La misión, que fue lanzada en agosto de 2011 y llegó a Júpiter en julio de 2016, lleva una cámara, la Junocam, metida "con calzador" en el último momento por la NASA con un objetivo divulgativo, el de difundir "postales" del planeta gigante sin un afán científico, ha explicado en conferencia de prensa el responsable de Investigación del Planetario de Pamplona, Iñaki Ordóñez.
Se trata de imágenes de luz visible de una alta resolución, de unos tres kilómetros de superficie planetaria por pixel, que el Planetario de Pamplona y el Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco procesan de manera sistemática para calcular la latitud y longitud de cada estructura observada.
Ordóñez ha destacado que Júpiter es un planeta muy ovalado, achatado por los polos debido a su composición y su alta velocidad de rotación (un día dura menos de diez horas), lo que hace que sea muy importante conocer la "forma" real de las estructuras y posicionarlas con exactitud en el "mapa" de este gigante gaseoso.
La sonda completa una órbita cada 1,5 o 2 meses y cada 4 meses la NASA hace públicas las imágenes captadas en dos órbitas. El Planetario de Pamplona ha procesado ya las imágenes (unas 2.000) correspondientes a 35 órbitas.
Los resultados de la investigación han dado lugar ya a tres artículos científicos, entre ellos uno sobre el "Clyde Spot", una tormenta llamada así por su descubridor, el astrónomo aficionado Clyde Foster, que la descubrió en Sudáfrica en el año 2000.
Otro de los artículos analiza la llamada "Gran mancha roja" de Júpiter, una tormenta de la que se tiene constancia desde hace 400 años, que tiene un tamaño que duplica el de la Tierra.
En los "mentideros científicos", ha señalado Ordóñez, se decía que la mancha se estaba reduciendo y que podría llegar a desaparecer, pero en el artículo se concluye que se trata solo de una variación de tamaño superficial y que en sus capas interiores la tormenta mantiene sus dimensiones originales.
La investigación del Planetario de Pamplona con las imágenes de la Junocam han permitido hacer otras mediciones, como la de la altura de las nubes de Júpiter, por las sombras que proyectan, y se ha determinado que se encuentran a unos 20 o 30 kilómetros como media.
Los resultados de estas mediciones permiten al Planetario de Pamplona proyectar en su cúpula las estructuras visibles de Júpiter en su ubicación correcta y sus proporciones reales en el disco del planeta, un trabajo que está en constante actualización, ya que su posición va cambiando entre una y otra órbita.
Ordóñez ha destacado además que este tipo de investigaciones son interesantes para comprender los procesos de cambio climático, ya que Júpiter es como un "laboratorio más simple" que el de la Tierra y permite analizar de una manera más sencilla las interacciones y evolución de su atmósfera.
La NASA, ha apuntado, se ha puesto en contacto con el Planetario de Pamplona para conocer la forma en que lleva a cabo el procesado de las imágenes y también ha colaborado en la elaboración de los artículos científicos.