Investigadores australianos han presentado su robot, que se parece y nada como una de sus especies predadoras, la lubina (Micropterus salmoides), según un estudio que publica hoy iScience.
El pez mosquito se alimenta de huevos de otros peces y anfibios, además muerde las colas de los peces de agua dulce y los renacuajos.
El robot, con la ayuda de la visión por ordenador, ataca cuando detecta que el pez mosquito se acerca a los renacuajos de la rana australiana Litoria moorei.
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Ante el ataque, los peces mostraron comportamientos de miedo y experimentaron pérdida de peso, cambios en la forma del cuerpo y una reducción de la fertilidad, todo lo cual perjudica su supervivencia y reproducción.
Para los renacuajos, sin embargo, la presencia del robot supuso un cambio a mejor, pues estos no se asustaban del aparato y, al no tener depredadores cerca, estaban más dispuestos a aventurarse a zonas desconocidas.
El autor principal del estudio, Giovanni Polverino, de la Universidad de Australia Occidental, indicó que el pez mosquito es una plaga que supone “una grave amenaza para muchos animales acuáticos”.
En presencia de los peces robóticos, los mosquito tendían a permanecer más cerca unos de otros y a pasar más tiempo en una zona de agua conocida.
Los animales que se habían encontrado con el robot nadaban de forma más frenética, con giros frecuentes y bruscos, en comparación con aquellos peces mosquito que no había sido asustados por él.
Devueltos a sus acuarios de origen, el efecto del miedo era duradero, pues durante semanas los peces mostraban signos de ansiedad, eran menos activos, comían más y se quedaban durante más tiempo inmóviles.
Tras cinco semanas de breves encuentros entre el pez mosquito y el robot, el equipo descubrió que los peces destinaban más energía a escapar que a reproducirse.
Los cuerpos de los peces macho se volvieron delgados y aerodinámicos con músculos más fuertes cerca de la cola, que sirven para cortar el agua durante la huida.
Los machos tenían un menor número de espermatozoides y las hembras producían huevos más ligeros, cambios que “probablemente comprometan la supervivencia de la especie en su conjunto”, indica el estudio.
Las especies invasoras constituyen “un enorme problema en todo el mundo y son la segunda causa de la pérdida de biodiversidad", recordó Polverino.
Por eso, apostó por el enfoque del equipo de usar la robótica para revelar los puntos débiles de una plaga “increíblemente exitosa”, lo que puede abrir la puerta para mejorar las prácticas de biocontrol y combatir las especies invasoras”.