Las imágenes, tomadas gracias al Very Large Telescope (Muy Grande telescopio - VLT) de ESO, un conjunto de cuatro enormes telescopios, permiten visualizar la superficie de esta “supergigante roja” situada en la constelación de Orión, que muestra la pérdida de luminosidad, así como un cambio aparente de forma.
La estrella figuraba entre las 10 más brillantes de la galaxia, pero a finales del año pasado su brillo empezó a disminuir y ahora está aproximadamente a un 36% de su brillo normal, lo que ha puesto a los astrónomos en efervescencia y ha activado una gran campaña de observación.
Las imágenes dadas a conocer fueron realizadas con el instrumento SPHERE, instalado en el telescopio que ESO tiene en el Cerro Paranal, en el norte de Chile, cuyos cielos son los más límpidos del planeta. “Se ve claramente que la luminosidad de la estrella ha bajado sobre la mitad de su superficie aparente”, explicó a la AFP Miguel Montargès, astrofísico de la Universidad KU Leuven, en Bélgica.
“Según estas imágenes, pareciera que la luminosidad sigue disminuyendo, aunque menos rápidamente”, agregó. Los astrónomos barajan varias hipótesis para este fenómeno: se podría tratar de una eyección de polvo que oculta su luminosidad o la agonía de Betelgeuse.
Este último escenario acabaría en la explosión y la creación de una supernova. Aunque parece poco probable que ocurra en un futuro próximo, esta posibilidad hace soñar a los astrónomos: el astro al final de la vida no tiene más “carburante”, se desplomaría sobre sí misma y formaría una estrella de neutrones, un objeto muy compacto que crea una onda de choque que disloca completamente la estrella, y todo ocurre solo en unas horas.
Pero a priori, “lo que se ve en las imágenes no parece vinculado a una eventual explosión”, según Eric Lagadec del Observatorio de la Costa Azul (sur de Francia). El cambio de la forma de la estrella estaría ligado, según él, a “un enfriamiento o al polvo generado cerca de la estrella”.