Estas opiniones diametralmente opuestas no se basan en datos objetivos, como el rendimiento escolar, sino en el estereotipo de “brillantez de género”, que asocia la brillantez a los hombres y presenta el talento como algo “inherente” al sexo masculino. Y eso tiene unas consecuencias tremendas para las chicas.
Según un estudio publicado hoy en Science Advances, el estereotipo de “brillantez de género” podría estar expulsando a las mujeres de áreas dominadas por los hombres, como las tecnologías, la informática o las telecomunicaciones, que son, además, las que cuentan con los empleos mejor pagados.
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Las conclusiones del estudio -realizado por los investigadores del CNRS francés, Clotilde Napp, de la Universidad Dauphine de París, y Thomas Breda, de la Escuela de Económicas de París- se basan en los datos del Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA) de 2018, que cada tres años se hace a estudiantes de 15 años de 72 países de la OCDE y de otros países en desarrollo.
El informe PISA evalúa los conocimientos en matemáticas, lectura y ciencias y de otros aspectos como la competitividad, la confianza en uno mismo o las expectativas profesionales de más de 500.000 alumnos que, en conjunto, representan el 80 por ciento de la economía mundial.
¿Tengo miedo de no tener talento?
En la encuesta de 2018, PISA incluía la pregunta: “Cuando fracaso, ¿tengo miedo de no tener suficiente talento?”. Al analizar las respuestas, y al margen del rendimiento escolar de los estudiantes, Napp y Breda descubrieron el impacto del estereotipo de la brillantez de género en la opinión de las niñas sobre su talento.
En casi todos los países estudiados, encontraron que ante el fracaso, los chicos son más propensos a atribuirlo a factores externos como la mala suerte, pero cuando las chicas fracasan tienden a verlo como culpa suya debido al estereotipo generalizado de la brillantez de género.
De hecho, en 71 de los 72 países de la encuesta, las chicas eran más propensas que los chicos a atribuir su fracaso a la falta de talento, un estereotipo que era más fuerte en los países más desarrollados o más igualitarios en cuanto a género, y mayor entre los estudiantes de alto rendimiento.
Para Napp y Breda, este estereotipo podría ser la causa que frena a las mujeres a la hora de apostar por las carreras que se considera que requieren brillantez y podría estar relacionado con las diferencias de género mostradas por los estudiantes en las preguntas sobre competitividad, confianza y la disposición a trabajar en ocupaciones y sectores masculinizados como la tecnología, la informática o las telecomunicaciones.
En su opinión, estos estereotipos deberían considerarse más sistemáticamente como una posible explicación del techo de cristal que afecta a las mujeres.