Existen expresiones que no solamente suenan mejor en nuestro idioma vernáculo, sino que hasta las sentimos en guaraní. Fue la sensación al escuchar el discurso de graduación de Jesús Barrios Chamorro: una especie de descarga eléctrica, la mejor forma de describirla. Muchos sentimos que se nos erizaba la piel, y también asomaron lágrimas. Ante un testimonio tan meritorio y auténtico, no existen barreras.
Durante la Semana Santa pasada, aprovechando el buen clima de ese feriado largo, el grupo de amigos decidió dedicar una jornada a la pesca. Si bien debido a la larga sequía y lo encajonado que encontraron el río la perspectiva no era de lo más auspiciosa, se encaminaron bien predispuestos a probar suerte en el Monday, afluente del caudaloso Paraná. Como manda la tradición, las cañas de pescar estaban listas, la carnada seleccionada y la conservadora bien llena con avíos y desde luego algo para tomar. Todo presto para pasarla de la mejor manera.
Viajar al sur del Paraguay es reencontrarse siempre con una parte del país que, al margen de cualquier situación, avanza con pasos firmes. Es que toda la región, especialmente Itapúa, deslumbra por su dinamismo económico y social. Cada visita nos deja con la agradable sensación de que allí se respira un aire diferente, cargado de esfuerzo, orden y visión de futuro. Es innegable: el sur del Paraguay es pujante, y siempre digno de admirar.
A lo largo de la historia la verdad ha sido, con demasiada frecuencia, una amenaza para los poderosos. Razones hay muchas para esto: sea porque apeligra los pilares sobre los que construyen sus privilegios, sea porque simplemente desenmascaran realidades apenas y mal disimuladas. Aquí y ahora, esa historia parece repetirse, cuando desde lo más alto del gobierno se arremete contra los medios de prensa, y no porque mientan sino por esa costumbre crónica de incomodar que tienen. Y, con sesgos que nos recuerdan la Inquisición, se intenta acallar la verdad tachándola de herejía.
A partir del golpe del ‘89, las marchas y manifestaciones populares, antes proscriptas por el régimen, fueron legalizadas en Paraguay. De la mano con esto, se crearon los mecanismos correspondientes para que se llevaran adelante en forma ordenada y pacífica, respetando así los derechos de todos los ciudadanos, tanto participantes de las mismas como no. Y esto, en mayor o menor medida, se viene respetando bastante bien.
Un par de días atrás, recordábamos aquel aciago 22 de marzo de 1984. Ese día, a través de una escueta resolución del Ministerio del Interior se ordenaba el cierre de actividades del diario ABC. Una orden arbitraria que no sorprendió demasiado, porque se veía venir en un momento en que la dictadura ya estaba lejos de su apogeo, por lo menos en lo que hacía al mando efectivo de Stroessner.
Durante un foro de empresarios paraguayos, del que participaron dueños de empresas muy grandes del país y emprendedores que se están iniciando y buscan consejo e ideas, las apreciaciones de uno de los participantes, de origen coreano, calaron profundo entre todos los presentes.
“El primero de marzo cayó, más su nombre en el bronce quedó”, así cantamos con energía los niños durante décadas, y antes de nosotros nuestros mayores. Era una manera de demostrar respeto no solamente al máximo héroe de nuestra historia, que fuera muerto en forma vil a orillas del Aquidabán por la soldadesca del imperio. También era una forma de respeto a la Patria misma.
Lo que decimos de los demás es muy importante. Tanto por el contenido de lo que expresamos, la forma en que lo hacemos, las circunstancias y hasta los términos que utilizamos. La suma de todo esto dice mucho acerca de nuestra educación, y también de nosotros. Pero igual o incluso más importante es la forma en que nos referimos a nosotros mismos, y esto cuenta más que mil palabras.