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Sin mucho preámbulo (más que una voz que pidió que se apaguen los celulares para no cortar el viaje en el que nos embarcábamos) comenzó a proyectarse en la pantalla de fondo la tapa del disco donde se recrea lo que puede ser ese otro mundo al que llegaríamos a través de esta experiencia.
Con el escenario a oscuras y cuatro pantallas ubicadas delante de los músicos donde se veía lo captado en tiempo real por cámaras instaladas frente a cada uno de ellos, fueron ingresando Carlos Tillner (guitarra), Óscar Rivas (guitarra), Pincho Villalba (batería) y Fran Villalba (teclados).
Debo confesarlo, ya había escuchado el CD aunque sin seguir la recomendación de hacerlo con un buen equipo de sonido, o auriculares, y sin prestarle la debida atención mientras manejaba en el auto lidiando con el caótico tránsito diario. Quería conocer el contenido, darle una escucha, sin analizarlo, sin vivirlo y poder percibir así la diferencia más tarde.
La vivencia plena de un disco conceptual donde se debe apreciar el todo de principio a fin se dio en la noche del Juan de Salazar ya que la propuesta era repasar los sentimientos plasmados por el artista a través de cada tema. Como en una ola donde todos nos pusimos a surfear apareció “Nyx” la diosa de la noche, hipnotizante, con su poder y belleza, para llevarnos a uno de los primeros momentos destacables del concierto.
Como suele ocurrir cuando la música recurre a lo visual, éste jugó un papel importantísimo al plasmar cada idea. ¿Hubiese llegado a llamar tanto la atención Robert Smith sin su maquillaje? ¿Serían famosos los Sex Pistols si Johnny Rotten no le agregaba “I hate” a su remera de Pink Floyd? ¿Qué sería de muchas bandas sin el blanco y negro de Anton Corbijn? Muchas cosas nos llegan más por lo que percibimos con la vista. La música se vale de lo visual y lo visual se aferra a la música.
El manejo de las luces y las acertadas imágenes de Daniel Milessi permitieron tomar un vuelo por momentos frenético. Uno de los pasajes más reales fue el de “Maldad” donde la presencia de Alfredo Stroessner, el último dictador de Sudamérica, a más de un asistente le habrá llevado a experimentar sentimientos de ira, resentimiento, de crueldad, de una época en que ser diferente podía considerarse subversivo o de buscapleitos, cuando estar reunidos en esa sala “sin permiso de la autoridá” nos hubiese llevado a todos a la comisaría.
Para volver a volar, Fran interpretó una composición donde las emociones parecían tangibles ayudadas por el sistema surround anexado por Rodolfo Brugada a toda la instalación audiovisual.
Fabricio Demestri apareció como músico invitado en “Polca del Mendigo”, el tema adelanto que ya estaba disponible en YouTube hace un par de semanas. Este 6x8 es lo más autóctono dentro de todo el sonido de un álbum que podría catalogarse como electrónico y minimalista.
Con mucha distorsión sobre pistas de base se pudo percibir la influencia de grupos como los franceses Air, y los ingleses Depeche Mode, William Orbit e inclusive The Prodigy. Todas las canciones presentes en “Universo Paralelo” formaron parte del setlist y el disco ya está disponible para la descarga gratuita en www.franvillalba.com bajo licencia Creative Commons.
Además de congratular a Fran Villalba por la novedad del evento, es pertinente también felicitar al público que se acopló hasta el final al viaje sin escala. Un público que puedo percibir tiene dos puntos en común con el artista: uno, el “riesgo” de llegarse al Salazar en una atípica noche de verano para la presentación de un disco poco tradicional en nuestro medio; y la “satisfacción” por lo que experimentó en el trayecto hacia este destino desconocido.