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El recurso se presentó en el mismo día en que Fernando Lugo Méndez se sometió a su cuarta sesión de quimioterapia para erradicar el cáncer linfático que padece. El abogado Juan Francisco Valdez fue el encargado de presentar el amparo contra los medios de comunicación en representación del Presidente de la República. Sin embargo, el profesional carecía de la autorización del mandatario y en el documento invocó al hermano del Jefe de Estado, Pompeyo.
La acción indica que las publicaciones periodísticas sobre la salud del mandatario causan confusión y están llenas de sensacionalismo, por lo que se busca evitar comentarios.
Luego de la polémica, el hermano del Presidente retiró la acción mientras que el juez Alberto Martínez Simón emplazó por tres días al abogado para que entregue la carta poder.
Tras lo ocurrido, la controversia se apoderó de los departamentos de prensa, en tanto que en la mente de los periodistas emergió la suspicacia ante lo que consideran un eventual intento de acallar sus voces.
En Twitter, un periodista escribe: "¿Se viene la censura? ¿O el tratamiento político de la enfermedad le dio la excusa?". La disconformidad se ha apoderado del espíritu periodístico.
Y es que la salud del presidente de la República es un tema sensible, más aún considerando la grave enfermedad que lo aqueja. Por tratarse del mandatario, el tema no preocupa exclusivamente a colaboradores más cercanos, a un Poder del Estado o a sus adversarios: es una inquietud del pueblo, es decir, de sus dirigidos.
Varios integrantes del Gobierno, en un intento implícito de ocultar ciertos detalles sobre su salud, levantan hasta con prepotencia la bandera del derecho a la intimidad y de la privacidad. El punto es discutible teniendo en cuenta que no se trata de un político más, sino de un hombre que encabeza esta República y cuyas decisiones marcan cada paso del país.
El poder de Fernando Lugo es razón suficiente para que la nación deba conocer los detalles sobre su cuadro. El asunto es de interés general y, por ende, la prensa está detrás.
Cuando se trata de un Presidente de la República o un primer ministro, el derecho a la información prevalece. Al respecto, el periodista Alcibiades González Delvalle, en su libro "¡Estudiar periodismo! ¿Para qué?", señala: "Un hombre público es público las 24 horas del día, en la oficina, la calle, en la casa. Por ser público, está expuesto a la curiosidad pública. Haga lo que haga, está necesariamente ligado a su actividad pública".
La postura es apoyada por el abogado argentino Damián M. Loreti, que en su publicación "El derecho a la información. Relación entre medios, público y periodistas", asegura: "La comunidad tiene derecho a informarse sobre los datos más relevantes de la vida privada de los funcionarios a medida que éstos estén vinculados a las acciones de gobierno".
No cabe duda de que los tratamientos y la quimioterapia afectan la actividad personal y oficial de Fernando Armindo Lugo Méndez. No cabe duda de que cada agravamiento de su salud, cada traslado de emergencia y cada internación urgente repercuten en el ejercicio de su cargo, y eso quedó probado sobradamente en los últimos quince días.
Su salud repercute en sus decisiones, las mismas que a la larga marcan los pasos de este país desangrado por el subdesarrollo. El porvenir del Paraguay está en sus manos, y éste es un motivo suficiente para que la prensa y la ciudadanía en general estén preocupadas en saber.
Fernando Lugo, cabeza del Poder Ejecutivo, fue elegido por el pueblo; por ende, se debe a él. Si bien no fue apoyado por todos, hoy por hoy dirige un país compuesto por más de seis millones de personas.
Yo, periodista y ciudadana, lo haya votado o no, quiero y exijo conocer cada detalle de la salud del hombre que encabeza la República.
Lo haya elegido o no, tengo derecho a saber.