Su contribución en la decodificación del funcionamiento del gen fue “decisiva” en la revolución molecular de la biología, según afirma la Academia en su biografía, y preparó el camino para el uso de esa tecnología en algunas de las vacunas contra la covid-19.
Gros empezó su carrera en 1945 como becario en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), donde llegó a ser director de investigación (1962-1968) y miembro del directorio (1976), y en su trayectoria destacó también como director general del Instituto Pasteur (1976-1981).
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El biólogo, parisino, se interesó en un primer momento por el funcionamiento y la regulación de los genes y en 1961 puso de manifiesto por primera vez los ácidos ribonucleicos (ARN) llamados “mensajeros”, que llevan la información de los cromosomas a la maquinaria de formación de las proteínas.
En colaboración con Jacques Monod y François Jacob, ese trabajo, según la Academia, permitió precisar cómo se efectúa a nivel molecular la regulación del funcionamiento genético en las bacterias, bajo la influencia de “estímulos exteriores”.
Monod, Jacob y André Lwolff obtuvieron en 1965 el Nobel de Medicina y Fisiología.
La pandemia puso de nuevo de actualidad sus descubrimientos: las vacunas de Pfizer y Moderna están desarrolladas a partir de ARN mensajero, una tecnología de vanguardia basada en esos ácidos ribonucleicos mensajeros que permite inyectar en el cuerpo las instrucciones o moléculas que inducen a las células a producir determinadas proteínas.