La decadencia del fútbol paraguayo

Si Calígula, el decadente emperador romano aún viviera, de seguro andaría por la cancha muy atento a los partidos, moviendo horarios a capricho, creando normas y cargos, chasqueando dedos, y asolando con hordas a los fanáticos a la salida de los estadios. En síntesis, generando caos, desconfianza y temor.

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En tal caso, el resultado, no sería, de todos modos, muy diferente al que se vive hoy, con Calígula bien muerto: partidos a estadios vacíos, programaciones horribles, poco público y mucha inseguridad, malos arbitrajes, medidas reglamentarias arbitrarias; un contexto que repercute también negativamente en el futuro inmediato, y a largo plazo, de la selección paraguaya. Ese es el panorama que tenemos actualmente en el fútbol local. La estructura de fútbol necesita cambios profundos para salvar lo poco que queda. Urge lograr, de una buena vez, que los domingos de cancha sean una verdadera fiesta para todos.

Es insoportable ver cómo, al parecer, los dirigentes deportivos paraguayos están abocados a la misión de ahuyentar al público de las canchas. Tenés que ser demasiado hincha, pero súper hincha, casi enfermo diría, para  aguantar ir a un estadio ante el peligro de ser asaltado por supuestos barras –en realidad son delincuentes- que utilizan a los clubes para hacer sus fechorías. Tenés que ser demasiado hincha, casi un enfermo diría, para ver jugar a tu equipo a 40 grados de calor bajo sol, o ir a un estadio cuya zona no es transitada por buses del transporte público los domingos, o dejarse robar por los ñembo “cuidacoches” en el caso de los que tienen también el valor de concurrir con sus vehículos. Tenés que ser demasiado hincha, casi enfermo diría, para pagar G. 30.000 por el sector graderías, en donde no existe comodidad alguna para nadie y un bloque de cemento hirviendo es el mejor asiento que recibís. Y este precio es el más bajo en cualquier sector.

Me pregunto qué harían los dirigentes paraguayos si cada club del fútbol local tuviera su barra brava, como pasa en otros países de la región. En Paraguay existen a lo sumo cinco barras bravas. Cerro y Olimpia, son los de mayor convocatoria y no llegan a 4.000 integrantes cada uno, que además, no van a todos los partidos, sino que aparecen principalmente de local, en un partido internacional o en los clásicos. También tenemos a Luqueño, con igual cantidad, y más atrás a Guaraní y Libertad y paremos de contar. A esto hay que agregar que los que crean disturbios y van para robar, son los menos de cada barra, ni siquiera son todos. Es decir, se los puede erradicar. Me atrevo a pensar que nunca se hizo un trabajo en serio porque hasta ahora, ningún dirigente importante fue víctima de estos violentos. A lo mejor no saben a lo que se expone el hincha común cada fecha. Tal vez están demasiado alejados de esta realidad.

Claro que para comenzar estos cambios hacen falta más que discursos y papeles. Para andar por este camino falta cambiar la estructura del fútbol, que involucre iniciativas políticas con leyes más adecuadas que apunten a eliminar la impunidad para delincuentes y violentos. Es necesario hacer reuniones con diversos sectores de la sociedad. Falta avanzar con la policía, con la fiscalía, que haya un proyecto para erradicarlos. Más que  simples planes de represión, se requiere de estrategias de prevención, pero con ideas que puedan concretarse.  Que la fiscalía y policía se encarguen de los que no entran a la cancha y van para crear disturbios, y que los dirigentes se ocupen de que los que crean problemas dentro de los estadios no vuelvan a ingresar.

Una vez que se tenga un proyecto serio y real contra los violentos, se puede empezar a buscar la forma de que la gente vuelva a las canchas. Considero dos puntos fundamentales: brindar servicios de transporte y precios razonables para ver un partido. Si el fútbol es un negocio, ¿por qué no se puede hacer que este negocio sea aún más masivo de lo que es actualmente? Hasta aquí, los grandes beneficiados son las empresas auspiciantes, pero el fútbol genera en forma directa ingresos extras para muchas personas. El propio gobierno no debería estar ajeno a esto.

