La temperatura en la superficie es de unos 5.500 grados, mientras que su atmósfera exterior contiene gas a más de un millón de grados y la forma en que se genera, transporta y disipa la energía ha sido fuente de mucho debate.
Un nuevo estudio demuestra que las "hogueras" o minierupciones que se producen cerca de su superficie pueden deberse a un proceso que contribuya a ese calentamiento de la atmósfera solar.
Entender las características de la corona de nuestra estrella es uno de los cometidos de la sonda Solar Orbiter de la Agencia Espacial Europea (ESA), que hace unos meses envió a la Tierra las imágenes más cercanas tomadas del Sol (77 millones de kilómetros), las cuales revelaban la existencia de esas "hogueras".
Las simulaciones por ordenador demuestran que esas llamaradas solares en miniatura "son probablemente impulsadas por un proceso que puede contribuir significativamente al calentamiento de la atmósfera exterior del Sol", explica la ESA en un comunicado.
Si esa teoría se confirma con nuevas observaciones, esto añadirá "una pieza clave al rompecabezas de lo que calienta la corona solar, uno de los mayores misterios de la física solar".
La Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias (EGU), que se celebra estos días en formato digital, ha dedicado una de sus sesiones a los primeros resultados enviados por la sonda Solar Orbiter, en la que uno de los temas eran estas "fogatas" solares.
Se trata de minierupciones con una duración de 10 a 20 segundos y una huella que abarca entre 400 y 4.000 kilómetros.
Los sucesos más pequeños y débiles parecen ser los más abundantes y representan una estructura fina, hasta ahora inédita, de la región donde se sospecha que radica el misterio del calentamiento.
Los astrónomos han usado un modelo informático para profundizar en la física de las hogueras, en las intervendría un proceso llamado reconexión de componentes, los modelos apuntan a que esta podría ser suficiente para mantener la temperatura de la corona solar.
El equipo liderado por Hardi Peter del Instituto Max Planck (Alemania) advierte de que solo han estudiado siete de los eventos más brillantes generados por la simulación, por lo que es pronto para extraer conclusiones.
La clave para avanzar en sus estudios serán las observaciones que realice Solar Orbiter una vez que, en noviembre, ponga en marcha todas sus misiones científicas.
La sonda europea, que fue lanzada hace más de un año sigue su viaje en dirección al Sol, del que se situará a solo 42 millones de kilómetros -más cerca que Mercurio- desde donde podrá tomar imágenes. Su cometido es estudiar no solo nuestra estrella, sino cómo influye en el entorno y además proporcionará las primeras fotografías de sus regiones polares.