“Seamos realistas, pidamos lo imposible” es la frase más conocida -y trillada- del Mayo Francés. Hace 55 años que ocurrió esa serie de manifestaciones que hasta ahora continuamos usando de referencia para animar a los oprimidos a que salgan a las calles para hacer sentir la bronca, producto del orden establecido. Esta vez la intención es instrumentar el Mayo Francés para compartir una opinión sobre las protestas que observamos en nuestro país desde que se inició el mes, coincidentemente como en la Francia de 1968.
La embajada de los Estados Unidos volvió a darle un golpe al Partido Colorado esta semana con las restricciones impuestas a Horacio Cartes y Hugo Velázquez. Esta vez en una coyuntura marcada por el acuerdo consolidado (aparentemente) entre Honor Colorado y Fuerza Republicana para trabajar unidos por la Lista 1.
Desde la aparición de Horacio Cartes en el escenario político toda discusión gira en torno a él, su proyecto y cómo hacer para sacarlo de escena. Es verdad que Cartes tuvo sus vaivenes, pero siempre se trasladó dentro de los márgenes del conservadurismo social y lo que llaman “liberalismo económico”, con la promoción de la filosofía emprendedora y motivacional. Su dinero, más esa capacidad de desplazarse ideológicamente según los tiempos políticos lo ayudó a perdurar como el líder más importante de los últimos 10 años.
Una buena descripción del infierno debería incluir un sistema de transporte público como el nuestro. No creo que haya castigo más perverso que tener que esperar tanto tiempo para viajar en buses repletos, camino al trabajo o la universidad. Aparte de la carencia de oferta, los que usamos el servicio tenemos que estar expectantes de que el pasaje no suba porque el precio del combustible se incrementa con frecuencia.
No tiene nada de sorprendente que un chico de una villa del Gran Buenos Aires encuentre similitudes en gente que vive en la Chacarita de Asunción. La marginación que resisten las familias de las zonas periféricas de las capitales de Sudamérica parecen calcadas.