Científicos premiados por BBVA avisan de retos medioambiental y tecnológico

Bilbao (España), 21 sep (EFE).- Los científicos galardonados con los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, entregados esta tarde en Bilbao, reivindican el valor de la ciencia y la cultura para afrontar los grandes desafíos globales más allá de la pandemia, como la emergencia medioambiental, la transformación tecnológica o el riesgo de nuevas crisis económicas.

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El Palacio Euskalduna de Bilbao (norte de España) acogió la ceremonia de entrega de las ediciones XII y XIII de los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA -en 2020 no se celebró el acto por la pandemia-, en la que se distinguió el trabajo de 35 figuras mundiales en los campos de la investigación científica y la creación artística.

La ceremonia estuvo copresidida por el presidente de la Fundación BBVA, Carlos Torres Vila, y la presidenta del español Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Rosa Menéndez.

"En el origen de los Premios Fronteras está la convicción de que el conocimiento es la mejor herramienta para entender el mundo y a nosotros mismos, afrontar los grandes desafíos de nuestro tiempo y crear oportunidades para todos", destacó Torres Vila.

La presidenta del CSIC remarcó que la ciencia "hoy es más imprescindible que nunca para afrontar los retos globales: pandemias, cambio climático, conservación del patrimonio natural, de nuestra biodiversidad o de nuestros océanos".

De los 35 galardonados en las ocho categorías de ambas ediciones de los premios, 24 pudieron asistir presencialmente al acto, procedentes de algunos de los centros de investigación más importantes de Estados Unidos y Europa.

Los Premios Fronteras del Conocimiento, dotados con 400.000 euros (casi 470.000 dólares) en cada una de sus ocho categorías, reconocen e incentivan, desde su creación en 2008, contribuciones de singular impacto en la ciencia, el arte y las humanidades.

Los discursos de los premiados reflejaron la profundidad y complejidad de los grandes desafíos del mundo actual, como el cambio climático, tal y como apuntó el catedrático del MIT Kerry Emanuel.

Este pionero en el estudio de los huracanes subrayó que "sin la ciencia básica" se habría "tardado una década, en lugar de un año, en desarrollar las vacunas contra la covid que han salvado millones de vidas". Destacó también que el calentamiento global supone "un grave riesgo para la civilización".

La trascendencia de la crisis ambiental y el papel fundamental del conocimiento para afrontarla estuvieron presentes también en el discurso de Sandra Lavorel, galardonada junto con Sandra Díaz y Mark Westoby.

La profesora Lavorel recordó la aventura que supuso la creación de TRY, una base de datos sobre unas 200.000 especies de plantas (más de la mitad de todas las conocidas) que permitió "incluir la biodiversidad en la evaluación de los impactos del cambio climático en el planeta Tierra".

Desde las Ciencias Básicas, el profesor Michael Grätzel puso igualmente el foco sobre la sostenibilidad al señalar que "tal vez el mayor desafío para nuestra sociedad global sea descubrir formas de sustituir los suministros de combustibles fósiles", para afrontar la "grave emergencia planetaria" del cambio climático.

La transformación impulsada por las tecnologías de la información fue otro de los desafíos globales destacados por los premiados, como John Hennessy -catedrático de Stanford y actual presidente de Alphabet, la empresa matriz de Google-, impulsor junto al cogalardonado David Patterson de los microprocesadores hoy presentes en prácticamente todos los móviles, tabletas, portátiles y demás dispositivos informáticos.

Hennessy resaltó la importancia de cultivar un pensamiento libre, que en su caso generó ideas "anti-intuitivas y controvertidas", y añadió que el premio que recibe "celebra no solo esas ideas sino también la perseverancia, aunque te llamen loco".

Bernhard Schölkopf, galardonado junto a Isabelle Guyon y Vladimir Vapnik por sus contribuciones en Inteligencia Artificial, puso énfasis en la importancia de que se tenga en cuenta la dimensión ética en el desarrollo de máquinas inteligentes, dado que "la inteligencia puede diagnosticar enfermedades, manipular la información, influir en procesos electorales, incluso contribuir a la fabricación de armas que toman decisiones autónomas sin tener que rendir cuentas".

Otro de los desafíos globales que estuvo presente en la ceremonia de entrega de premios BBVA fue el de las crisis económicas, como puso de relieve Mark Gertler, de la Universidad de Nueva York.

Del "amor a la ciencia pura" habló el investigador premiado por sus trabajos en biomedicina Ardem Patapoutian, quien junto al también premiado David Julius descubiró los receptores con que se perciben los estímulos de presión: "Nos ayudan a distinguir entre una suave brisa y el pinchazo de un cactus, y también nos indican cuándo nos ha subido la presión sanguínea o cuándo tenemos la vejiga llena", detalló.

El desafío de comprender la complejidad del comportamiento humano a través de las Ciencias Sociales fue puesto de manifiesto por Susan Fiske, galardonada junto con Shelley Taylor por sus contribuciones a la Cognición Social, el estudio de los procesos cognitivos que usan los individuos para entender a otras personas y a sí mismos.

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