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El periodista utiliza el término literatura como sinónimo de bibliografía. También, por regla general, establece que podría encuadrarse dentro de un aspecto mucho más amplio: la opinión, contraponiéndolo al concepto de objetividad.
Pero lejos de esta sutil interpretación, lo literario tiene bases mucho más profundas y significativas:
1) Desde un aspecto comunicacional, es posible hallar una ubicación del periodismo con relación a la literatura.
2) Mediante un análisis exhaustivo de los géneros, un orden donde se ubica el periodismo literario y la literatura periodística en torno a la noticia y la información, como modos de enunciación y discurso.
3) La historia, por su parte, refleja la discusión de los escritores ante la Real Academia Española, con el surgimiento del periodismo vinculado con la literatura.
4) Otro aspecto a considerar es la existencia de un periodista escritor y un escritor periodista.
5) En el estudio lingüístico, diversos autores establecen factores comunes entre literatura y periodismo, con un esquema de la problemática.
6) Otro aspecto sería interpretar la ambigüedad de géneros, principalmente, en el reportaje novelado.
7) Como último punto, se ofrece un punto de vista interesante en cuanto a la búsqueda de una verdad, tanto en el periodismo como en la literatura.
Aspecto comunicacional
Si se quiere diseñar un símbolo que represente la ubicación del periodismo entre la literatura y la comunicación, se elegiría a un árbol: las raíces, la comunicación (oral y escrita), el tronco, la literatura; y las ramas, el periodismo. Esta idea surge de las palabras de José Acosta Montoro, quien afirma que el periodismo y la literatura son como la rama y el tronco, que no pueden vivir por separado (Acosta Montoro, 1973:51). Tanto la literatura como el periodismo se alimentan a su vez de la comunicación, ya que desde este punto de vista, toda creación (periodística o literaria) puede ser considerada como una palabra global, que el lector llena de sentido, según su conocimiento de la lengua y su experiencia personal.
Desde sus orígenes, la literatura siempre alimentó al periodismo, puesto que las noticias constituían un pequeño centro de la información que ofrecían los periódicos.
Se pueden separar ambos lenguajes, en donde no es fácil encuadrar satisfactoriamente a la literatura o lo que se entiende por ella, o bien, al periodismo propiamente dicho. Aunque parezcan disímiles, tienen muchos puntos en común.
Acerca del periodismo
Si bien se puede incluir al periodismo dentro de los cánones básicos de la comunicación, entendido únicamente como el acto de comunicar información, sería minimizar su función, trascendencia e importancia.
Por periodismo se entiende la función social de recopilar, procesar y difundir por cualquier medio de comunicación (mass media) una noticia de interés público, con la finalidad de informar y formar, así como también la de persuadir y entretener. El mensaje periodístico, aparte de ser un hecho comunicable en el más amplio sentido, cumple con la función formativa por los juicios de valor que se emiten. Otra finalidad es la recreación, abarcando diversos géneros: humorismo, costumbres, viajes, ensayos, etcétera. Así, pues, el periodismo incluye comunicación por esencia, información por necesidad; formación por deseo de orientar; entretenimiento por naturaleza; y todo ello dentro de una área envolvente que incluye estilo, técnica y representación adecuada (Acosta Montoro, 1973:54).
Los matices presentados demuestran que el periodismo ha surgido como una necesidad comunicacional, y su trascendencia, hoy día, hace que no se pueda concebir una historia futura sin periodismo.
El periodismo es la historia del presente y la literatura es el periodismo del pasado. Es lógico que, dentro del campo de la comunicación histórica, antes de investigar lo que hicieron los antepasados, interesen al hombre saber lo que hacen sus contemporáneos. El tiempo convierte en historia lo que en otrora fue periodismo (Acosta Montoro, 1973:73).
Acerca de la literatura
En literatura, por regla general, se descuenta lo obvio: un poema, un cuento, una novela o una pieza teatral escrita; pero, ¿qué clasificación tendría un ensayo, una columna o un chimento de la farándula?
En las tradicionales definiciones de literatura: compromiso, (Sartre, 1962) búsqueda de la subjetividad, (Eliot, 1959) de la imitación de la realidad-mimesis, (Aristóteles, 1982) se sumaría la propuesta de Graciela Montes: un acercamiento entre la realidad y la fantasía. La literatura es una búsqueda nueva, ni un sueñismo de fantasía divagante, ni el realismo mentiroso. Más bien exploración de la palabra, que es exploración del mundo y que incluye en un solo abrazo lo que suele llamarse realidad y lo que suele llamarse fantasía, ya que no sólo el mundo del escritor estará lleno de sutilezas y belleza, sino que mediante la exploración de la palabra puede fomentar en los lectores nuevas búsquedas internas (Montes, 1990:25).
