La película que armó el oficialismo con el caso del fin de la cooperación entre la Administración del Control de Drogas (DEA, por su sigla en inglés) y la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) para el combate al narcotráfico continúa y amenaza convertirse en una serie de varios capítulos.
La decisión del Gobierno de cortar la cooperación de la Administración de Control de Drogas (DEA), de los EE.UU., con la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) genera especulaciones de todo tipo por la total falta de claridad sobre sus motivaciones y consecuencias.
El presidente Santiago Peña reveló la gran necesidad de reconocimiento que tiene, tanta que lo hace caer en el ridículo. Pretender colgarse del éxito actual de la selección nacional de fútbol es un recurso extremo y da una imagen contraria a la que seguramente pretende.
La “marcha por la Justicia contra todas las Injusticias”, que impulsan dirigentes de la oposición desde el próximo domingo y hasta el jueves 21 de noviembre será un primer ensayo para testear el sentir ciudadano en este momento preciso de nuestro devenir.
El plan de quienes están ahora en el poder es sencillo y está a la vista: que todo siga como en los últimos años, con repartija de cargos públicos para los leales, manipulación de los tres poderes del Estado e instituciones extrapoder, difamar y perseguir a los críticos y aprovechar la ocasión para hacer negocios con información privilegiada y dinero del Estado.
El lanzamiento precipitado por parte del oficialismo de la candidatura a presidente del actual vicepresidente Pedro Alliana para el periodo 2028-2033, puede interpretarse de diversas maneras. Tal vez solo sea un intento de desviar la atención ante el tendal de noticias negativas contra la actual administración, que exponen diariamente ante la opinión pública la avidez de varios referentes del Gobierno por beneficiarse en forma particular del dinero público.
La reacción desproporcionada del presidente Santiago Peña ante una consulta periodística, personificando a un grupo empresarial en un periodista, revela un desequilibrio y una carencia de argumentos preocupante para alguien con el cargo de mandatario de un país.