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La gente simplemente vota por la opción que más que le convence y cree que le conviene en un determinado momento. No quiere ser chantajeada por amenazas de horribles cataclismos, y no se traga tan fácilmente la llamativa conversión a demócratas de aquellos que hace menos de un año traicionaron a la alianza que habían conformado para gobernarnos. ¿Por qué no lo volverían a hacer en el futuro cercano? Las cosas no son tan simples ni la gente es tan tonta como lo pretenden continuamente las cúpulas insensibles de los partidos tradicionales.
Tampoco me gustan las “franjas”. Ni coloradas, ni azules ni moradas, que supuestamente unen en llamativa alianza opciones políticas que poco tiempo antes eran aparentemente irreconciliables. Me huele a oportunismo o a provocación innecesaria, y me vienen a la memoria aquellas hinchadas de futbol que secuestran banderas del rival de turno para exhibirlas como un acto vejatorio o de sometimiento. No me parece adecuado ni decoroso. Es casi de mal gusto.
En los propios medios de comunicación, con el apoyo siempre dudoso de unas encuestas que no dejan de sorprender por su volatilidad de resultados, se alienta la conducta triunfalista de aquellos que dicen ganar partidos antes de jugarlos, y se promueve la exclusión de “los demás”. El problema es que el electorado ha cambiado mucho y no hay peor cosa que la desconexión de los comunicadores con la realidad social y política circundante. Es raro que no se hayan tomado las notas debidas en ocasión de lo ocurrido el 20 de abril del 2008.
Ayer nomás me preguntaron por radio dos cosas: si qué pensaba de los resultados de un debate mano a mano entre Alegre y Cartes, y si es cierto que estamos negociando nuestro supuesto apoyo al primero de esos dos candidatos. Con infinita paciencia y los mejores modales aprendidos en mi casa respondí que lo primero será como siempre más de lo mismo, un rosario de ofensas mutuas y una ausencia flagrante de propuestas con alguna posibilidad real de ejecución. Sobre lo segundo expliqué que está fuera de toda consideración, por profundas diferencias políticas, ideológicas y conceptuales, expuestas mediante un documento oficial serio y respetuoso de Avanza País hace un par de meses.
La idea de instalar la supuesta polarización no se compadece con lo que uno escucha recorriendo el país ni con aquello que se ve en las calles. Mucha gente que recién ahora comienza a pensar en tomar decisiones, luego de un par de debates que si bien fueron degradados por la “inteligentzia” local, logró el extraordinario cometido de llegar a 4 millones de personas por cada emisión, dejando en claro un par de cosas por candidato.
Por estas y muchas otras razones la recta final rumbo a las elecciones del 21 de abril nos deja todavía mucho espacio para las sorpresas y los cambios de posición en las últimas curvas. Pero finalmente, ese hilo de esperanza que se percibe en cada abrazo, en cada gesto de cariño que hemos recibido durante toda esta campaña, puede traducirse en un fenómeno electoral, ciudadano y democrático, de extraordinarias consecuencias para conquistar la sociedad que anhela la inmensa mayoría del Paraguay. Por esa causa daremos la gran batalla final en menos de cuatro semanas.
El voto verdaderamente útil es aquel que ubicará en los sitios de responsabilidad a los ciudadanos y ciudadanas que están comprometidos con barrer la vieja política paraguaya que tanto mal ya nos ha hecho. ¡Avanzamos hacia la democracia justa, equitativa e igualitaria! Tenemos un programa de protecciones sociales sólido. Pero como sabemos que no será fácil ponerlo en práctica con los hombres escombro de siempre proponemos clara y contundentemente, ¡Reforma Constitucional Ya! ¡Avanza País!
Mario Ferreiro
Viernes Santo, 29 de marzo de 2013