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Félix de Azara dijo sobre el nombre que asignó a esta ave:
“me dijeron [los Payaguá que] se llamaba Ñahu. Otro sujeto del país me aseguró que los españoles le llaman Guirahu. Guira es pájaro, y hu es negro. El mismo me aseguró que los indios guaranís lo llaman Chopi, y este es el nombre que yo le conservo”.
En sus Apuntamientos mencionó que:
“Los españoles le llaman tordo, y los guaraníes chopí por su canto”.
Bertoni (Vocabulario) y Gatti (Enciclopedia) registraron para esta especie el mismo nombre, que los guaraníes tomaron de su canto; es decir Tshôpî y Chopí o Güîraù-chopì, respectivamente.
Nuestro naturalista, cuando redactó el manuscrito, solo tuvo al individuo que compró a los Payaguá, al que mantuvo por unos días en su cuarto, y no pudo obtener noticias sobre sus costumbres. Posteriormente tuvo ocasión de observarlos y, además, el padre Noseda le proporcionó información sobre aquellas. En sus Apuntamientos dejó constancia que el Chopí era “de los más comunes en el Paraguay, y hasta Buenos Aires”.
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Nomenclatura
Sonnini coincidió con Azara en que Noseda se equivocó al considerar como de una misma especie al Tordo común (Molothrus bonariensis) y al Chopí, aunque aclaró que existía una gran confusión sobre los tordos americanos, siendo pocas las observaciones acerca de esta embrollada familia.
También, llegó a la conclusión de que, con el nombre de Tordo negro, los naturalistas habían confundido a dos especies distintas que Latham se ocupó de separar en el Oriolus niger (Quiscalus niger) y en el Oriolus orizyvorus (Molothrus oryzivorus); y, que el Chopí sería de la primera especie, en tanto que el Tordo grande (Molothrus oryzivorus) pertenecería a la segunda. Aclaró que este parecer lo aventuraba como una conjetura, la que no dudaba que sea confirmada con el tiempo y nuevas observaciones.
Azara llegó a la misma conclusión, veamos lo que consignó en sus Apuntamientos:
“Lo que no tiene duda es que el chopí es el trupial negro de Buffon [Quiscalus niger]; pues aunque da nueve líneas más a la longitud, y quince a la cola, creo que estas diferencias vienen de que mediría algún despojo, o de que se equivocó. El darle el dedo medio mayor que el tarso será porque incluiría la uña. Por lo demás admiro que los naturalistas le hayan llamado corneja y grajo sin más motivo que ser negro. Dicen que es muy común en la Jamaica y Santo Domingo, y sin embargo ignoran que cría en los templos y aún en las casas. La estampa 534 enmienda a Buffon en la cola”.
La referida estampa iluminada número 534 de Martinet ilustra al Quiscalus niger con el nombre de Troupiale noir de St. Domingue.
No obstante el Chopí de Azara no es dicho Quiscalus niger sino una especie nueva para la ciencia, la que Vieillot identificó con el nombre de Troupiale chopi o Agelaius chopi (Gnorimopsar chopi; 1819, Nouv. Dict. Hist. Nat., 34, p. 537).
El epíteto que identifica a esta especie corresponde al nombre que le atribuyó Azara.
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Costumbres
Azara solo anotó en el manuscrito las costumbres del Chopí en cautividad, porque fue el único ejemplar que conoció, y porque nadie supo darle información sobre ellas. Nuestro naturalista apuntó:
“solo puedo decir que en mi cuarto, donde anduvo suelto tres días, comía maíz pisado y hierbas, que trepaba por todo, que andaba sobre una cuerda tendida al aire, que por el suelo lo mismo, a pasos. Parece vigoroso y ligero, y de mucha viveza. Bebía como las gallinas, y no tenía a otros pájaros mayores, ni a un Aperea con quién a veces disputaba el lugar, y comía huyendo aquel. / No he adquirido de él más noticias, sino que anda en bandas por los campos, paciendo entre los ganados, y que sube a los árboles, silba con frecuencia”.
En sus Apuntamientos indicó sobre las costumbres del Chopí cuanto sigue:
“Su postura es derecha y majestuosa, y su carácter no muy arisco; pero sagaz y tan cauteloso, que aunque se introduce en los corrales, patios y corredores, evita todas las trampas en que rara vez cae. Vuela con violencia y pausa, según quiere: embiste con intrepidez a cualquier pájaro, le persigue con obstinación; y volando se posa sobre sus lomos y le pica. Si el chimango o caracará atacados se posan para libertarse, se sitúa el chopí distante tres varas, y hace algunos movimientos como distraídos para dar a entender que está de paz; pero si el caracará los crea o se descuida mirando a otra parte, se ve insultado de improviso. Ya se supone que estos ataques se pueden llamar impertinencias, pero con ellas aparta y lleva lejos lo que le incomoda. Desde mucha distancia conoce por la figura, y aún por la sombra a sus enemigos, y con un silbido advierte el peligro a toda casta de pájaros, que al oírle se escapan y esconden, mientras el valiente chopí no huye ni teme, y se prepara al combate para cantar luego la victoria, empezando por pronunciar su nombre, y siguiendo con gusto y variedad silbando. También canta en jaula, y en la libertad para divertir a su amada cuando cova. Es de los primeros que rompen el silencio de la aurora, y acompaña el estruendo de las campanas u otro cualquier ruido desde las veletas y tejados, que frecuenta mucho, y desde allí sale a los campos y a las quintas”.
Nido
Sobre el nido de esta especie señaló nuestro naturalista en sus Apuntamientos:
“Verifica sus bodas por noviembre sin repetirlas; y por lo demás oigamos al amigo Noseda, que ha observado particularmente este pájaro, y me ha comunicado varias relaciones, cuya substancia es esta. «Coloca su nido en agujeros de zanja, pared, peña, tronco, o debajo de las tejas; y en defecto lo hace en las ramas espesas, delgadas y altas de los naranjos u otro árbol frondoso. En todo caso le fabrica con algunos palitos y pajitas, poniendo por colchón algunas plumitas, hilos y cosas semejantes, mal aliñados y en corta cantidad. Pone 4 huevos blancos; y si alguna vez son cinco, queda huero el uno. Los pollos nacen ciegos, pelados, con una magnitud progresiva, y me parece que los dos mayores serán machos. Los padres; que acordes fabrican el nido, llevan la comida alternando y con frecuencia a la prole; y aunque ellos comen maíz quebrado, y lo arrancan al nacer en las quintas, como también pan, carne, insectos que saben pillar al vuelo, y de todo menos frutas: no dan a los hijos sino insectos y langostas; de las cuales acomodan en el pico hasta 6 u 8, que distribuyen con igualdad. Yo puse en jaula a los ocho días de nacidos cuatro pollos hermanos en paraje donde oyéndolos los padres acudieron a darles de comer, y los pillé en trampa. Los metí en la jaula, y continuaron alimentando a sus hijos con las langostas que yo les proporcionaba. A los 27 días de nacidos ya volaban; y en este estado siguen en el campo a los padres que los atienden pocos días, sin que tengan más voz que la de pedir»”.
Caracteres
Los caracteres del Chopí que se determinan en los Apuntamientos y en el manuscrito no difieren en gran cosa, por lo que no vale la pena ocuparse de ellos.