Este fósil fue descubierto en la localidad de Miro Dora, en la región de Afar en Etiopía, donde también fueron encontrados los restos del Australopithecus Afarensis, que vivió en la tierra entre 3,9 y 3 millones de años atrás.
“ Gracias al descubrimiento de este cráneo podemos hacernos una idea de cómo era el Anamensis y compararlo con el Afarensis ” , explicó en una conferencia de prensa Yohannes Haile-Selassie, que ha participado en ambos estudio. La datación sitúa al cráneo “ en un período de tiempo con un registro fósil muy pobre y es una pieza clave para completar el complejo puzzle de la evolución ” , explicó el profesor de Geología de la Universidad de Barcelona, Lluís Gibert, firmante de uno de los textos.
Los restos encontrados muestran un cráneo de pequeñas dimensiones, con gran mandíbula y dientes, lo que concuerda con la apariencia del Anamensis, especialmente el diente canino, cuyo tamaño reducido se desliga de los monos no humanos. La pieza en su totalidad ha sido llamada MRD, en relación a la clasificación que recibió durante su excavación.
La primera parte que se localizó del cráneo, en febrero de 2016, fue la mandíbula superior y se determinó que pertenecía a hace 3,8 millones de años, tras el estudio de las rocas volcánicas que estaban alrededor de la pieza. “ Es muy importante descubrir un cráneo de homínido tan completo, pero este descubrimiento solo es relevante si se sitúa en un contexto geológico y cronológico, sin esta información el hallazgo carece de valor ” , señaló Gibert. De este modo y combinando el trabajo de campo con el análisis en el laboratorio, se reconstruyó el paisaje, la vegetación y la hidrología de la zona en la que habitó el Anamensis.
El espécimen se trata “ probablemente ” de un hombre adulto que habitó en un asentamiento cerca de un río. “ Hay pruebas de que el cráneo fue transportado por la corriente, pero no parece que desde demasiado lejos, por lo que es probable que viviese cerca ” , aseguró Beverly Saylor, del equipo de investigación. Gibert indicó que el cráneo se conservó porque estaba “ en los sedimentos de un pequeño delta que desembocaba en un lago de unos 6-8 metros de profundidad y este ambiente facilitó su conservación porque lo cubrió rápidamente con sedimentos ” .
Lo más interesante de este hallazgo es la teoría que mantienen los investigadores que participaron en las excavaciones, según la cual el Anamensis y el Afarensis coincidieron en el tiempo y cohabitaron el planeta durante cerca de 100.000 años.
Esto podría contradecir la teoría de la anagénesis o evolución filética, y podría arrojar una nueva visión sobre los antepasados del ser humano y los orígenes del Australopitecus. La anagénesis expone que a partir de un ancestro solo existe una especie descendiente.
Es decir, que el Afarensis es una evolución del Anamensis y que mientras el primero habitó la Tierra desde hace 3,8 millones de años hasta hace 3 millones de años, el segundo lo hizo desde hace 4,2 millones hasta 3 millones.
Esta era la hipótesis que se sostenía hasta la aparición del MRD, ya que el hecho de que hayan coexistido durante miles de años pone sobre la mesa la posibilidad de una cladogénesis, el proceso evolutivo por el que una especie se divide en diferentes ramas independientes.
“ Hasta ahora, había un gran brecha entre el primer ancestro humano conocido, hace unos 6 millones de años, y especímenes como Lucy ” , indicó Stephanie Melillo, también autora del estudio. “ Lucy ” , nombrada así en honor a la canción de los Beatles “ Lucy in the Sky with Diamonds ” , es el mejor ejemplar que se conserva del Australopithecus Afarensis y fue detectado en 1974 en la misma región que MRD. “ Uno de los aspectos más importantes de este descubrimiento es cómo actúa de puente en ese espacio morfológico entre los ancestros de hace 6 millones de años y especímenes como Lucy, que son de hace dos o tres millones de años ” , añadió Melillo.
Para la investigadora, el hecho de que las dos clases de Australopitecus cohabitaran crea nuevas preguntas acerca del comportamiento de las mismas. “ Pensábamos que el Anamensis se convirtió, gradualmente, en el Afarensis.
Seguimos pensando que mantienen una relación de ascentro-descendiente, pero este nuevo descubrimiento cambia nuestra comprensión del proceso evolutivo y trae nuevas preguntas. ¿Competían por la comida y el territorio ” , se cuestionó Melillo.