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Cateura es una bomba de tiempo legada por la inoperancia o la miopía de los sucesivos intendentes y concejales que tuvo Asunción a partir de 1984, cuando se decidió instalarlo allí para dar solución al vertido de desechos domiciliarios que se hacía en los arroyos y zanjas de la ciudad. Varios intendentes han prometido cerrar este vertedero, trasladarlo y reconvertirlo. Todos prometieron un parque ecológico en el lugar y destinaron miles de millones de recursos del contribuyente asunceno para cubrir la basura. Hoy sigue siendo una promesa electoralista. El vertedero de Cateura continúa siendo una cuenta pendiente de intendentes y concejales con la ciudadanía asuncena. Esperemos que las próximas autoridades municipales den una solución definitiva al problema y aquello se convierta en una planta de aprovechamiento energético o en un gran parque por el bien del ecosistema y las generaciones futuras.Es inadmisible que en pleno siglo XXI un vertedero, como el de Cateura, siga operando en medio de un barrio densamente poblado y a orillas de un recurso hídrico de incalculable valor ecológico y ambiental como el río Paraguay.
Cateura es una bomba de tiempo legada por la inoperancia o la miopía de los sucesivos intendentes y concejales que tuvo Asunción a partir de 1984, cuando se decidió instalarlo allí para dar solución al vertido de desechos domiciliarios que se hacía en los arroyos y en cualquier zanja de la capital.
El remedio resultó peor que la enfermedad, y décadas después los arroyos asuncenos siguen contaminados con todo tipo de desperdicios. Además, se ha echado a perder una zona de gran valor ecológico como lo era el Bañado Tacumbú y todo el entorno paisajístico del Cerro Lambaré con la otrora Laguna Cateura, que da nombre al lugar.
Actualmente, el sitio presenta un deprimente panorama con basura esparcida por doquier que emana un olor nauseabundo, y toda la flora y fauna enterradas bajo enormes extensiones de desperdicios provenientes de la ciudad. Esto, además de las viejas olerías que han desaparecido del lugar, sin que los encargados de velar por el "patrimonio" hayan movido un dedo.
La situación que vive Asunción en la zona no se compadece del ecosistema y va a contramano de todos los criterios urbanísticos y ambientales aplicados en otras ciudades más avanzadas, donde los vertederos o sitios de disposición final de desechos se ubican cada vez más lejos y aislados de los centros de población, donde no pongan en riesgo recursos hídricos ni las napas freáticas.
En otras ciudades de la región, la basura que llega a los vertederos es la que ya no se pudo reciclar o seleccionar en origen y, aun así, los últimos desechos son aprovechados para la preparación de abonos, producción de biogás o generación de electricidad. La tecnología de nuestros días considera a la basura prácticamente como una materia prima más y fuente de energía.
Sin embargo, en Cateura, a diario se entierran toneladas de materiales aprovechables pues la incursión de los gancheros apenas permite que sea segregado el 10% del material reciclable dispuesto allí.
Desde la administración del intendente Carlos Filizzola, en 1991, se empezó a hablar de cerrar Cateura, trasladarlo y reconvertirlo en parque. Con las siguientes administraciones de Martín Burt y Enrique Riera se ha logrado establecer el sistema de relleno sanitario y se han clausurado algunos módulos. Todos ellos prometieron un parque ecológico en el lugar y destinaron miles de millones de recursos del contribuyente asunceno para cubrir la basura. Hoy sigue siendo una promesa electoralista.
Varias hectáreas del vertedero todavía siguen activas con el Módulo IV, gestionado por la empresa Empo, a la que la Secretaría del Ambiente (Seam) ha concedido una licencia para operar el vertedero.
A mediados de este año, la actual administración municipal de Evanhy de Gallegos presentó un ambicioso plan al sector privado, entre los cuales se incluía una "Planta de biogás en Cateura" con una inversión de 4,2 millones de dólares. El objetivo se anunció es capturar y destruir el gas metano que se genera en el relleno sanitario, con lo cual se obtendrán Certificados de Emisiones Reducidas en el mercado internacional del carbono. También se habló de un programa de recuperación social para los gancheros con planes de capacitación y reubicación laboral.
No pasaron de un pomposo anuncio. Tanto los altos funcionarios municipales como los concejales se olvidaron del tema tras la presentación.
