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¡Inolvidable invierno aquel! Sí. Lo recuerdo como si fuera ayer: una hermosa sonrisa junto a ese grandioso tajy; transcurría por entonces el mes de agosto, y yo insistía sin dejar ningún respiro a esa hermosa mujer. Mis nueve años eran el justificativo perfecto para exigir aquello que en ese momento significaba todo en mi pequeña vida: " Mamá, lo único que quiero en mi día es ese juguete", exclamaba yo con extraña impaciencia. Cada vez más insistente se volvía el pedido a medida que se acercaba el dieciséis, por lo que a tal ferviente exigencia, la respuesta de mi madre era siempre la misma: "Tu regalo ya lo tengo y lo recibirás ese día".
La espera se volvía tediosa y muy aburrida; todo giraba en torno a aquel dichoso regalo.
Preguntaba enfadado a la abuela: "¿Has visto mi regalo?". El silencio era la única respuesta que recibía en aquel momento; hurgaba afanosamente en los lugares más recónditos hasta donde mi inmensa imaginación me decía que podría encontrar oculto mi regalo, y aquella incesante búsqueda solo conseguía aumentar aún más mi ansiedad por la llegada del día.
Tras dejar en el tiempo tan larga espera, aquel soñado día por fin llegó. Por esas raras casualidades de la vida, me sorprendió dormido y bien acurrucado en mi cálido lecho; escuché, entonces, una dulce voz que me susurraba al oído "Ven, sígueme y encuéntrate con tu regalo". Todavía un poco confundido, con los ojos casi cerrados, pegué un salto y acudí al llamado de la voz; en pocos segundos, me encontraba parado frente a aquel lapacho que bajo sus grandes ramas guardaba un tesoro; sin mediar palabras, me arrojé al suelo para recogerlo: allí mismo se encontraba guardado, en un sobre entreabierto, una hoja de papel medio amarillenta escrita de puño y letra; me dispuse entonces a leerla.
La frase con que empezaba el mensaje nunca la había comprendido, hasta hace un tiempo. "Hijo, el mundo es todo tuyo, solo anímate a salir a conquistarlo", recuerdo que continuaba diciendo . "Y una vez afuera, recuerda estas cinco cosas:
"Primero: No pierdas nunca tu alegría de niño y desparrámala siempre, por doquiera que vayas.
"Segundo: Así como hasta ayer reclamabas con firmeza tu regalo, así también busca con tenacidad tus anhelos.
"Tercero: Tener ambiciones no es malo; debes encontrar la medida de ellas en tu corazón de niño.
"Cuarto: Sé siempre tú y enfrenta con fortaleza a quienes pretendan doblegar tus ideales.
"Quinto: Ama siempre las cosas verdaderas, como un niño ama sus juguetes, y recuerda siempre festejar tu Día del Niño".
Y aquello terminaba con la frase: "No olvides nunca este árbol, este día, este regalo y, sobre todo, ESTE NIÑO".
René Vázquez
La espera se volvía tediosa y muy aburrida; todo giraba en torno a aquel dichoso regalo.
Preguntaba enfadado a la abuela: "¿Has visto mi regalo?". El silencio era la única respuesta que recibía en aquel momento; hurgaba afanosamente en los lugares más recónditos hasta donde mi inmensa imaginación me decía que podría encontrar oculto mi regalo, y aquella incesante búsqueda solo conseguía aumentar aún más mi ansiedad por la llegada del día.
Tras dejar en el tiempo tan larga espera, aquel soñado día por fin llegó. Por esas raras casualidades de la vida, me sorprendió dormido y bien acurrucado en mi cálido lecho; escuché, entonces, una dulce voz que me susurraba al oído "Ven, sígueme y encuéntrate con tu regalo". Todavía un poco confundido, con los ojos casi cerrados, pegué un salto y acudí al llamado de la voz; en pocos segundos, me encontraba parado frente a aquel lapacho que bajo sus grandes ramas guardaba un tesoro; sin mediar palabras, me arrojé al suelo para recogerlo: allí mismo se encontraba guardado, en un sobre entreabierto, una hoja de papel medio amarillenta escrita de puño y letra; me dispuse entonces a leerla.
La frase con que empezaba el mensaje nunca la había comprendido, hasta hace un tiempo. "Hijo, el mundo es todo tuyo, solo anímate a salir a conquistarlo", recuerdo que continuaba diciendo . "Y una vez afuera, recuerda estas cinco cosas:
"Primero: No pierdas nunca tu alegría de niño y desparrámala siempre, por doquiera que vayas.
"Segundo: Así como hasta ayer reclamabas con firmeza tu regalo, así también busca con tenacidad tus anhelos.
"Tercero: Tener ambiciones no es malo; debes encontrar la medida de ellas en tu corazón de niño.
"Cuarto: Sé siempre tú y enfrenta con fortaleza a quienes pretendan doblegar tus ideales.
"Quinto: Ama siempre las cosas verdaderas, como un niño ama sus juguetes, y recuerda siempre festejar tu Día del Niño".
Y aquello terminaba con la frase: "No olvides nunca este árbol, este día, este regalo y, sobre todo, ESTE NIÑO".
René Vázquez