Pudrición carbonosa de la raíz

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Es una enfermedad antigua muy importante y se observa en áreas donde se cultiva soja. Su importancia está directamente relacionada con el mal manejo del suelo, principalmente por compactación y deficiencia hídrica. Cuando la enfermedad provoca la pudrición de las plántulas emergentes, ocasiona pérdidas de plantas que pueden llegar hasta 77%. Actualmente es un problema muy serio para los sojeros porque todos los materiales sembrados son susceptibles a la enfermedad. Por ello, es el momento de monitorear en el campo para observar los materiales que mejor se comporten, en condiciones de alta temperatura que son las que favorecen la enfermedad.

Síntoma: es una enfermedad asociada principalmente con plantas adultas, que se observa llegando la planta al final de su  ciclo. Los tejidos presentan una típica coloración grisácea, por los abundantes microesclerocios oscuros y subepidérmicos que se forman. Es frecuente en periodos de alta temperatura y sequía. Abriendo la raíz principal o la base del tallo, es común observar vetas negras en la porción leñosa y microesclerocios en la médula del tallo.

Si las condiciones ambientales se tornan cálidas y secas, el color cambia de marrón oscuro a negro, pudiendo la plántula infectada morir. En caso de presentarse clima húmedo y frío, esta infección se hace latente.

Epidemiología: el patógeno sobrevive como microesclerocios en los restos de cultivos y en el suelo por muchos años si el lote permanece seco, pero no sobrevive en suelos húmedos por más de 7 a 8 semanas. Es un competidor pobre en el suelo, desarrollándose fácilmente sobre residuos vegetales. Las altas temperaturas (28 ºC a 35 ºC) y una baja humedad del suelo son las condiciones predisponentes para el ataque de este organismo. Diseminación: resto de cultivo.

Manejo de la enfermedad:  se deben mejorar las condiciones físicas y químicas del suelo, realizar la siembra directa con cobertura vegetal para evitar el estrés hídrico, también la rotación de cultivos especialmente con plantas que dejan residuos de lenta descomposición (trigo, avena) y otras gramíneas no hospederos.

Hospederos: maní, remolacha, pimienta, crisantemo, melón, dalia, frutilla, batata, alfalfa, tabaco, arvejas, ricino, berenjena, sorgo, tagetes, los tréboles, garbanzo, maíz, sésamo, lupino.
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