La magnitud del trabajo artístico del escritor estará dado por la sola circunstancia de recrear la fantasía dentro de lo literario para que el lector pueda disfrutar de un goce estético, renovado en cada lectura.
Periodismo y literatura
Tanto el periodismo como la literatura comparten aspectos en común. Se ha rescatado a la fantasía como elemento principal de la literatura, comprobando de esta manera lo expresado por Martín Vivaldi: El literato, el artista creador, puede deformar la realidad exagerándola (en toda creación hay hipérbole). El lector puede pasar de la realidad a la fantasía, yéndose más allá o quedándose más acá del mundo circundante... En cuanto a la creación periodística se establece como regla general, que lo que mueve a la sociedad de hoy es la necesidad de transmitir un conocimiento integral, formativo, y a veces de entretenimiento. El periodismo, aún el más profundo y revelador, tiene que someterse a la realidad con la mayor honradez y objetividad. La literatura, la creación literaria, es un lujo, el periodismo es una necesidad (Martín Vivaldi, 1986:249).
En gran medida, sería impreciso hablar de que el periodismo pueda aparecer como el hermano menor de la literatura, porque el periodismo es también literatura. Este nuevo género nacido de las crónicas, reportajes, artículos, entrevistas, semblanzas, etcétera, tiene matices especiales: todo escrito puede estar presentado con calidad y si es posible con belleza, ya que el periodista escritor o el escritor periodista, presta dignidad literaria a cuanto informe toca con su pluma (Martín Vivaldi, 1986:248).
En casi todos los casos, la literatura puede acercarse al periodismo o alejarse en un doble movimiento para marcar distancias o aprovechar coincidencias. La función de la literatura es distinta a la del periodismo, pero el lector puede ser el mismo, incluso el autor. Cabe afirmar, que tanto el periodismo y la literatura se presentan como aliados inseparables.
Periodismo literario y literatura periodística
Por el momento, se ha incursionado en cada género por separado, pero se pueden fusionar tal como aparecen en la realidad.
Se habla de un periodismo literario, cuando el género predominante es el periodístico secundado por la literatura, o bien, si se toma a la inversa, lo literario predomina ante lo periodístico. Un cuento o un poema puede ser publicado en un diario; un artículo o una crónica puede tener su lugar en un libro. En esta materia no existen reglas fijas, lo mismo que para la fusión entre ambos géneros.
Para analizar esquemáticamente una clasificación de géneros periodísticos, Amando de Miguel (1982) presenta como propuesta la integración entre periodismo y literatura. El periodismo informativo puede abarcar la noticia, su análisis e investigación; el periodismo literario puede ser clasificado como un género ambiguo, ya que puede presentarse a la información en primera persona (reportaje, entrevista, crónica) o muchas formas de opinión como ser: editorial, columna, colaboraciones espontáneas y la crítica, según sea el caso. En cuanto a la literatura periodística, el propósito principal es deleitar, entretener, y por qué no persuadir y divulgar el conocimiento científico, y la creación literaria. Corresponden en este caso, las formas de ensayo, humor, costumbrismo, narrativa, tiras cómicas, etcétera.
Una discusión histórica
En el siglo XIV, ante la Real Academia Española, los folletinistas formularon una polémica en torno al rol del periodista y su vinculación con la literatura.
En 1845, Joaquín Rodríguez Pacheco lleva su discurso ante la Real Academia Española, defendiendo los derechos literarios del nuevo género: el periodismo.
Cincuenta años después, Eugenio Sellés leía su discurso de ingreso a la Academia y se refería al periodismo como un género literario comparándolo con la historia, la novela, la crítica y la dramática. Decía: Es género literario la oratoria que prende los espíritus con la palabra y remueve los pueblos con la voz; es género literario la poesía, que aloja la lengua de los ángeles en la boca de los hombres; es género literario la historia, enemiga triunfante de la destrucción y del tiempo, porque hace volver lo que pasó y resucita el alma de las edades muertas; es género literario la novela, que narra lo que nadie ha visto, de suerte que a todos nos parece verlo; es género literario la crítica, que pesa y mide la belleza, y tasa el valor y contrasta la verdad y las mentiras artísticas; es género literario la dramática, que crea de la nada hombres mejores que los vivos y hechos más verosímiles que los reales; no ha de serlo el periodismo, que lo es todo en una pieza: arenga escrita, historia que va haciéndose, efemérides instantáneas, crítica de lo actual y, por turno pacífico, poesía idílica cuando se escribe en la abastada mesa del poder y novela espantable cuando se escribe en la mesa vacía de la oposición (Acosta Montoro, 1973:82).
