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En el corazón de esta vil actividad, el robo de bicicletas, hay una pieza clave que puede detener el engranaje y somos nosotros mismos. Es demasiado sencillo: sin mercado negro no habría interés en continuar con este delito, ya que la gran mayoría de las bicicletas se roba para revenderlas (malvenderlas).
Por eso es fundamental no caer en la tentación de adquirir una bici sospechosamente barata.
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Es muy importante actuar antes de que lleguemos a lo que está ocurriendo en ciudades importantes de Sudamérica como Bogotá, Sao Paulo o Buenos Aires -donde la costumbre de usar la bicicleta como medio de transporte está muy extendida y facilitada- el uso de la bici se disparó y con él los asaltos violentos a ciclistas (incluso ya con varias muertes).
Una de las cosas que podemos hacer al momento de comprar una bici de segunda mano es asegurarnos de que quien la vende sea su legítimo propietario.
¿Cómo hacemos eso? En primer lugar, si conocemos al vendedor por algún lazo de cercanía, es muy probable que lo hayamos visto más de una vez con esa bicicleta. Si no lo conocemos, podemos pedirle la factura de la compra original, y si no la guardó, podríamos indagar en sus redes sociales y ver si tiene fotografías con la bici que quiere vender, tomadas a través del tiempo.
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La mayoría de las marcas importantes de bicicletas ofrece además un registro en línea del número de serie. El dueño puede acreditar la propiedad mostrando este registro (y su fecha).
Si encontramos la oferta en una página de Facebook o un grupo de WhatsApp vale la pena sondear un poco en el perfil de quien la ofrece y chequear si en el pasado no puso en venta ya varias bicicletas de segunda mano, tal vez también a precios inferiores a los de mercado. Esto debería ser una señal de alerta.
También es conveniente corroborar si se trata de un perfil real, con amigos y publicaciones que se remontan al pasado y no una cuenta recién creada.
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Y por último, hagámosle caso a nuestro instinto. Si algo no cuadra, no concretemos la operación, ante la posibilidad de que estemos causando un daño al alimentar el mercado negro.
Si la idea de contribuir al bien común no nos bastase, una razón particular más que válida para no comprar bicis que podrían haber sido robadas es la posibilidad de que el legítimo dueño la reconozca, pueda probar sus derechos y finalmente -por una falsa “ganga”- terminemos sin el pan y sin la torta.
O peor aún, como ocurrió esta misma semana, el comprador (a un precio irrisorio) de una bici robada puede acabar tras las rejas, como muestra este informe de ABC TV:
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En Paraguay, por suerte, este mal está en pañales, aunque no pasa semana sin que se reporten casos.
En países muy populosos como el Reino Unido, donde según las estadísticas se roban cada año 400.000 bicicletas (lo que equivale a 1.100 bicicletas al día o 2 bicicletas en tres minutos, según cyclist.co.uk) o Estados Unidos, donde la cifra es de 188.500 bicicletas al año (o 516 bicicletas cada día, o una bicicleta cada 3 minutos, según Markel Insurance) este mal ya resulta irremediable.
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Es que robar una bicicleta es bastante fácil -puede ejecutarse durante su desplazamiento como cuando está estacionada- y, más aún, revenderla -pues no existen registros, ni trámites especiales-.
Pero estas no son las únicas razones. Mucho facilita el robo la estandarización de colores y diseños, así como, y esta es la principal, que las bicis no quedan aseguradas correctamente.
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Por ello es recomendable personalizar nuestra bicicleta, para que resulte fácilmente reconocible o, si no te gusta o no querés, al menos grabarle tus iniciales o nombres en algún lugar importante (en previsión de lo peor, es conveniente que tengas además anotado el número de serie y varias fotos de ella); y, asegurarla siempre con un candado. Vale la pena invertir en uno de buena calidad.