Una iniciativa que me parece se podría concretar es hablar con los empresarios transportistas, para garantizar la circulación de buses del transporte público, principalmente los fines de semana, después de los partidos. ¿Es tan difícil garantizar buses para los que utilicen este servicio? En este momento, los colectivos ni siquiera paran cuando ven a un hincha con remera de su club, por temor a los barras. Es decir, que ir  a un partido, inclusive, aunque existiera transporte público funcionando, es exponerse a regresar a pie o como sea. ¿Es tan difícil garantizar que los hinchas que llevan sus vehículos no sean saqueados por los “cuidacoches”? No pretendo que seamos como la Bundelisga, en donde se puede comprar entrada a combos de partidos incluyendo el ticket del bus o del metro, pero por algo hay que empezar.

Los precios de las entradas para ver un partido  en el fútbol paraguayo escapan a la posibilidad del hincha local. De los 10 equipos de la Primera División, 9 (90%) son de Asunción y departamento Central. Es decir, que el fútbol a nivel nacional convoca a los mismos espectadores prácticamente cada domingo, salvo el 3 de Febrero, que es de Ciudad del Este, el único equipo de toda la categoría profesional que es de otro departamento. El discurso de la dirigencia deportiva es, siempre, que los clubes no viven de la recaudación. Lo cual es cierto, y justamente por eso deberían habilitar entradas populares, al menos para un sector. 

Por eso creo que se necesita un trabajo desde abajo, afinando varios puntos. Pero lo principal para empezar este proceso, es que la dirigencia deportiva tiene que ser más seria. Es urgente tener una Divisional que sirva para planificar horarios para partidos acordes a la posibilidad de la gente y no para que sus miembros saquen sus trapos sucios ni sus mejores insultos. En ese sentido, nuestra dirigencia deportiva cada vez se parece más al de la política, en donde se considera que un insulto soez o un agravio inteligente suma puntos para ser buen dirigente.

Ahora, desde la dirigencia están proyectando incluso prohibir la presencia de jugadores extranjeros en nuestro fútbol, bajo el pretexto de promocionar más al futbolista paraguayo. Para el 2015, apenas se permitiría a un jugador extranjero en el equipo titular de cada equipo. El chauvinismo barato está a pasos de la xenofobia, ambos hijos predilectos de la ignorancia.

La reglamentación aplicada desde este año por la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) de obligar tener a un jugador de la sub 20 como titular fue positivo en algunos casos,  pero en otros, varios técnicos optaron por cambiar a los 10 minutos al sub 20 para cumplir con esa regla, quemando así un cambio pero principalmente perjudicando la autoestima del jugador. Cerro, Guaraní, Luqueño, Olimpia, Libertad y Rubio Ñu fueron los equipos que más mantuvieron a sus sub 20 en cancha.

El futuro de la selección parece sombrío. Hasta hoy está Víctor Genes como director técnico de la Albirroja, a quien hasta ahora lo tienen en el limbo. Esperando por una respuesta de algún ignoto DT que nadie sabe. Se me hace que se está acabando el tiempo para nombrar a alguien. Ninguna otra selección sudamericana está en esta situación; al contrario, todas ya están planificando trabajos a partir de un DT confirmado. Si no es posible decidir un cuerpo técnico de afuera, pues que lo confirmen a Genes y a su equipo, que también merecen respeto y están ahí, haciéndose cargo de una criatura que nadie quiere criar.

En las dos últimas ediciones de la Libertadores, un equipo paraguayo llegó a la final. Hay jugadores jóvenes que pueden llevar a la Albirroja de vuelta a un mundial y por dar un ejemplo, Cerro tiene entre sus filas a un chico de 16 años que apunta a ser un gran goleador. Todo esto demuestra que material humano sobra. Solo falta que la dirigencia se ponga las pilas y trabaje por mejorar nuestro fútbol a nivel general.

Que se terminen los violentos en las canchas y la delincuencia en sus alrededores, que se tengan horarios acordes a precios de entradas razonables, que existan medios de transporte garantizados y seguridad para los vehículos; jerarquicemos nuestro fútbol desde la organización. El resto vendrá por añadidura.

Es un sueño, pero también debe ser un compromiso de todos. Que los dirigentes hagan su trabajo, que los jugadores jueguen, que el hincha colabore y quienes deban criticar lo hagan desde sus espacios, que todo esté en su lugar. Porque en Paraguay, todos los días, un futuro crack nace en cada canchita de barrio.  

Post publicado primeramente en dementesx.com

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