Es la figura que sigue después de Kant, en el campo del idealismo alemán clásico. Subrayó el significado de la filosofía práctica de las cuestiones relacionadas con la fundamentación de la moral y de la estructura jurídica del Estado, pero redujo esta práctica a la actividad de la mera conciencia moral.
Como premisa de la filosofía práctica, consideraba un sistema teórico científicamente elaborado, una ciencia sobre la ciencia o teoría de la ciencia. En el principio de la Teoría de la Ciencia de Fichte se halla la concepción del idealismo subjetivo.
Fichte desechó de plano la teoría de Kant sobre la cosa en sí, e intentó inferir de un solo principio idealista subjetivo toda la diversidad de las formas del conocimiento. Este principio consiste en que el filósofo presupone la existencia de cierto sujeto absoluto al que atribuye actividad sin fin, y al que considera creador del mundo.
Del yo místico al yo singular
El Yo inicial fichteano no sólo no es un Yo individual ni una sustancia análoga a la sustancia de Spinoza, sino la actividad moral de la conciencia. De este Yo místico inicial, infiere Fichte el Yo singular, por el que entiende no un sujeto absoluto, sino tan sólo un sujeto humano limitado o Yo empírico, al que se contrapone la naturaleza, también empírica.
De aquí saca Fichte en conclusión, que la filosofía teórica, después de admitir el Yo y el no-Yo, esto se contrapone necesariamente uno al otro en el marco del mismo Yo absoluto, como resultado de su limitación o división.
Siguiendo este sistema de admisión, contraposición y síntesis, Fichte desarrolló un método de categorías del ser y del pensar, tanto teórico como práctico. El método de Fichte, en el que están desarrollados algunos rasgos de la dialéctica idealista, se denomina antitético, pues no deduce propiamente la antítesis de la tesis, sino que la coloca al lado de ella como su opuesto.
Fichte tomaba como órgano del conocimiento racional, la contemplación mental inmediata de la verdad, lo que él llamaba, la intuición intelectual. En la filosofía de Fichte, al lado de su doctrina fundamental: el idealismo subjetivo, se encuentran vacilaciones hacia el idealismo objetivo, que se acentuaron en los últimos años de su existencia.
Ética y libertad
En ética, el problema capital para Fichte, fue el de la libertad, problema que despertaba un interés creciente, en virtud de los acontecimientos de la Revolución Francesa. De modo análogo a Spinoza, Fichte no ve en la libertad un acto sin causa, sino una acción basada en el conocimiento de la necesidad ineludible.
No obstante, a diferencia de Spinoza, Fichte no hace depender de la sabiduría individual el grado de libertad al que pueden acceder los hombres, sino de la época histórica a que el individuo pertenece.
Fichte elaboró un proyecto utópico para organizar la sociedad en forma, que la denominó Estado comercial cerrado, proyecto que se distingue por una serie de caracteres reaccionarios, entre ellos el de la supuesta excepcionalidad de la Alemania de su tiempo.
Los clásicos del marxismo-leninismo han valorado profundamente las partes progresivas y los aspectos reaccionarios de la doctrina de Fichte. Así, por ejemplo, Engels citó a Fichte entre los filósofos de quienes los comunistas alemanes se sentían orgullosos descender.
Como premisa de la filosofía práctica, consideraba un sistema teórico científicamente elaborado, una ciencia sobre la ciencia o teoría de la ciencia. En el principio de la Teoría de la Ciencia de Fichte se halla la concepción del idealismo subjetivo.
Fichte desechó de plano la teoría de Kant sobre la cosa en sí, e intentó inferir de un solo principio idealista subjetivo toda la diversidad de las formas del conocimiento. Este principio consiste en que el filósofo presupone la existencia de cierto sujeto absoluto al que atribuye actividad sin fin, y al que considera creador del mundo.
Del yo místico al yo singular
El Yo inicial fichteano no sólo no es un Yo individual ni una sustancia análoga a la sustancia de Spinoza, sino la actividad moral de la conciencia. De este Yo místico inicial, infiere Fichte el Yo singular, por el que entiende no un sujeto absoluto, sino tan sólo un sujeto humano limitado o Yo empírico, al que se contrapone la naturaleza, también empírica.
De aquí saca Fichte en conclusión, que la filosofía teórica, después de admitir el Yo y el no-Yo, esto se contrapone necesariamente uno al otro en el marco del mismo Yo absoluto, como resultado de su limitación o división.
Siguiendo este sistema de admisión, contraposición y síntesis, Fichte desarrolló un método de categorías del ser y del pensar, tanto teórico como práctico. El método de Fichte, en el que están desarrollados algunos rasgos de la dialéctica idealista, se denomina antitético, pues no deduce propiamente la antítesis de la tesis, sino que la coloca al lado de ella como su opuesto.
Fichte tomaba como órgano del conocimiento racional, la contemplación mental inmediata de la verdad, lo que él llamaba, la intuición intelectual. En la filosofía de Fichte, al lado de su doctrina fundamental: el idealismo subjetivo, se encuentran vacilaciones hacia el idealismo objetivo, que se acentuaron en los últimos años de su existencia.
Ética y libertad
En ética, el problema capital para Fichte, fue el de la libertad, problema que despertaba un interés creciente, en virtud de los acontecimientos de la Revolución Francesa. De modo análogo a Spinoza, Fichte no ve en la libertad un acto sin causa, sino una acción basada en el conocimiento de la necesidad ineludible.
No obstante, a diferencia de Spinoza, Fichte no hace depender de la sabiduría individual el grado de libertad al que pueden acceder los hombres, sino de la época histórica a que el individuo pertenece.
Fichte elaboró un proyecto utópico para organizar la sociedad en forma, que la denominó Estado comercial cerrado, proyecto que se distingue por una serie de caracteres reaccionarios, entre ellos el de la supuesta excepcionalidad de la Alemania de su tiempo.
Los clásicos del marxismo-leninismo han valorado profundamente las partes progresivas y los aspectos reaccionarios de la doctrina de Fichte. Así, por ejemplo, Engels citó a Fichte entre los filósofos de quienes los comunistas alemanes se sentían orgullosos descender.