Mantener un vertedero en medio de una población es una vergüenza nacional para una capital que se jacta de moderna y progresista. Es injustificable que continúe operando en el lugar y que no se hayan encontrado sitios alternativos adecuados, tal como lo establece el contrato de concesión a la firma Empo.
El vertedero de Cateura sigue siendo una cuenta pendiente de intendentes y concejales con la ciudadanía asuncena. Esperemos que las próximas autoridades municipales den una solución definitiva al problema y aquello se convierta en una planta de aprovechamiento energético o en un gran parque, por el bien del ecosistema y las generaciones futuras.
Cateura es una bomba de tiempo legada por la inoperancia o la miopía de los sucesivos intendentes y concejales que tuvo Asunción a partir de 1984, cuando se decidió instalarlo allí para dar solución al vertido de desechos domiciliarios que se hacía en los arroyos y en cualquier zanja de la capital.
El remedio resultó peor que la enfermedad, y décadas después los arroyos asuncenos siguen contaminados con todo tipo de desperdicios. Además, se ha echado a perder una zona de gran valor ecológico como lo era el Bañado Tacumbú y todo el entorno paisajístico del Cerro Lambaré con la otrora Laguna Cateura, que da nombre al lugar.
Actualmente, el sitio presenta un deprimente panorama con basura esparcida por doquier que emana un olor nauseabundo, y toda la flora y fauna enterradas bajo enormes extensiones de desperdicios provenientes de la ciudad. Esto, además de las viejas olerías que han desaparecido del lugar, sin que los encargados de velar por el "patrimonio" hayan movido un dedo.
La situación que vive Asunción en la zona no se compadece del ecosistema y va a contramano de todos los criterios urbanísticos y ambientales aplicados en otras ciudades más avanzadas, donde los vertederos o sitios de disposición final de desechos se ubican cada vez más lejos y aislados de los centros de población, donde no pongan en riesgo recursos hídricos ni las napas freáticas.
En otras ciudades de la región, la basura que llega a los vertederos es la que ya no se pudo reciclar o seleccionar en origen y, aun así, los últimos desechos son aprovechados para la preparación de abonos, producción de biogás o generación de electricidad. La tecnología de nuestros días considera a la basura prácticamente como una materia prima más y fuente de energía.
Sin embargo, en Cateura, a diario se entierran toneladas de materiales aprovechables pues la incursión de los gancheros apenas permite que sea segregado el 10% del material reciclable dispuesto allí.
Desde la administración del intendente Carlos Filizzola, en 1991, se empezó a hablar de cerrar Cateura, trasladarlo y reconvertirlo en parque. Con las siguientes administraciones de Martín Burt y Enrique Riera se ha logrado establecer el sistema de relleno sanitario y se han clausurado algunos módulos. Todos ellos prometieron un parque ecológico en el lugar y destinaron miles de millones de recursos del contribuyente asunceno para cubrir la basura. Hoy sigue siendo una promesa electoralista.
Varias hectáreas del vertedero todavía siguen activas con el Módulo IV, gestionado por la empresa Empo, a la que la Secretaría del Ambiente (Seam) ha concedido una licencia para operar el vertedero.
A mediados de este año, la actual administración municipal de Evanhy de Gallegos presentó un ambicioso plan al sector privado, entre los cuales se incluía una "Planta de biogás en Cateura" con una inversión de 4,2 millones de dólares. El objetivo se anunció es capturar y destruir el gas metano que se genera en el relleno sanitario, con lo cual se obtendrán Certificados de Emisiones Reducidas en el mercado internacional del carbono. También se habló de un programa de recuperación social para los gancheros con planes de capacitación y reubicación laboral.
No pasaron de un pomposo anuncio. Tanto los altos funcionarios municipales como los concejales se olvidaron del tema tras la presentación.
Mantener un vertedero en medio de una población es una vergüenza nacional para una capital que se jacta de moderna y progresista. Es injustificable que continúe operando en el lugar y que no se hayan encontrado sitios alternativos adecuados, tal como lo establece el contrato de concesión a la firma Empo.
El vertedero de Cateura sigue siendo una cuenta pendiente de intendentes y concejales con la ciudadanía asuncena. Esperemos que las próximas autoridades municipales den una solución definitiva al problema y aquello se convierta en una planta de aprovechamiento energético o en un gran parque, por el bien del ecosistema y las generaciones futuras.