Tres años después, Juan Valera no veía tan claro el planteo. Afirmaba: Ser periodista es, si duda, profesión u oficio, como ser ingeniero, abogado o médico. Es evidente, asimismo, que el periodista debe ser literato, un literato de cierta y determinada clase. Pero se infiere aquí, que haya un género de literatura, distinto de los otros, que pueda y deba ser llamado género periodístico? Sobre esto es lo que no estoy muy seguro, aunque si me inclino a algo es a negar que haya tal género. Lo que distingue al periodista de cualquier otro escritor, poco o nada tiene que ver con la literatura (Acosta Montoro, 1973:83).
En 1898, Isidoro Fernández Flores (Fernanflor), contestando al discurso de recepción en la Academia, argumentaba: Se llama periodista al literato que escribe con frecuencia o casi a diario en un pliego o grande hoja volante, que se estampa periódicamente y se difunde entre el público, a veces por centenares de miles de ejemplares. Cuando se logra que estos centenares de miles de ejemplares sean comprados y leídos, el periodista que dispone de ellos y escribe, dicta o inspira su contenido, no puede negarse que posee un instrumento poderosísimo para influir en la opinión, para modificarla. El libro es un medio de publicidad y el periódico es otro. De ambos medios se vale o puede valerse el escritor, pero hay, en realidad, diferencia literaria entre ambos medios.
Genial precursor de esta polémica fue Mariano José de Larra, quien en su conocido artículo: Ya soy redactor, escribiera: El hecho es que me acosté una noche autor de folletos y de comedias ajenas y amanecí periodista; míreme de alto a bajo, sorteando un espejo que a la sazón tenía, no tan grande como mi persona, que es hacer elogio de su pequeñez, y vine a escudriñar detenidamente si alguna alteración notable se habría verificado en mí físico; pero por fortuna eché de ver que como no fuese en la parte moral lo que es en la exterior y palpable tan persona es un periodista como el autor de folletos (Acosta Montoro, 1973:88).
En definitiva, la Academia se pronunció ante la polémica cuando permitió el ingreso del periodista Mariano de Cavia.
El escritor periodista y el periodista escritor
La imagen del periodista se lo confunde con la del escritor; ambas pueden tener puntos encontrados, ya que participan de un mismo medio. También, al periodista se lo confunde con el articulista, el ensayista, el reportero, el cronista y, en muchos casos, estos términos son utilizados como sinónimos.
Pero, ¿qué es ser periodista?
Gonzalo Martín Vivaldi, por su parte, define al periodista como un escritor que habitualmente escribe en un periódico, diario, seminario o revista. Para ser periodista, desde un punto de vista psicológico o caracterológico, se necesitan especiales condiciones, entre las que se destacan la vocación y una sólida preparación cultural básica, con especialización posterior en cualquiera de las actividades fundamentales del periodismo moderno. Según Verpraet, el periodista debe poseer un triple sentido: sentido del tiempo, de la actualidad y del público. Y según la fórmula clásica de Rivarol, todo el oficio del periodista se resume en la siguiente afirmación: ver y saber, hacer ver y saber hacer. Para Ortego Costales ser periodista no es escribir en los periódicos. Aquí -escribe- como en el manicomio, no son todos los que están ni están todos los que son. Y afirma: Son periodistas los que traban directa y racionalmente la noticia, quienes la buscan, escriben, seleccionan o titulan, pero no quienes se reducen a una simple manipulación de la misma: el taquígrafo que la recibe por teléfono, el que la envía y/o repite por teletipo, el linotipista que la compone, el corrector de pruebas (Martín Vivaldi, 1986:87).
En primer término se puede afirmar, que el periodista es ante todo un escritor. Este aspecto se ha visto en el análisis presentado por los articulistas ante la Real Academia Española, en donde se señalaba fundamentalmente la visión futura del periodista, no siendo ajena su tarea a la de cualquier escritor.
Es difícil o casi imposible encerrar en una definición la misión del periodista o por la que se entiende como tal. Al exponer los distintos puntos de vista se puede presumir que, más allá de los mitos y prejuicios, el periodista es esencialmente un profesional que investiga y divulga acontecimientos de trascendencia social y de actualidad ante los medios de comunicación.
