Allá van ellos, pertrechados con sus encuestas amañadas y sus concentraciones multitudinarias. Agazapados bajo las generosas mesas de los más burdos negociados. Tejiendo alianzas solamente entre ellos. Facturando por día lo que el pueblo jamás recibirá. Y diciéndonos al final del día que ellos son los únicos capaces de conducir nuestra nación.
En estos tiempos de campañas que se irán embruteciendo con el paso de los días. En donde aparecerán como ángeles justicieros aquellos que no tuvieron empacho alguno en transar con los rojos demonios de las cúpulas republicanas. En estas horas de insultos y diatribas, hay que empecinarse en no perder el rumbo. Avanza País llegó para quedarse y apunta a la transformación de la sociedad, hasta volverla más tolerante, inclusiva, justa y equitativa. Lo otro es parte de la vieja política, aquella que justamente nos ha arrastrado a los índices espantosos de miseria que nuestro país exhibe impúdicamente ante el mundo entero.
A dos meses de las elecciones generales, las cúpulas de los dos partidos tradicionales más antiguos del Paraguay comienzan a desplegar su habitual repertorio. Los que hoy ocupan la jefatura política del Estado incitan desembozadamente a sus funcionarios a “trabajar” por sus candidaturas. Les demandan sin ruborizarse mayor “esfuerzo”, y amenazan con tiempos negros si ellos perdieran unos privilegios que han aumentado ostensiblemente desde el 22 de junio del año pasado.
Es seguro que uno carece de muchos atributos y nadie se enoja cuando se nos enrostra la falta de experiencia política, -al contrario-, muchas veces lo tomamos como una verdadera distinción, por lo menos en la devaluada acepción que se le atribuye al término en nuestro país. Pero lo que no podrán decirnos al final de esta larga y dificultosa campaña es que no hemos sido coherentes.
Un simple “conversatorio”,-como se dice ahora-, con los oficiales de Naciones Unidas en nuestro país sirve para elaborar una radiografía bastante completa de las necesidades, metas y desafíos que tenemos enfrente aquellos que nos hemos ofrecido a la ciudadanía como opción de gobierno. Es que cada una de las agencias de la ONU tiene acceso a los indicadores que van enmarcando nuestra dura realidad en materia social, política y de gobernabilidad, entre muchos otros campos.
El actual gobierno se ufana de haber “depurado” la lista de beneficiarios del programa Tekoporâ, reduciendo de 115.000 familias que recibían el aporte en la era Lugo, a las actuales 88.320 que son alcanzadas por tan vital subsidio. La diferencia, dicen (ver ABC Digital del 24 de enero), radica en eliminación de aquellas familias que recibían el aporte sin estar dentro del nivel de pobreza extrema y en otros casos por haber sido incluidas como favor exclusivamente político.