Para sus experimentos, los científicos tomaron la frase de ese libro de la escritora inglesa (1775-1817): “Si un plan para la felicidad fracasa, la naturaleza humana busca otro; si el primer cálculo está equivocado, hacemos uno segundo y mejor: en alguna parte encontramos consuelo”.
Y la codificaron en una serie de oligómeros, que una tercera parte pudo leer sin tener un conocimiento previo de las estructuras que ayudaron a cifrar esa cita.
Este artículo científico habla de un método para codificar datos que permite una mayor densidad de información que otras maneras de cifrado basadas en el ADN y que emplea plásticos similares al uretano.
Según el estudio, los métodos moleculares ofrecen una solución particularmente atractiva porque pueden retener la información en densidades mucho más altas que las tecnologías sustentadas en siliconas más avanzadas.
Eric Anslyn, profesor de química en la Universidad de Texas y autor del estudio, dijo que "en teoría, cualquier tipo de información puede codificarse en polímeros".
"En términos prácticos -agregó-, ya hemos visto libros e imágenes, entre otras cosas, 'guardados' en moléculas".
Sin embargo, a pesar de su enorme potencial para el almacenamiento de información, los polímeros tales como los plásticos, no han ofrecido métodos suficientemente baratos, eficientes y reproducibles a gran escala para "escribir" y "leer" la información.
En este experimento, primero los investigadores comprimieron el texto en un cadena de bits (una secuencia de dígitos binarios), usando un algoritmo antes de convertirlo al sistema numérico hexadecimal, que tiene 16 símbolos y permite que las computadoras organicen cadenas digitales binarias grandes.
En el paso siguiente la cadena hexadecimal de 158 caracteres se sintetizó en 18 oligómeros, cada uno con una longitud de 10 monómeros, moléculas de masa pequeña que unidas a cientos o miles de otras forman los polímeros.
Para descodificar la información, los investigadores trabajaron marcha atrás: rastrearon la secuencia usando la autoinmolación, en la cual los compuestos se fragmentaron espontáneamente en monómeros en una cascada de reacciones.
Luego alimentaron los datos de secuencia en un programa informático descodificador, que asignó a las moléculas sus caracteres hexadecimales correspondientes, y finalmente el equipo logró reproducir el pasaje de texto con precisión.
“Este trabajo es un paso más hacia la meta a largo plazo de usar polímeros sintéticos de secuencia definida para el almacenamiento de la información”, señaló Anslyn.