A diferencia con el escritor (literato), al periodista le urge el tiempo, ya que la noticia hoy, debe ser publicada, porque mañana perderá su vigencia y será simplemente una información. En cambio, el escritor puede disponer de todo su tiempo para escribir una obra.
El creador literario goza de absoluta libertad y hasta puede permitirse el lujo de escribir para él mismo, para su propia y única satisfacción. El periodista trabaja contra reloj para que el mensaje interese a todos, llegue a todos y sea lo más útil, fácil, directo y comprensible para todos, como aplicación práctica de unas técnicas profesionales separadoras de la prehistoria de su oficio (Aguilera, 1992:25).
José Luis Martínez Albertos, por su parte, hace una clara diferenciación entre un escritor y un periodista, expresando:
Siempre debe existir una relación, porque escritores y periodistas comparten un mismo instrumento de trabajo, que es el lenguaje, aunque sea con las profundas diferencias y los distintos objetivos que hemos visto en líneas generales.
Dentro de los complementos del periodismo (estilo ameno); cabrían siempre los escritores.
Muchos escritores tendrán que hacer sus primeras armas en los medios de comunicación social, en el periodismo, como una escuela de estilo y de los gustos de hoy, sobre todo, en el terreno lingüístico. Según Alberto Moravia todo escritor contemporáneo debe pasar por el periodismo (Citado por Aguilera, 1992: 20).
Amando de Miguel, por su parte, refleja en la postura psicológica que tiene un escritor, en el siguiente enunciado: La primera condición para escribir bien es leer bien. Los que mejores han escrito eran ante todo omnívoros lectores. Hay algo de caníbal en el oficio de escribir. Si no se deglute letra impresa no se vomita letra impresa. Claro que el proceso digestivo produce también excrementos (De Miguel, 1982:39). Por ello, para hablar del escritor será necesario referirse en términos de lector.
Carácter lingüístico
Desde el punto de vista lingüístico, el periodismo se interrelaciona con la literatura. La historia de ambos se encuentran plagadas de ejemplos. Periodistas que dejaron o alteraron su oficio por el de literatos y novelistas.
Hay periodistas que utilizan a la literatura para revivir y transformar en arte los hechos que testifican la realidad. Por otro lado, se busca un sentido a la realidad y un acercamiento hacia la literatura. Por ello, algunos novelistas incursionan en el campo de la información para orientar con sus ideas y observaciones acerca de los sucesos de actualidad. Ernest Hemingway es un claro ejemplo, porque siempre reconoció que la técnica periodística le puede ayudar a un literato joven a mejorar su estilo.
Gabriel García Márquez, en su obra Crónica de una muerte anunciada, trata de ser objetivo en lo literario, porque está relatada como una novela que parodia un suceso real. Gabriel García Márquez comenta que la historia de esta ficción parte de un hecho real. Cuando ocurrieron los hechos, en 1951, no me interesaron como material de novela sino como reportaje. Pero aquel era un género poco desarrollado en Colombia en una época, y yo era un periodista de provincia en un periódico local, que tal vez no le hubiera interesado el asunto. Empecé a pensar el caso en términos literarios varios años después, pero siempre tuve en cuenta la contrariedad que le causaba a mi madre la sola idea de ver a tanta gente amiga, e inclusive a algunos parientes, metidos en un libro escrito por un hijo suyo. Sin embargo, la verdad de fondo es que el tema no me arrastró de veras sino cuando descubrí, después de pensarlo muchos años, lo que me pareció el elemento esencial, que los dos homicidas no querían cometer el crimen y habían hecho todo lo posible para que alguien se lo impidiera y no lo consiguieron. Es eso, en última instancia, lo único real en América Latina. Una causa posterior de la demora fue de carácter estructural. En realidad, la historia termina casi veinticinco años después del crimen, cuando el esposo regresa con la esposa repudiada, pero para mí fue siempre evidente que el final del libro tenía que ser la descripción minuciosa del crimen. La solución fue introducir un narrador, que por primera vez soy yo mismo, que tuviera en condiciones de pasearse a su gusto al derecho y al revés en el tiempo estructural de la novela.
Prosigo mi aprendizaje
- Selecciono obras literarias nacionales de género periodístico, analizo la obra y elaboro un informe sobre el mismo.
Bibliografía
Acosta Monto José (1973), Periodismo y literatura, Guaderrama, Madrid, T. 1.
Aguilera Octavio (1992), La literatura en el periodismo y otros estudios en torno a la libertad y el mensaje informativo, Madrid, Paraninfo.
