¿Para cuándo?
Con 1,35 millones de contagios confirmados y más de 77.000 muertos en el mundo, el tiempo apremia para encontrar un tratamiento contra la COVID-19, para la que tampoco existe una vacuna. Los procedimientos de investigación clínica se aceleraron, con protocolos que se diseñan en cuestión de días y sus correspondientes autorizaciones “en menos de 24 horas”, frente a los plazos habituales de “entre 4 y 6 meses”, según el ministro francés de Sanidad, Olivier Veran. Además decenas de miles de pacientes en el mundo participaron en los estudios en un tiempo récord.
“Vamos lo más rápido posible”, subrayó el lunes Gilles Bloch, responsable del Instituto Nacional de Salud y de Investigación Médica de Francia. Si uno de los tratamientos probados resulta ser “extremadamente eficaz”, este “podría ver la luz en pocas semanas”, antes de finales de mayo, estimó Bloch.
Pero algunos quieren ir más rápido. En Francia, dos peticiones aunaron cada una más de 300.000 firmas en favor de ampliar las recetas de hidroxicloroquina, un medicamento en estudio, sin esperar los resultados de su eficacia. Pero “la petición no es un instrumento científico”, replicó Bloch.
Los ensayos son indispensables para "sacar conclusiones pertinentes para el conjunto de la población", defendió a la AFP Tabassome Simon, que coordina la investigación en el seno de la red de hospitales parisinos (AP-HP).
El plasma de los pacientes curados
Una pista científica estudiada en China, Estados Unidos y desde este martes en Francia se basa en la transfusión a los enfermos de plasma sanguíneo de personas curadas, que desarrollaron anticuerpos contra el nuevo coronavirus. Este método resultó eficaz en estudios a pequeña escala contra otras enfermedades infecciosas como el Ébola y el SRAS.
Cada donación de plasma podría “salvar tres o cuatro vidas”, según Eldad Hod, especialista de transfusiones que dirige este ensayo en el hospital Irving de la Universidad de Columbia en Nueva York. En China, se realizaron transfusiones de plasma al principio de la epidemia. Dos estudios recientes -con pocos pacientes- concluyeron que hubo una mejora de su estado clínico.
¿Un nuevo tratamiento con un fármaco existente?
La prioridad científica es buscar si los medicamentos ya existentes podrían ser eficaces. Por ello se prueban antivirales para combatir directamente el virus y moléculas que actúan sobre el sistema inmunitario.
En Europa, el ensayo Discovery lanzado el 22 de marzo en siete países como España y Francia verifica la eficacia de cuatro tratamientos: el antiviral remdesivir, la asociación lopinavir/ritonavir, estos dos retrovirales combinados con el interferon beta y finalmente la hidroxicloroquina, derivado de la cloroquina, un antipalúdico.
Los primeros resultados se esperan esta semana, según los Hospicios Civiles de Lyon de Francia, donde trabaja la infeccióloga que pilota el ensayo, Florence Ader. Los mismos tratamientos están en estudio bajo el proyecto Solidarity, puesto en marcha más tarde por la OMS y con la participación de numerosos países, entre ellos Argentina y Tailandia.
Frenar la "tormenta inflamatoria"
Para frenar la "tormenta inflamatoria" observada en las formas graves de la enfermedad, los investigadores prueban también otros tratamientos como los anticuerpos monoclonales.
Estos se crean con ratones genéticamente modificados para darles un sistema inmunitario “humanizado”. Expuestos a virus vivos o atenuados, producen anticuerpos humanos, multiplicados después en laboratorio.
Desarrollado por los laboratorios Sanofi y Regeneron, el sarilumab fue prometedor contra el Ébola. Estados Unidos, España, Alemania, Italia y Francia entre otros países estudian su eficacia contra la COVID-19.
Roche lanzó por su parte un ensayo de fase III sobre el tocilizumab, en cooperación con las autoridades estadounidenses. El laboratorio Vir Biotechnology lleva a cabo ensayos a partir de anticuerpos de enfermos curados del SARS, un coronavirus cuya epidemia golpeó Asia en 2002-2003.
¿Una burbuja de oxígeno marino?
Para aliviar los problemas respiratorios de los enfermos y mejorar la oxigenación de los tejidos, dos hospitales parisinos exploran desde el sábado una pista original: inyectar una solución producida a partir de la hemoglobina de un gusano marino, capaz de transportar 40 veces más oxígeno que la humana. Este producto de la empresa Hemarina será administrado primeramente a diez pacientes en estado grave, para verificar su tolerancia.
“El objetivo es utilizar esta molécula como una suerte de respirador molecular antes de que los pacientes ingresen en un proceso más pesado de reanimación”, explica a la AFP Franck Zal, presidente de Hemarina.