Tipos de mecanismos de seguridad para evitar el robo de bicicletas
Los candados, en realidad son un mecanismo de seguridad -también conocidos como antirrobo de bicicletas-, vienen en diversos modelos, materiales y calidad. Según su nivel de seguridad, son los siguientes:
- Candado en U (también conocido como U-lock u horquilla). Es muy resistente y seguro, pues posee una buena cerradura y su estructura es de acero endurecido -que lo hace fuerte ante el taladro o el corta candado-, pero es bastante caro y pesado -y se requiere más de uno para asegurar convenientemente la bici-;
- Cadena de seguridad. Se destaca por su flexibilidad, con ella se puede asegurar el cuadro, las ruedas u otras partes. Es bastante segura (con un nivel similar a los candados en U), sobre todo si los eslabones de la cadena son de acero reforzado -que por lo general está recubierta con un forro para no dañar la pintura de la bicicleta-, pero su precio es algo elevado; y,
- Candado de cable o tipo espiral. Es barato, pero poco eficiente; puede cortarse con herramientas sencillas. Su uso más bien es recomendable para asegurar los accesorios o para amarrar una bici que va a estar permanentemente a la vista.
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Al momento de elegir alguno de estos mecanismos de seguridad debemos considerar: qué partes queremos proteger (el cuadro y las ruedas, o solo alguna parte o componente); el lugar donde vamos a dejar la bici (no es lo mismo un estacionamiento vigilado que la calle); y, el peso que queremos cargar.
Debemos siempre tener en cuenta, al comprar un candado, que es mejor gastar en uno bueno antes que sufrir el despojo de nuestra bicicleta; y usarlo siempre, incluso en el garaje, patio o balcón donde guardamos nuestra bici en casa, por si se diera el infortunado caso de que entren a robarnos, como le ocurrió a esta familia del barrio San Miguel de San Lorenzo:
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Tené en cuenta estos tips para asegurar tu bici
Algunos tips: al momento de asegurar la bicicleta, el candado, debe abarcar cuando menos el cuadro y la rueda trasera. También tenemos que buscar hacerlo a una estructura fija y fuerte, es decir, que no sea removible o endeble.
En el caso de los estacionamientos especiales para bicis, lo ideal es que sean elevados y no simplemente del tipo en el que se encastra la rueda delantera. También, debemos dejarla en un lugar visible, al alcance de nuestra vista o de alguien más en quien confiemos, por supuesto bien candadeada, para evitar esta clase de riesgos:
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Tu negocio ¿ofrece seguridad al ciclista?
La seguridad de las bicicletas no atañe solamente al propietario. Es una cuestión tangencial. Por citar un caso: si una cadena de autoservicios construye de cero nuevos locales a lo ancho y a lo largo de la ciudad, ¿no sería ideal y una muestra de civismo, responsabilidad empresarial y compromiso con la movilidad sostenible que incluya en esas edificaciones un par de plazas para que estacionen los ciclistas?
A menudo vemos en esta clase de locales, y otros, que no hay lugar para dejar la bicicleta de manera segura. Por eso hay quienes las encadenan a las barandas de las rampas o las rejas del puesto donde se almacenan las garrafas, o peor, a las barras de los basureros. Nada de esto es seguro o digno.
Algunos no tienen más opción que dejar sus bicis “un segundito” sin seguros, apoyada a una baranda, tal vez bajo la mirada de un guardia que rápidamente se distrae o se involucra en otros menesteres y así es que -como se ve en videos de cámaras de seguridad- un avivado delincuente al paso se aprovecha del descuido y se retira de la escena pedaleando en una bicicleta ajena, dejando atrás a alguien con el corazón roto.
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Los comerciantes deberían entender que los ciclistas también son consumidores y explotar esa veta, poniendo infraestructura segura para el cliente o empleado que llega en bicicleta.
Incluso pueden ofrecer candados, y un cartel avisando al respecto, para que el ciclista que salió de casa sin su cadena pueda detenerse y entrar a la tienda si súbitamente siente esa necesidad.
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Seamos solidarios, nos conviene a todos. Si alguien denuncia un robo, difundámoslo; si vemos una bici mal asegurada, advirtámosle a su propietario o, si podemos, echémosle ojo hasta que éste regrese; reclamemos la implementación de estacionamientos adecuados para bici en los comercios o espacios públicos que no los tengan; y, principalmente, nunca, pero nunca, compremos repuestos, partes o bicis de dudosa procedencia.