Atorresi Ana (1996), Los géneros periodísticos (Antología), Buenos Aires, Colihue, 1ª Reimp.
Bond Fazer (1969), Introducción al periodismo, Buenos Aires, Agora.
Pero lejos de esta sutil interpretación, lo literario tiene bases mucho más profundas y significativas:
1) Desde un aspecto comunicacional, es posible hallar una ubicación del periodismo con relación a la literatura.
2) Mediante un análisis exhaustivo de los géneros, un orden donde se ubica el periodismo literario y la literatura periodística en torno a la noticia y la información, como modos de enunciación y discurso.
3) La historia, por su parte, refleja la discusión de los escritores ante la Real Academia Española, con el surgimiento del periodismo vinculado con la literatura.
4) Otro aspecto a considerar es la existencia de un periodista escritor y un escritor periodista.
5) En el estudio lingüístico, diversos autores establecen factores comunes entre literatura y periodismo, con un esquema de la problemática.
6) Otro aspecto sería interpretar la ambigüedad de géneros, principalmente, en el reportaje novelado.
7) Como último punto, se ofrece un punto de vista interesante en cuanto a la búsqueda de una verdad, tanto en el periodismo como en la literatura.
Aspecto comunicacional
Si se quiere diseñar un símbolo que represente la ubicación del periodismo entre la literatura y la comunicación, se elegiría a un árbol: las raíces, la comunicación (oral y escrita), el tronco, la literatura; y las ramas, el periodismo. Esta idea surge de las palabras de José Acosta Montoro, quien afirma que el periodismo y la literatura son como la rama y el tronco, que no pueden vivir por separado (Acosta Montoro, 1973:51). Tanto la literatura como el periodismo se alimentan a su vez de la comunicación, ya que desde este punto de vista, toda creación (periodística o literaria) puede ser considerada como una palabra global, que el lector llena de sentido, según su conocimiento de la lengua y su experiencia personal.
Desde sus orígenes, la literatura siempre alimentó al periodismo, puesto que las noticias constituían un pequeño centro de la información que ofrecían los periódicos.
Se pueden separar ambos lenguajes, en donde no es fácil encuadrar satisfactoriamente a la literatura o lo que se entiende por ella, o bien, al periodismo propiamente dicho. Aunque parezcan disímiles, tienen muchos puntos en común.
Acerca del periodismo
Si bien se puede incluir al periodismo dentro de los cánones básicos de la comunicación, entendido únicamente como el acto de comunicar información, sería minimizar su función, trascendencia e importancia.
Por periodismo se entiende la función social de recopilar, procesar y difundir por cualquier medio de comunicación (mass media) una noticia de interés público, con la finalidad de informar y formar, así como también la de persuadir y entretener. El mensaje periodístico, aparte de ser un hecho comunicable en el más amplio sentido, cumple con la función formativa por los juicios de valor que se emiten. Otra finalidad es la recreación, abarcando diversos géneros: humorismo, costumbres, viajes, ensayos, etcétera. Así, pues, el periodismo incluye comunicación por esencia, información por necesidad; formación por deseo de orientar; entretenimiento por naturaleza; y todo ello dentro de una área envolvente que incluye estilo, técnica y representación adecuada (Acosta Montoro, 1973:54).
Los matices presentados demuestran que el periodismo ha surgido como una necesidad comunicacional, y su trascendencia, hoy día, hace que no se pueda concebir una historia futura sin periodismo.
El periodismo es la historia del presente y la literatura es el periodismo del pasado. Es lógico que, dentro del campo de la comunicación histórica, antes de investigar lo que hicieron los antepasados, interesen al hombre saber lo que hacen sus contemporáneos. El tiempo convierte en historia lo que en otrora fue periodismo (Acosta Montoro, 1973:73).
Acerca de la literatura
En literatura, por regla general, se descuenta lo obvio: un poema, un cuento, una novela o una pieza teatral escrita; pero, ¿qué clasificación tendría un ensayo, una columna o un chimento de la farándula?
En las tradicionales definiciones de literatura: compromiso, (Sartre, 1962) búsqueda de la subjetividad, (Eliot, 1959) de la imitación de la realidad-mimesis, (Aristóteles, 1982) se sumaría la propuesta de Graciela Montes: un acercamiento entre la realidad y la fantasía. La literatura es una búsqueda nueva, ni un sueñismo de fantasía divagante, ni el realismo mentiroso. Más bien exploración de la palabra, que es exploración del mundo y que incluye en un solo abrazo lo que suele llamarse realidad y lo que suele llamarse fantasía, ya que no sólo el mundo del escritor estará lleno de sutilezas y belleza, sino que mediante la exploración de la palabra puede fomentar en los lectores nuevas búsquedas internas (Montes, 1990:25).
