más agudos en un extremo; el uno más largo que el otro, y sus ejes de once tres cuartos y ocho; y diez un medio y ocho líneas”.
Caracteres
Los caracteres del Batará listado, referidos en los Apuntamientos, no difieren de los del Perlero, del manuscrito, por lo que no me ocupo de ellos.