De acuerdo con las informaciones que vienen de Brasil, el presidente Bolsonaro estaría a punto de caer. No es la primera vez: también estuvo a punto cuando los incendios del Amazonas, o cuando la reforma de la previsión social, o cuando Lula fue preso por corrupción, o por las declaraciones de alguno de sus hijos, y por las propias. Y cada tanto y en cuanto aparece algún tema que de pie, surge la crisis y la suerte de Bolsonaro está echada.
Será muy duro hablar de cinismo cuando uno considera la actitud de quienes desde el lado del chavismo hablan de soluciones por la vía del diálogo y continúan dando tiempo al régimen dictatorial venezolano. El caso del Papa Francisco en momento crucial; la tarea que cumple Rodríguez Zapatero y que ahora oficializa el gobierno de Pedro Sánchez; las tesituras asumidas por México con el retorno del viejo priismo modernizado por AMLO, o por el kirchnerista Alberto Fernández, en continuo desvarío, o por el Frente Amplio uruguayo con el hasta hace unos días presidente Tabaré Vázquez, o por algunos cuantos comedidos y pavos reales que se “anotan” como conciliadores.
Recordando al del molinero de Sans Souci, que enfrentó a Federico II –El Grande– de Prusia con la advertencia de “Majestad, aún hay jueces en Berlin”, se presenta ahora un planteo que genera la interrogante de si aún hay jueces en Costa Rica. Precisando: si hay jueces en la Corte Interamericana de Derecho Humanos (Corte IDH), con sede en San José de Costa Rica.
De viejos y nuevos amores. Luis Lacalle Pou, presidente electo del Uruguay fue categórico: “No estoy dispuesto a que en la asunción esté el dictador Maduro”. Tampoco invitó para el acto en que asumirá la presidencia —el próximo domingo 1º de marzo— a los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel de Cuba. Son dictaduras, fue la explicación.
Pobre la democracia. Pobre la República. Comenzaron a manosearlas sin respeto alguno las dictaduras totalitarias y tiránicas de la antigua URSS (Unión de Repúblicas Socialistas y Soviéticas), en que varios de los países integrantes del conglomerado redondeaban “repúblicas democráticas”.