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¿Por qué debemos luchar contra la homofobia? Por el mismo motivo por el cual se lucha contra el racismo, el antisemitismo, el machismo, la misoginia y otras formas de intolerancia que buscan deshumanizar a un grupo determinado de personas.
La discriminación contra la comunidad Lesbiana, Gay, Bisexual y Transexual (LGBT) impide a los miembros de este grupo alcanzar su máximo potencial como seres humanos. Con la intolerancia y el odio, destruimos las esperanzas de vivir en una sociedad basada en el amor, la aceptación y la felicidad.
¿Cómo reconocer la homofobia? Algunos tienen la osadía de admitirlo públicamente (por cierto, “soy homofóbico ¿y qué?” es igual que decir, “soy racista/fascista/nazi, ¿y que?”), otros lo hacen más discretamente (“no soy homofóbico, tengo amigos gays, pero… [inserte frase homofóbica]”).
El término homofobia hace referencia a la aversión obsesiva hacia las personas homosexuales, aunque generalmente también se incluye a las demás personas de orientación sexual distinta al heterosexual. Hay que admitir que esta definición se presta a confusiones, lo que llevan a muchos homofóbicos a negar su realidad. Tampoco habrá sido fácil aceptar que uno era racista cuando consideraba que los matrimonios interraciales no eran lo normal o natural.
Sin embargo, detrás de cualquier expresión de rechazo, intolerancia, discriminación (“no estoy en contra de los gays, pero me opongo a que se casen/adopten/se besen en público, etc”) se esconde la aversión, que enmascara una profunda inseguridad y el miedo al cambio.
Lo que sostiene a la homofobia es una gruesa capa de mitos, combinada con ignorancia, dogmas religiosos y la incapacidad de pensar por uno mismo.
Algunos homofóbicos sostienen que la homosexualidad es una enfermedad, cuando existe un consenso entre la comunidad científica que no lo es. Son los mismos que niegan que el actual calentamiento global sea provocado por los seres humanos o los que todavía piensan que el VIH se contagia con un beso.
Entre los demás mitos de la homosexualidad uno de los más comunes es que la homosexualidad es una opción y la realidad es que no, no lo es. Una persona con determinada orientación sexual no puede decidir cambiarla. ¿O es que usted - querido lector hetero - puede hoy decidir “volverse” gay?.
Otro mito es que después de admitir una unión entre personas del mismo sexo, vendrán las exigencias de uniones entre personas y animales, cuando hay una clara y obvia diferencia entre una relación basada en consentimiento y otra en una violación.
Una lista más completa de otros mitos puede ser consultada aquí.
La única forma de luchar contra la homofobia es combatir la ignorancia. Es cierto que este flagelo (la homofobia, aclaro) no se erradica por completo, y también lo es que los homofóbicos tienen libertad para expresar sus ideas retrógradas. Lo que no tienen derecho es a imponer sus ideas, que han sido probadas como falsas, para negar los derechos de otras personas.
En el Día Internacional Contra la Homofobia les invito a los homofóbicos a salir de sus prehistóricas cuevas, a observar la realidad con un ojo crítico, a abrir sus mentes al cambio. No solamente es una experiencia liberadora, sino que ya podrán contribuir a una sociedad más equitativa y más justa, con menos odio y más compasión.