La magnitud del trabajo artístico del escritor estará dado por la sola circunstancia de recrear la fantasía dentro de lo literario para que el lector pueda disfrutar de un goce estético, renovado en cada lectura.
Periodismo y literatura
Tanto el periodismo como la literatura comparten aspectos en común. Se ha rescatado a la fantasía como elemento principal de la literatura, comprobando de esta manera lo expresado por Martín Vivaldi: El literato, el artista creador, puede deformar la realidad exagerándola (en toda creación hay hipérbole). El lector puede pasar de la realidad a la fantasía, yéndose más allá o quedándose más acá del mundo circundante... En cuanto a la creación periodística se establece como regla general, que lo que mueve a la sociedad de hoy es la necesidad de transmitir un conocimiento integral, formativo, y a veces de entretenimiento. El periodismo, aún el más profundo y revelador, tiene que someterse a la realidad con la mayor honradez y objetividad. La literatura, la creación literaria, es un lujo, el periodismo es una necesidad (Martín Vivaldi, 1986:249).
En gran medida, sería impreciso hablar de que el periodismo pueda aparecer como el hermano menor de la literatura, porque el periodismo es también literatura. Este nuevo género nacido de las crónicas, reportajes, artículos, entrevistas, semblanzas, etcétera, tiene matices especiales: todo escrito puede estar presentado con calidad y si es posible con belleza, ya que el periodista escritor o el escritor periodista, presta dignidad literaria a cuanto informe toca con su pluma (Martín Vivaldi, 1986:248).
En casi todos los casos, la literatura puede acercarse al periodismo o alejarse en un doble movimiento para marcar distancias o aprovechar coincidencias. La función de la literatura es distinta a la del periodismo, pero el lector puede ser el mismo, incluso el autor. Cabe afirmar, que tanto el periodismo y la literatura se presentan como aliados inseparables.
Periodismo literario y literatura periodística
Por el momento, se ha incursionado en cada género por separado, pero se pueden fusionar tal como aparecen en la realidad.
Se habla de un periodismo literario, cuando el género predominante es el periodístico secundado por la literatura, o bien, si se toma a la inversa, lo literario predomina ante lo periodístico. Un cuento o un poema puede ser publicado en un diario; un artículo o una crónica puede tener su lugar en un libro. En esta materia no existen reglas fijas, lo mismo que para la fusión entre ambos géneros.
Para analizar esquemáticamente una clasificación de géneros periodísticos, Amando de Miguel (1982) presenta como propuesta la integración entre periodismo y literatura. El periodismo informativo puede abarcar la noticia, su análisis e investigación; el periodismo literario puede ser clasificado como un género ambiguo, ya que puede presentarse a la información en primera persona (reportaje, entrevista, crónica) o muchas formas de opinión como ser: editorial, columna, colaboraciones espontáneas y la crítica, según sea el caso. En cuanto a la literatura periodística, el propósito principal es deleitar, entretener, y por qué no persuadir y divulgar el conocimiento científico, y la creación literaria. Corresponden en este caso, las formas de ensayo, humor, costumbrismo, narrativa, tiras cómicas, etcétera.
Una discusión histórica
En el siglo XIV, ante la Real Academia Española, los folletinistas formularon una polémica en torno al rol del periodista y su vinculación con la literatura.
En 1845, Joaquín Rodríguez Pacheco lleva su discurso ante la Real Academia Española, defendiendo los derechos literarios del nuevo género: el periodismo.
Cincuenta años después, Eugenio Sellés leía su discurso de ingreso a la Academia y se refería al periodismo como un género literario comparándolo con la historia, la novela, la crítica y la dramática. Decía: Es género literario la oratoria que prende los espíritus con la palabra y remueve los pueblos con la voz; es género literario la poesía, que aloja la lengua de los ángeles en la boca de los hombres; es género literario la historia, enemiga triunfante de la destrucción y del tiempo, porque hace volver lo que pasó y resucita el alma de las edades muertas; es género literario la novela, que narra lo que nadie ha visto, de suerte que a todos nos parece verlo; es género literario la crítica, que pesa y mide la belleza, y tasa el valor y contrasta la verdad y las mentiras artísticas; es género literario la dramática, que crea de la nada hombres mejores que los vivos y hechos más verosímiles que los reales; no ha de serlo el periodismo, que lo es todo en una pieza: arenga escrita, historia que va haciéndose, efemérides instantáneas, crítica de lo actual y, por turno pacífico, poesía idílica cuando se escribe en la abastada mesa del poder y novela espantable cuando se escribe en la mesa vacía de la oposición (Acosta Montoro, 1973:82).
