Ocho razones para regalar una bici por Navidad o Reyes a un niño

Nada más alejado de esta humilde columna que fomentar el consumismo o contribuir al fenómeno que hoy se llama “niños hiperregalados”. Dicho esto, no podemos obviar compartir con ustedes la idea de que una bicicleta es definitivamente el mejor regalo que puede recibir una nena o un nene en las fiestas, su cumpleaños... o ¡cuándo sea!

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Imagine esta escena. Es el momento preciso en que mamá o papá suelta el asiento de la pequeña bicicleta sobre la cual está montado su hijo; antes le ha retirado las rueditas. El chico todavía no sabe que está pedaleando solo. Tiene las mejillas arreboladas, el pelo al viento y el pecho agitado por el esfuerzo y la emoción. Lo consiguió: se equilibra solo, mira para atrás y lo descubre. Se llena de orgullo, sus papás aplauden, le dan aliento. Puede que trastabille, pero ya está hecho. No hay vuelta atrás. Solo por ser testigo de esos momentos de gloria vale la pena regalar una bici a un chico. Pero si no le parece suficiente, acá mencionamos otros:

1.- La bici da a los chicos confianza en uno mismo y favorece la autoestima, ya que se puede comprobar el resultado del esfuerzo en poco tiempo.

2.- Brinda independencia -y por ende responsabilidad- y la posibilidad de comenzar a desarrollar decisiones autónomas.

3.- Permite hacer ejercicio físico y gastar energía sin exponerse a aglomeraciones, muy importante en tiempos de distanciamiento social obligatorio.

4.- Es una actividad que se puede hacer en familia. Súperimportante para fortalecer los vínculos, y -de nuevo- desde el punto de vista de las medidas para frenar la expansión del coronavirus, ya que se mantiene la burbuja.

5.- Brinda una herramienta que -bien cuidada- puede servir para siempre (o pueden heredar otros hermanitos, primos o amiguitos).

6.- Propicia un aprendizaje que será útil por el resto de la vida, ya que como bien sabido es, uno puede no pedalear por años, pero una vez que se aprendió no es más que subirse a la bici; la memoria muscular se activa y todo fluye naturalmente.

7.- Crea experiencias y recuerdos para toda la vida.

8.- Es uno de esos regalos que beneficia a quien lo recibe y a quien lo da. ¿Quién no se emociona hasta los tuétanos al ver al hijo emprender el vuelo solo, y básicamente ser feliz?

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