A primera vista, la antena de metal que sale de su cráneo semeja una pequeña lámpara de lectura. Pero le permite captar las frecuencias de los colores y traducirlas en sonidos que, por conducción ósea, llegan hasta sus oídos.
“Me permite sentir los colores del infrarrojo al ultravioleta mediante vibraciones en mi cabeza que se convierten en sonido, es decir, realmente puedo escuchar los colores”, señala a la AFP .
Por ejemplo, puede escuchar “La Reina de la Noche” de Mozart pasando su antena por delante de un cuadro hecho de bandas de colores brillantes, que corresponden a esta aria de “La flauta mágica” . Ve los colores al tiempo que escucha la música en su cerebro ya condicionado a hacer esta asociación de color y sonido.
Nacido con acromatopsia, una enfermedad rara que hace que solo pueda ver en blanco y negro, Neil Harbisson desarrolló una obsesión por el color. Tanto así que se operó para instalarse la antena, diseñada durante sus estudios en la universidad.
“Ser un cíborg significa que la tecnología es parte de tu identidad” , indica.
“Parte de mi percepción”
La técnica de la conducción ósea fue usada hace 200 años por Beethoven cuando comenzó a volverse sordo, ya que el compositor alemán descubrió que podía oír si ponía un extremo de un palo de madera sobre el piano y el otro entre sus dientes mientras tocaba.
“Al principio, todo era caótico porque la antena no me decía: ‘azul, amarillo, rosado’. Me daba vibraciones y no sabía qué color tenía enfrente” , dice Harbisson.
“Pero después de un tiempo, mi cerebro se acostumbró y lentamente se volvió parte de mi percepción” , añade este británico criado en Barcelona (noreste de España) .
Se acostumbró tanto que ahora puede soñar “en color” y se da cuenta cuando se despierta que esos colores “fueron creados por mi cerebro” y no por la antena.
En su casa, las paredes están llenas de lienzos de colores y las escaleras adornadas con “partituras faciales” de celebridades como Leonardo di Caprio, Tom Cruise o Woody Allen, que le permiten a Harbisson detectar el “sonido” de su color de piel o de labios.
El collar del tiempo
Ahora, su atención se centra en otro proyecto. Está probando un aparato que parece un collar de metal que espera que le permita sentir el tiempo.
“Hay un punto de calor que se tarda 24 horas en dar la vuelta a mi cuello y me permitirá sentir la rotación del planeta” , explica.
La idea es que el cerebro se adapte lentamente a la sensación física del paso del tiempo, tras lo cual podrá ser posible manipular dicha percepción.
“Una vez que el cerebro se acostumbre, puedes usar una aplicación para hacer cambios sutiles a la velocidad del punto de calor, lo que debería alterar la percepción del tiempo” , detalla.
“Puedes potencialmente estirar el tiempo o hacer que parezca que va más rápido” , agrega.
Por lo pronto, es un dispositivo soldado alrededor de su cuello. Un prototipo anterior fracasó ya que le producía quemaduras a las 6pm.
“Es un arte que conlleva algo de riesgo, pero es un riesgo desconocido porque no tenemos mucha historia de la unión de cuerpos y tecnología”, asevera.