Tres años después, Juan Valera no veía tan claro el planteo. Afirmaba: Ser periodista es, si duda, profesión u oficio, como ser ingeniero, abogado o médico. Es evidente, asimismo, que el periodista debe ser literato, un literato de cierta y determinada clase. Pero se infiere aquí, que haya un género de literatura, distinto de los otros, que pueda y deba ser llamado género periodístico? Sobre esto es lo que no estoy muy seguro, aunque si me inclino a algo es a negar que haya tal género. Lo que distingue al periodista de cualquier otro escritor, poco o nada tiene que ver con la literatura (Acosta Montoro, 1973:83).
En 1898, Isidoro Fernández Flores (Fernanflor), contestando al discurso de recepción en la Academia, argumentaba: Se llama periodista al literato que escribe con frecuencia o casi a diario en un pliego o grande hoja volante, que se estampa periódicamente y se difunde entre el público, a veces por centenares de miles de ejemplares. Cuando se logra que estos centenares de miles de ejemplares sean comprados y leídos, el periodista que dispone de ellos y escribe, dicta o inspira su contenido, no puede negarse que posee un instrumento poderosísimo para influir en la opinión, para modificarla. El libro es un medio de publicidad y el periódico es otro. De ambos medios se vale o puede valerse el escritor, pero hay, en realidad, diferencia literaria entre ambos medios.
Genial precursor de esta polémica fue Mariano José de Larra, quien en su conocido artículo: Ya soy redactor, escribiera: El hecho es que me acosté una noche autor de folletos y de comedias ajenas y amanecí periodista; míreme de alto a bajo, sorteando un espejo que a la sazón tenía, no tan grande como mi persona, que es hacer elogio de su pequeñez, y vine a escudriñar detenidamente si alguna alteración notable se habría verificado en mí físico; pero por fortuna eché de ver que como no fuese en la parte moral lo que es en la exterior y palpable tan persona es un periodista como el autor de folletos (Acosta Montoro, 1973:88).
En definitiva, la Academia se pronunció ante la polémica cuando permitió el ingreso del periodista Mariano de Cavia.
El escritor periodista y el periodista escritor
La imagen del periodista se lo confunde con la del escritor; ambas pueden tener puntos encontrados, ya que participan de un mismo medio. También, al periodista se lo confunde con el articulista, el ensayista, el reportero, el cronista y, en muchos casos, estos términos son utilizados como sinónimos.
Pero, ¿qué es ser periodista?
Gonzalo Martín Vivaldi, por su parte, define al periodista como un escritor que habitualmente escribe en un periódico, diario, seminario o revista. Para ser periodista, desde un punto de vista psicológico o caracterológico, se necesitan especiales condiciones, entre las que se destacan la vocación y una sólida preparación cultural básica, con especialización posterior en cualquiera de las actividades fundamentales del periodismo moderno. Según Verpraet, el periodista debe poseer un triple sentido: sentido del tiempo, de la actualidad y del público. Y según la fórmula clásica de Rivarol, todo el oficio del periodista se resume en la siguiente afirmación: ver y saber, hacer ver y saber hacer. Para Ortego Costales ser periodista no es escribir en los periódicos. Aquí -escribe- como en el manicomio, no son todos los que están ni están todos los que son. Y afirma: Son periodistas los que traban directa y racionalmente la noticia, quienes la buscan, escriben, seleccionan o titulan, pero no quienes se reducen a una simple manipulación de la misma: el taquígrafo que la recibe por teléfono, el que la envía y/o repite por teletipo, el linotipista que la compone, el corrector de pruebas (Martín Vivaldi, 1986:87).
En primer término se puede afirmar, que el periodista es ante todo un escritor. Este aspecto se ha visto en el análisis presentado por los articulistas ante la Real Academia Española, en donde se señalaba fundamentalmente la visión futura del periodista, no siendo ajena su tarea a la de cualquier escritor.
Es difícil o casi imposible encerrar en una definición la misión del periodista o por la que se entiende como tal. Al exponer los distintos puntos de vista se puede presumir que, más allá de los mitos y prejuicios, el periodista es esencialmente un profesional que investiga y divulga acontecimientos de trascendencia social y de actualidad ante los medios de comunicación.
