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Nadie duda que viajar frecuentemente, con el tiempo, deja de ser placentero. Vivir y dejar familiares en el país natal y recorrer países del mundo lo es mucho más. Pero los diplomáticos deben acostumbrarse a vivir fuera de su país y adoptar como suyos los países donde cumplen su misión diplomática. Junto a sus hijos forman lo que podemos denominar familia internacional. Tienen amplitud de criterio, observan el mundo desde otra dimensión más ampliada y sus hijos actúan con más propiedad en el mundo globalizado. Dan sus aportes “sin fronteras” gracias al mosaico de posibilidades culturales que experimentaron cuando acompañaron a sus padres en los diferentes viajes a través del mundo.
Los esposos Teresa y Agustín Liu afirman que acostumbrarse a culturas tan diferentes a la oriental, al principio, no fue muy fácil. Indicaron que solo la paciencia, la comprensión y el amor han mantenido unida a su familia desde hace 35 años. Se casaron en Taiwán, China, en el Año Nuevo de 1965. Tienen tres hijos: Eugenio (33), Pablo (31) nació en Paraguay, ambos viven actualmente en San Francisco, Estados Unidos, y Vicente, quien es chileno, trabaja en Prensa Americana con su esposa.
- Embajador, es la segunda vez que cumplen misión diplomática en el Paraguay. ¿Qué recuerda de su primera misión en el país?
- La primera vez fue de 1967 hasta 1979. Ahora desde 1994 estamos nuevamente en el Paraguay. La primera vez fue muy duro, principalmente fue difícil acostumbrarnos a la alimentación, no hablábamos español. Mi esposa estaba embarazada y teníamos un niño que tenía dos años. En aquel entonces no podíamos utilizar aire acondicionado porque no había Itaipú y la electricidad era muy cara. Pasábamos muchos días encerrados en nuestra residencia, nos sentíamos solos, principalmente por el idioma. Fue muy duro principalmente para mi esposa, que era una dama acostumbrada a trabajar fuera de la casa. Ella es diseñadora de modelo y tenía su negocio propio.
- Ahora, en cambio, hablan muy bien el español...
- Sí, los tiempos cambiaron para nosotros. Aprendimos el español y tenemos muchos amigos. En los supermercados, encontramos muchos productos chinos para preparar nuestras comidas tradicionales. Ahora nos sentimos muy en casa. La vida diplomática es un trabajo de la pareja. No solo del diplomático. Mi esposa me acompañó, me comprendió; cuidó y formó a nuestros tres hijos y eso es un factor muy importante para mí. Paraguay realmente me gusta mucho como país.
- ¿Qué le gusta de Paraguay?
- Recorrimos muchos países. Como diplomáticos estuvimos en Panamá, Chile, Estados Unidos, Paraguay. En Taiwán, cuando estaba en el Comercio Exterior, visité 60 países, pero Paraguay me gusta mucho porque es un país que tiene todo por hacer. Se puede experimentar muchas cosas con la sociedad, el sector público y privado. Pero para los hijos generalmente la vida diplomática de los padres tiene ventajas y desventajas...
- ¿Cuáles son las ventajas y las desventajas?
- La ventaja es que conocen diferentes culturas e idiomas, entonces, eso ayuda mucho para formar su personalidad y su punto de vista del mundo globalizado. Pero también es muy duro para ellos tener que dejar amigos, familiares en un país y conocer otra cultura, otro idioma. Más difícil es para ellos cuando nos vamos a nuestro país, porque tienen que competir con los niños que estudiaron todo el tiempo el idioma chino, que es muy difícil.
- El Gobierno chino invierte mucho en el Paragua, ¿por qué?
- Primero porque somos amigos desde 1957, cuando establecimos relación diplomática. Paraguay nunca nos falló, en tiempo malo y bueno. Segundo, porque Paraguay necesita tecnología, y China tiene eso. La República de China está decidida a ayudarle al Paraguay en su proceso de desarrollo porque tiene muchos recursos naturales, energía, agua, clima, ubicación en el contexto del Mercosur y recursos humanos. Es decir, lo que no tenemos nosotros, Paraguay tiene. Nos complementamos perfectamente. No solamente en ayuda financiera, como el crédito chino. Lo fundamental es la capacitación para que los paraguayos puedan emprender su propio destino y mejorar su nivel de vida. Todo comienza con la educación. Cada año recibimos 50 técnicos en las diferentes disciplinas para hacer cursos de capacitación en China. Tenemos una Misión China agrícola que capacita a los agricultores para mejorar su producción y comercialización.
- Se habló mucho y se aclaró poco sobre el crédito chino. ¿Cuál fue la condición de su país para el crédito, embajador?
- Eso fue un bono paraguayo. Los bancos en nuestro país se responsabilizaron de comercializar esos bonos de 400 millones de dólares en el mercado internacional bursátil. A mi juicio, estas facilidades que otorgó el Gobierno chino a Paraguay solo debían utilizarse para proyectos urgentes de desarrollo del país. Los paraguayos deben trabajar con proyectos bien concedidos para generar su propio ingreso y mejorar su calidad de vida. Debe hacer realidad la reforma del Estado, que es mucho más que privatizar empresas.
- ¿Qué aspectos debe mejorar el Estado?
- Para empezar, es importante establecer un objetivo nacional. Debe ser muy claro para que todo el pueblo trabaje en función a ese objetivo. Nosotros, por ejemplo, en los años ‘60 nuestro objetivo nacional era la exportación. Toda la gente trabajaba para eso. El estudio, la capacitación y la idoneidad para ocupar cargos públicos son fundamentales. En China, somos 1.200 millones de habitantes; todos los empleados del Gobierno deben pasar un riguroso examen para ser admitidos.
- Finalmente ¿qué les gustaría hacer realidad en el Paraguay?
- Agustín Liu: Quiero reiterar la seguridad de mi Gobierno para acompañar al Paraguay en su proceso de desarrollo. Somos no solamente aliados políticos, también somos socios de desarrollo y progreso. Mi sugerencia para los hermanos paraguayos, especialmente a las autoridades nacionales, es que deben conservar la estabilidad política para desarrollar al país, captar inversiones extranjeras, generar fuentes de empleo y mejorar la calidad de vida. Los intereses nacionales deben estar por encima de todo interés particular.
Teresa Liu: Recorrí mucho el Paraguay como integrante de la Asociación de Damas Diplomáticas y con la Asociación China y vi muchos niños que no iban a la escuela. Por eso pienso que la autogestión y la igualdad de oportunidades de la familia humilde para educarse son fundamentales para lograr mayor desarrollo como país. La única diferencia entre gente pudiente y no pudiente es la educación. Confucio, nuestro gran filósofo, decía: educación es para todos, sin diferencia de raza, clase ni de recursos.