En el Sistema Solar, otros astros, incluidas las lunas heladas, también podrían albergar formas de vida.
Los ingredientes de la vida
La clave de la búsqueda de lo viviente es la presencia de agua líquida. Se habla entonces de “zona de habitabilidad” alrededor de una estrella, es decir, la zona “donde teóricamente es posible, con una presión atmosférica suficiente, mantener agua líquida en la superficie” , explica Athena Coustenis, astrofísica y directora de investigación CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica francés) en el Observatorio de París PSL.
Pero para la vida en sí se necesitan más ingredientes. “El planeta debe contener moléculas orgánicas, los ‘CHNOPS’ (carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre)” , principales componentes de la vida, añade Michel Viso, exobiólogo del CNES, la agencia espacial francesa.
Luego, para que las reacciones puedan desembocar en un metabolismo, y por lo tanto en el comienzo de la vida, se necesita una fuente de energía. En la superficie, puede provenir del Sol y, en profundidad, de las reacciones químicas o de los efectos de la marea.
Cuando el agua, las moléculas y la energía se fusionan en un entorno estable, la vida tiene todas las posibilidades de emerger.
Marte
El planeta rojo, considerado como el hermano gemelo de la Tierra, podría haber cumplido esos criterios hace entre 3.500 y 4.000 millones de años.
La Tierra se encuentra en medio de la zona habitable de nuestro sistema solar, que ha podido cambiar con el tiempo. “Como el Sol no siempre ha tenido la misma masa, la misma energía, Marte también pudo encontrarse en esta zona habitable desde el principio de su existencia” , explica Coustenis.
Una serie de indicios indican que la vida pudo haber dado en Marte, antes de apagarse después de que el planeta perdiera su atmósfera y sus océanos, afirman algunos científicos.
El agua líquida ha fluido en abundancia a su superficie, esto hoy es una certeza. Además, los grandes depósitos de lodo indican intercambios entre la superficie y la profundidad, lo que demuestra que el planeta está activo.
A causa de su atmósfera muy poco densa, “no puede haber líquido en la superficie actualmente, por eso hay que perforar el suelo” , indica Michel Viso.
Europa
Europa es una de las cuatro lunas de Júpiter, el planeta más grande del sistema solar. “Es el primer satélite natural sobre el que se han visto rastros en la superficie que permiten suponer un océano de agua líquida debajo” , cuenta Coustenis.
Estos rastros, los geofísicos los interpretan “como movimientos de grandes trozos de hielo en la superficie” .
Existen también, procedentes de fallas en superficie, géiseres, signo de una actividad criovolcánica (volcanes de hielo) y por lo tanto fuente de energía.
Se puede suponer que elementos orgánicos en la atmósfera (aportados por impactos de cometas) podrían penetrar en el océano líquido, cumpliendo así los criterios de habitabilidad.
La sonda Europa Clipper de la NASA, dedicada a este satélite, se encuentra en fase de desarrollo. La sonda europea JUICE también realizará observaciones a partir de 2030.
Encélado
Sexto satélite más grande de Saturno, Encélado concentra todos los elementos adecuados (agua líquida, moléculas orgánicas, energía y medioambiente estable) .
La sonda estadounidense Cassini, que orbitó el planeta entre 2004 y 2017, descubrió la existencia de géiseres de vapor de agua en Encélado.
Como en Europa, “se ha detectado sal en los penachos, elementos orgánicos, metano y CO2 que sugieren un contacto entre las bolsas de agua líquida y el núcleo” de este satélite, “como en la Tierra” , sugiere la astrofísica.
Por el momento no se ha programado ninguna misión para estudiar Encélado, ya que el ritmo de aparición de los géiseres es demasiado irregular.
Titán
“Si vamos a Titán, sería como volver a la Tierra en sus comienzos” , según Michel Viso. Este otro satélite de Saturno es de hecho el único otro lugar del sistema solar donde la atmósfera está compuesta de nitrógeno y de química orgánica, como en la Tierra.
Pero si bien hay agua líquida en Titán, parece estar atrapada entre dos capas de hielo, a diferencia de Europa y Encélado. Por lo tanto, el agua no podría entrar en contacto con la roca del núcleo, fuente de energía.
Una misión espacial de la NASA está dedicada a él, Dragonfly, y una sonda debe aterrizar alrededor de 2034.