Poco a poco se van instalando sutilmente piezas claves para construir una nueva dictadura. Los abusos de poder, la violación de la Constitución y las leyes, por parte de gobernantes, funcionarios del Estado y políticos con su correspondiente impunidad y contubernio de la administración de justicia, van siendo cada día más frecuentes.
La educación es servicio y proceso esencialmente orientados al futuro. Los educandos, niños, adolescentes, jóvenes o adultos, se introducen en la cultura de su comunidad y desarrollan sus dimensiones, potencialidades y capacidades, con la ayuda de los educadores familiares y profesionales, mirando al futuro y preparándose para enfrentarlo con éxito. Más o menos conscientemente, el futuro es el constante horizonte y el factor motivador básico.
El pasado lunes 7 del presente mes, por iniciativa de la Comisión de Educación de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), con la colaboración y compromiso de la Universidad Católica de Asunción (UCA), se celebró el Primer Precongreso Nacional de Educación Católica.
Por más que el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), los miembros del Comité Estratégico y los gestores del Plan Nacional de Transformación Educativa (PNTE) insistan en querer imponerlo, no lo conseguirán, porque la ciudadanía está comprendiendo que es un plan mau, falso, plagio de planes extranjeros, que nada tienen que ver con nuestras culturas, historia, raíces, principios y valores.
La pedagogía es ciencia y práctica de la educación. Nuestro sistema educativo, que queremos transformar por sus muchas y graves deficiencias, no tiene fundamentación científica. Todo plan educativo nacional tiene que justificar sus currículos, planes y programas, definiendo con la antropología qué tipo de varón y mujer se propone educar; con la sociología debe definir qué modelo de sociedad está proponiendo a los educandos, para que cuando egresen sean ciudadanos activos de esa sociedad propuesta.