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En los países desarrollados, menstruar puede ocasionar molestias menores, asociadas a ocasionales calambres, dolores de espalda y reiteradas visitas al baño; cuestiones que se pueden manejar con seguridad e higiene sencillamente. Pero no todas las mujeres disponen de acceso a instalaciones, productos y educación para la salud que son necesarios tanto dentro como fuera de sus lugares de trabajo. De hecho, hay adolescentes que no saben por qué menstrúan. Esto puede contribuir a índices de deserción, ausencias laborales, mala gestión de la salud, y, en ocasiones, estigmatización y discriminación vinculadas a tabúes culturales acerca de la menstruación.
¿En qué guarda relación esto con el BID y las salvaguardias? De hecho, muchos derechos humanos básicos entran en juego aquí: el derecho al agua estipula que cada persona tiene derecho al acceso a suficiente cantidad de agua limpia y asequible para su higiene y uso personal; el derecho al saneamiento es aquel que garantiza el acceso a instalaciones de excreta y aguas residuales, y servicios con privacidad y dignidad. Ambos derechos se encuentran en los artículos 11 y 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Convenio sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), ratificado por la mayoría de los países de América Latina y el Caribe.
La falta de instalaciones higiénicas adecuadas también exacerba la inequidad de género. La infraestructura poco favorable para la mujer perjudica su posibilidad de triunfar y prosperar.
Al instaurar salvaguardias de género, el BID debe diseñar operaciones que prevengan y mitiguen cualquier riesgo de exclusión por género en sus proyectos. Uno de los mejores ámbitos en los que mejorar las vidas de niñas y mueres es a través del agua y saneamiento. Esto implica asegurar que todos los proyectos sean diseñados de modo tal que hombres y mujeres puedan aprovecharlos con igualdad de oportunidades.
Numerosos estudios en Bangladés arrojaron hallazgos significativos al respecto. Uno concluyó que el 60% de las mujeres utiliza trapos de los pisos de las fábricas como paños menstruales, los que contienen químicos y tintas que pueden resultan dañinos. Otro estudio encontró que el 73% de las mujeres en la industria textil en Bangladés se ausentaban un promedio de seis días laborales sin goce de sueldo al mes, para tratar infecciones causadas por materiales menstruales insalubres. Esto es malo tanto para la empresa como para la economía de estas mujeres. En una intervención para modificar esto, el ausentismo se redujo a 3%, provocando significativos beneficios económicos para las trabajadoras y los dueños de las fábricas.
El BID está trabajando con sus actores clave miembros y receptores de ayuda para lograr que estas intervenciones y programas se vuelvan habituales. El Parque Industrial Caracol (PIC) sito al norte de Haití, posee alrededor de 9.000 empleados de los cuales más del 60% son mujeres. Como muchas mujeres en fábricas en el mundo, trabajan largas horas y provienen de hogares rurales en donde se apela a métodos tradicionales (como trapos) durante la menstruación. Los baños de las instalaciones no ofrecen toallas higiénicas, agua, jabón ni un lugar para desechar los productos menstruales de manera segura. El BID ha motorizado el apoyo de nuestros equipos de salvaguardias para encabezar un diálogo al respecto, y los actores se encuentran interesados en mejorar las oportunidades de higiene menstrual de las mujeres del PIC mediante educación y acceso adicionales.
La falta de instalaciones para la higiene menstrual también puede impactar sobre el medio ambiente. Si se desechan de manera inadecuada, esos productos pueden obstruir las alcantarillas, generando presión adicional sobre la infraestructura de aguas tratadas. Por tanto, mejorar las instalaciones de saneamiento también beneficia a ciudades y gobiernos.
¿Cómo colaborar?
- Diseño del proyecto: La Gestión de la Higiene Menstrual rara vez aparece en las estrategias de desarrollo, políticas nacionales o agendas de promoción. Los proyectos deben incluir instalaciones de saneamiento mejorado que permitan a mujeres y niñas manejar sus períodos de manera segura, efectiva y digna. Esto implica privacidad, cerraduras, jabón, agua, electricidad y espacio adecuado donde cambiar sus productos menstruales.
- Acceso: Promover el acceso a productos de higiene menstrual asequibles y culturalmente apropiados a través de un diálogo abierto con agencias gubernamentales, organizaciones de sociedad civil y empresas del sector privado.
- Cumplimiento: Cumplir con las convenciones y leyes de Derechos Humanos Regionales, Internacionales y Nacionales, y políticas del BID.
- Compromiso: Asegurar que las consultas públicas y mecanismos de reclamo provean un espacio para que las mujeres puedan comunicar sus necesidades y opiniones al respecto.
- Presupuesto: Garantizar la financiación suficiente para la promoción, capacitación e infraestructura de higiene menstrual.
ESTA COLUMNA FUE ORIGINALMENTE PUBLICADA EN EL BLOG VIVA SUSTAINABILITY DEL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO BID.