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En realidad, siempre pensé que son mis padres los que deberían recibir esas felicitaciones.
Al fin y al cabo fueron ellos los que hoy, hace 27 años, me vieron por primera vez, cuando era una bebé prematura de 800 gramos y se tomaban turnos de 12 horas parados al lado de la incubadora, para asegurarse que siga respirando.
Y fueron ellos los que me acompañaron en ese primer año de vida, en el que cualquier estornudo me llevaba nuevamente al hospital.
Fueron los que me tomaron de la manito cuando di mis primeros pasos.
Fue mi mamá, la que sorteaba el trabajo y el tráfico para llegar al jardín escolar unos minutos antes de la hora de salida, porque yo quería que fuera “la primera cara” que me pasara a buscar.
Fue mi papá, el que me alzaba cuando escuchaba un conocido vals, que me encantaba “bailar” pegada a sus cachetes.
Son mis padres los que han sacrificado sus horas de descanso, esparcimiento, sus sueños y hasta muchas veces su propia felicidad, para que yo tenga la mía.
Gracias a ellos hoy soy lo que soy. Así es que, papá y mamá, hoy me gustaría desearles un muy feliz cumpleaños.