A diferencia con el escritor (literato), al periodista le urge el tiempo, ya que la noticia hoy, debe ser publicada, porque mañana perderá su vigencia y será simplemente una información. En cambio, el escritor puede disponer de todo su tiempo para escribir una obra.
El creador literario goza de absoluta libertad y hasta puede permitirse el lujo de escribir para él mismo, para su propia y única satisfacción. El periodista trabaja contra reloj para que el mensaje interese a todos, llegue a todos y sea lo más útil, fácil, directo y comprensible para todos, como aplicación práctica de unas técnicas profesionales separadoras de la prehistoria de su oficio (Aguilera, 1992:25).
José Luis Martínez Albertos, por su parte, hace una clara diferenciación entre un escritor y un periodista, expresando:
Siempre debe existir una relación, porque escritores y periodistas comparten un mismo instrumento de trabajo, que es el lenguaje, aunque sea con las profundas diferencias y los distintos objetivos que hemos visto en líneas generales.
Dentro de los complementos del periodismo (estilo ameno); cabrían siempre los escritores.
Muchos escritores tendrán que hacer sus primeras armas en los medios de comunicación social, en el periodismo, como una escuela de estilo y de los gustos de hoy, sobre todo, en el terreno lingüístico. Según Alberto Moravia todo escritor contemporáneo debe pasar por el periodismo (Citado por Aguilera, 1992: 20).
Amando de Miguel, por su parte, refleja en la postura psicológica que tiene un escritor, en el siguiente enunciado: La primera condición para escribir bien es leer bien. Los que mejores han escrito eran ante todo omnívoros lectores. Hay algo de caníbal en el oficio de escribir. Si no se deglute letra impresa no se vomita letra impresa. Claro que el proceso digestivo produce también excrementos (De Miguel, 1982:39). Por ello, para hablar del escritor será necesario referirse en términos de lector.
Carácter lingüístico
Desde el punto de vista lingüístico, el periodismo se interrelaciona con la literatura. La historia de ambos se encuentran plagadas de ejemplos. Periodistas que dejaron o alteraron su oficio por el de literatos y novelistas.
Hay periodistas que utilizan a la literatura para revivir y transformar en arte los hechos que testifican la realidad. Por otro lado, se busca un sentido a la realidad y un acercamiento hacia la literatura. Por ello, algunos novelistas incursionan en el campo de la información para orientar con sus ideas y observaciones acerca de los sucesos de actualidad. Ernest Hemingway es un claro ejemplo, porque siempre reconoció que la técnica periodística le puede ayudar a un literato joven a mejorar su estilo.
Gabriel García Márquez, en su obra Crónica de una muerte anunciada, trata de ser objetivo en lo literario, porque está relatada como una novela que parodia un suceso real. Gabriel García Márquez comenta que la historia de esta ficción parte de un hecho real. Cuando ocurrieron los hechos, en 1951, no me interesaron como material de novela sino como reportaje. Pero aquel era un género poco desarrollado en Colombia en una época, y yo era un periodista de provincia en un periódico local, que tal vez no le hubiera interesado el asunto. Empecé a pensar el caso en términos literarios varios años después, pero siempre tuve en cuenta la contrariedad que le causaba a mi madre la sola idea de ver a tanta gente amiga, e inclusive a algunos parientes, metidos en un libro escrito por un hijo suyo. Sin embargo, la verdad de fondo es que el tema no me arrastró de veras sino cuando descubrí, después de pensarlo muchos años, lo que me pareció el elemento esencial, que los dos homicidas no querían cometer el crimen y habían hecho todo lo posible para que alguien se lo impidiera y no lo consiguieron. Es eso, en última instancia, lo único real en América Latina. Una causa posterior de la demora fue de carácter estructural. En realidad, la historia termina casi veinticinco años después del crimen, cuando el esposo regresa con la esposa repudiada, pero para mí fue siempre evidente que el final del libro tenía que ser la descripción minuciosa del crimen. La solución fue introducir un narrador, que por primera vez soy yo mismo, que tuviera en condiciones de pasearse a su gusto al derecho y al revés en el tiempo estructural de la novela.
Prosigo mi aprendizaje
- Selecciono obras literarias nacionales de género periodístico, analizo la obra y elaboro un informe sobre el mismo.
Bibliografía
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Aguilera Octavio (1992), La literatura en el periodismo y otros estudios en torno a la libertad y el mensaje informativo, Madrid, Paraninfo.
Atorresi Ana (1996), Los géneros periodísticos (Antología), Buenos Aires, Colihue, 1ª Reimp.
Bond Fazer (1969), Introducción al periodismo, Buenos Aires, Agora.