De la primera de tales denominaciones nos dice Félix de Azara en su manuscrito:
“Este nombre parece que se da en esta provincia a todo lo que es Lechuza, y especie de Mochuelo, y dicen que Urucurea vale lo mismo que en castellano Lechuza. Lo cierto es, que no es esta ave la que se llama Lechuza en España”.
En sus Apuntamientos, sobre el nombre de esta especie, agregó nuestro naturalista cuanto sigue:
“los guaraníes llamaban urucureá, y los españoles mochuelo a este pájaro y al precedente [Athene cunicularia], y que como no son mochuelos de los de España, di al anterior el nombre guaraní. Al presente aplico el de chóliba, porque así llamaban en mi país siendo yo muchacho a un pájaro de la familia, que según quiero acordarme era muy cercano a este”.
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Bertoni (Vocabulario) y Gatti (Enciclopedia) mencionaron que esta ave es conocida con el nombre de Urukure’á o Urucure’á, respectivamente; agregando el primero el de Urukure’á kaá-gwíh, y el segundo los de Urucure’á ca’agüi y Cavuré guasú, aunque actualmente recibe el nombre de Kavure.
El Kavure fue el primero de la familia que Azara vio. Fue en Curuguaty, en los primeros días de julio de 1786 y posteriormente, según consta en sus Apuntamientos, entre las ramas de un árbol muy frondoso, encontró oculta una pareja a la que mató de un tiro y, hacia el mes de octubre -no precisó de qué año-, compró una hembra cogida en el agujero de un tronco, a la que tuvo en su cuarto. Además, señaló que había visto “bastantes en el Paraguay, y ninguno al sur de los 30 grados, quizá porque escasean mucho los bosques”.
Nomenclatura
Sonnini consideró que, pese a las diferencias que Azara puntualizó entre el Scops o Petit Duc de Buffon (Otus scops) y su Chóliba, estas aves eran de la misma especie, aunque por la diferencia de climas se presentaba ligeramente modificada en uno y otro continente, pues se trata de una especie viajera. Advirtió, también, que compartía el parecer de nuestro naturalista de tener al Talchicuatli de Nieremberg como de la misma especie que la Chóliba.
Azara, luego de analizar la descripción del mencionado Scops de Buffon, así como la estampa iluminada número 436 de Martinet que lo representa con el nombre de Petit Duc, concluyó:
“Finalmente expuestas las identidades y diferencias, me vencen estas, y les creo de diferente especie [a la Scops y a la Chóliba]. / Mi autor se persuade que el scops hace viajes dilatándose hasta América, y cree variedad suya el talchicuatli de Nueva España de Nieremberg. Pero debió reflexionar que pasando el scops el verano en Francia, necesariamente viajará para el sur, pues le incomoda el frío: por consiguiente, que no podía venir a América por el norte. / Por lo que hace al pájaro de Nieremberg, no se puede dudar que es mi chóliba”.
No se equivocó nuestro naturalista; Vieillot identificó su Chóliba con el nombre de Hibou choliba o Strix choliba (Otus choliba; 1817, Nouv. Dict. Hist. Nat., 7, p. 39).
El epíteto que identifica a dicha especie corresponde al nombre que le asignó Azara.
Costumbres
Sobre esta ave nocturna señaló Azara que, le dijeron, se deja fácilmente manosear, y que se domestica mucho; así como:
“que la criaban porque comía, y cogía, los ratoncillos. Lo que yo aseguro es que teniendo yo un Gorrioncillo en la mano de modo que solo de él se veía la cabeza este Urucurea, que al parecer estaba dormido en el extremo opuesto de la mesa, de repente se arrojó sobre dicho Gorrión, lo agarró por la cabeza con pico y uñas, sin que hubiese medio de hacerle largar, y aunque mi acción natural deliberada ocasionada de esta sorpresa hubiese libertado al pobre pajarillo de las uñas de su contrario. Esto sucedió a las diez de la mañana de donde se colige que también de día que come pajarillos y que medita bien sus asaltos. Lo mantienen con carne”.
En sus Apuntamientos agregó:
“Pasa los días en el bosque o en árboles muy frondosos, ocultándose entre las ramas, donde lo he encontrado pegado a su consorte (…). De noche llega a las casas campestres, se posa sobre ellas, y deja acercar tanto, que le he visto matar a pedradas y tirándole un palo. Su canto, que suele repetir, no es grave, agudo, ni agrio, y dice Turururú tú tú. Compré una en octubre pillada en el agujero de un tronco, donde tenía un huevo sin colchón (…). Cuando me la trajeron la até por el tarso sin oposición, y se mantuvo inmóvil todo el día; pero al anochecer se desató, y la volví a atar con el mismo cordel. Volvió a soltarse, y lo mismo dos veces más en pocos minutos, a pesar de cinco o seis nudos apretados. Por último la dejé libre, y se comió una cotorra, y a otras avecillas que pudo pillar en el cuarto. Es entre los de la familia el que más se domestica, y le suelen criar en las casas, porque, sobre ser muy mansejón, persigue a los ratoncitos, cucarachas, grillos, etcétera; y come pan, carne, y de todo; y aunque nada le den vive de sus agencias sin escaparse. (…) Hace menos gestos que otros, y solo muy hostigada castañetea con el pico”.
Nido
Se lee en el manuscrito que le habían manifestado a Azara que esta especie criaba dos hijos en los agujeros de los árboles huecos, y en los que los Tatús forman en tierra, o en los tacurús.
En sus Apuntamientos, anotó:
“Compré una en octubre pillada en el agujero de un tronco, donde tenía un huevo sin colchón; y al tercero día puso otro en mi cuarto, blanco, esferoide perfecto, cuyos ejes eran quince un tercio y trece un tercio líneas. No puso más, aunque dicen cría tres pollos”.
