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A principio del siglo XIX el barón de Drais concibió una novedosa máquina con la intención de que reemplazara al caballo; lo que aquella consiguió, terminando el siglo, con diversos aportes que contribuyeron a su evolución. Lastimosamente durante los 100 años siguientes se impuso un invento posterior: el automóvil, cuyo reinado como medio individual de transporte está en decadencia.
El paradigma del transporte del futuro práctico, sano y amigable con el ambiente es la bicicleta. Y en un contexto de pandemia, la apuesta se redobla.
1.- ¿Quién quiere subirse a un bus lleno de gente que podría contagiarte?
Si bien el transporte público es una solución ideal para evitar la contaminación que generan miles de autos en los que viaja una sola persona, la situación actual hace que la inevitable proximidad física que existe en los buses represente un riesgo. En una bici no existe ese contacto. Sos el único pasajero, con la ventaja de que elegís tu trayecto, tu hora de salida y de llegada.
2.- Mejora tu sistema inmunológico y aumenta tus defensas
Más que nunca, necesitamos que nuestras defensas inmunológicas estén elevadas y en alerta. El ejercicio ayuda a disminuir las probabilidades de sufrir ciertas enfermedades tanto físicas como mentales. Esto vale para todo tipo de ejercicio, pero en el caso de que usemos la bici como medio de transporte estamos combinándolo con la posibilidad de ir de un lugar a otro sin contaminar y sin gastar dinero, así que el abanico de ventajas se potencia. En el libro “El cambio soy yo”, se cita al médico brasileño Paulo Saldiva, profesor de la facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo, quien señala que cuando alguien comienza a usar la bicicleta como medio de transporte obtiene todos los beneficios que traen consigo los ejercicios regulares. “La actividad física continua es antiinflamatoria y la sensación de bienestar y la liberación de endorfina y cortisol funcionan como si estuvieses tomando una aspirina de manera crónica”, dice.
3.- Tu cuerpo pide salsa, pero no querés ir al gimnasio
Tenés necesidad de hacer ejercicio físico, moverte, estirarte, gastar energía; en fin sacudirte el encierro, pero no querés o no podés ir a un gimnasio y tampoco tenés dónde ejercitarte al aire libre. ¿Qué mejor que aprovechar el tiempo y hacer los desplazamientos indispensables, que sí o sí harás, a pedal? Ir a trabajar, al almacén o a la farmacia en bici te va a salir gratis y es una excusa para mantener el cuerpo en movimiento.
4.- Adiós al estrés
El coronavirus no solo afecta a quienes lo contraen. De zopetón nos obligó a encerrarnos y la incertidumbre, el hastío, la crisis económica aumentaron a niveles estratosféricos el estrés con el que cargamos, sin posibilidad de desenchufarnos con una reunión de amigos, saliendo de paseo o viajando. Ese estrés puede liberarse pedaleando, porque andar en bici es un ejercicio físico que además requiere concentración y permite un estado similar al que se llega meditando. Según una encuesta del Instituto de Salud Global de Barcelona, las personas que se desplazan en bicicleta al menos cuatro días a la semana reportaron una reducción de sus niveles de estrés hasta del 52% en comparación con las que no pedalean. Acá volvemos a citar al Dr. Saldiva: “La actividad física también combate la depresión y la ansiedad. Después de pedalear, la sensación de bienestar es casi un opio; es un opiáceo. Y la endorfina es una morfina interna con efecto tranquilizante”-
5.- Es casi casi gratis
Andar en bici es una actividad sumamente barata y es tiempo de ser sumamente cauto con las finanzas personales. El principal gasto es, claro, la bicicleta, pero se hace una sola vez. Luego bastará con un arreglo aquí y otro allá, algún accesorio y nada más. Pero si pensás en que dejás de gastar en nafta o en pasajes, tal vez también en la cuota del gimnasio o en medicamentos, la bici se paga sola.
A veces ni siquiera hace falta comprar una bicicleta nueva, basta con poner a punto una que tenemos sin darle amor en el fondo del patio. La bici es noble y con un poco de atención volverá a rodar sin hacer ningún reclamo.
6.- Podés ir a tu ritmo y como quieras
El pedaleo es sumamente democrático e incluyente. Que no te engañe el pasar de un ciclista forrado en lycra desde el dedo gordo hasta la coronilla y montado en una bici que cuesta más que un auto. Hay una bici para cada uno y cada uno puede disfrutarla a su ritmo y vestido como quiere.
No hace falta disfrazarse, en bici se puede andar con casi cualquier ropa y zapatos, como lo demuestran millones de holandeses y daneses todos los días. Tampoco hace falta probarle nada a nadie: basta con tener una bici, dos brazos y dos piernas para andar al ritmo que lo permite el propio cuerpo, sin forzar nada y sin sobreexigirse.
7.- Una vuelta a la niñez
Para sobrellevar estos días pandémicos en los que la rutina y las limitaciones nos abruman, refugiarse en los recuerdos de tiempos mejores es una alternativa. Y quién no añora su infancia. Subirse al asiento de una bici, agarrar el manubrio, impulsar un pedal primero, luego el otro... inevitablemente abre la puerta a los recuerdos de la niñez: la primera bici, el aprendizaje, las caídas, los paseos por el barrio con los amiguitos. La bici tiene mucho de la infancia pero no se limita a ese periodo de la vida. Pero eso sí, andar en bicicleta definitivamente saca de paseo a tu niño interno.
8.- Una nueva mirada y relación con el entorno
Lo sabemos, ya nada es lo mismo: evitamos salir de casa y restringimos esas salidas a lo estrictamente necesario. Al elegir movernos en bici le podemos añadir un poco de color a esos recorridos obligatorios, cambiando el trayecto habitual o explorando nuestro propio barrio. Sin darnos cuenta han pasado ya más de 180 días de confinamiento, y te sorprenderá comprobar cómo sin que viéramos el proceso se ha modificado el paisaje. Nos encerramos en verano, a las puertas del otoño, y ahora, ya casi en primavera, los árboles estallan en flores y despliegan alfombras vegetales a nuestro paso. Transitar, ver, oler y sentir son privilegios que dábamos por sentado y solo ahora tomamos conciencia de ello.
9.- En estado meditativo
La meditación es otra de las actividades que se potenciaron en cuarentena. Y pedalear es como meditar en movimiento. Nos obliga a enfocarnos y a la vez que debemos tomar conciencia del entorno, nos abstraemos de él. Nick Moore, en su libro Mindfulness para ciclistas escribe que la belleza del ciclismo es que no depende exclusivamente de la fuerza bruta, sino que es también un juego mental. “Solo unos pocos milímetros cuadrados de goma están en contacto con el suelo en un momento cualquiera. (...) En ese estado puro de vivir enteramente en el aquí y el ahora, olvidándonos de todo lo demás, podemos disfrutar de la completa libertad, magia y sentido de posibilidad que nos concede la bicicleta”, escribe.
En fin, el mundo está cambiando y el verbo “reinventar” debe ser uno de los más conjugados en estos días en que un virus nos puso la vida patas para arriba. Si ahora hacemos cosas que antes nos hubieran parecido inconcebibles, como salir a las calles enmascarados o tener clases y trabajar desde casa, definitivamente podemos replantearnos también la manera en que nos movemos dentro de nuestra ciudad.