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1. Horizonte A, de lixiviación o eluvial. Es la zona superior, de color oscuro, porque suele presentar gran contenido en humus. Está formada por partículas de arena y arcilla y es de poco espesor, por lo que está bien aireada. Constituye las llamadas tierras de labor. El agua de infiltración que cae sobre ella lava, solubiliza y transporta hacia niveles inferiores las sales, que precipitan en el horizonte inferior, llamado B.
En climas húmedos este horizonte está subdividido en:
a) Horizonte A1, rico en materia orgánica, por lo que es oscuro.
b) Horizonte A2, zona de lixiviación, pobre en materia orgánica, arcilla, óxidos de hierro y aluminio que han sido arrastrados al horizonte inferior.
Los horizontes A y B forman, en conjunto, el suelo propiamente dicho o solum.
3. Horizonte C o subsuelo: Es el más profundo, siendo la capa de tránsito hacia la roca madre. Está formado por cantos gruesos sueltos (fragmentos de roca madre), arena y arcilla. Al estar tan profundo, no llegan a él ni la acción de los agentes biológicos ni del clima, por lo que apenas está transformado. Actúa de receptor de soluciones que el agua solubiliza y arrastra de las capas superiores.
4. Horizonte R o roca madre: Formado por la roca a partir de la cual se formó el suelo, si este es autóctono (formado en el mismo lugar); o sobre la roca encima de la cual se depositaron los sedimentos arrastrados de otras regiones (suelo alóctono o transportado).
Para el estudio de los suelos del Paraguay debemos remitirnos a su geología y litología, pues los suelos que lo constituyen son residuales de las rocas madres que lo forman.
En las planicies aluviales de los ríos Paraguay y Paraná se encuentran los suelos arenosos y limosos de origen aluvial, formados en las cuencas de inundación de dichos cursos hídricos.
En el centro de la región Oriental encontramos suelos con características especiales, entre los que podemos citar a los podsólicos rojo-amarillos. Estos suelos derivan de areniscas, y su área de extensión está comprendida por los distritos de Luque, Capiatá, Areguá, Itauguá, San Lorenzo, Ypacaraí, Yaguarón, Pirayú y Paraguarí.
Son suelos bien desarrollados con bajo contenido de materia orgánica. En el sector sur, sureste y este del cerro Caacupé, Altos, Tobatí, Piribebuy, se manifiestan litosoles de arenisca. Son iguales que los anteriores, sin embargo, mantienen una vegetación arbustiva casi permanente.
En la planicie de la cuenca del lago Ypacaraí se encuentran suelos desarrollados o en desarrollo sobre materiales sedimentarios variados en tipos y edad, siendo del terciario-cuaternario como arenas, limos y arcillas con la presencia de materia orgánica.
Los planosoles se encuentran en áreas de poca extensión, dentro de la zona de planicie donde se ha acumulado materiales sedimentarios arcilloso-limosos. Son suelos que tienen perfil desarrollado con horizonte A, que varían de francoarenoso claro a oscuro; y horizonte B, arcilloso con baja permeabilidad. La vegetación natural de estos suelos son las gramíneas como pasto y pajonales. Es abundante en las márgenes del río Paraguay.
Los suelos típicos de Alto Paraná y Canendiyú son los lateríticos, de color rojo oscuro, arcilloso, ricos en hidróxido de aluminio y hierro.
En el norte, en las cercanías de los ríos Paraguay y Apa, abundan los residuales areno-arcillosos.
La característica principal de los suelos del Chaco es la gran uniformidad del terreno, teniendo cuenta el origen, que son de fines del terciario medio y comienzos del cuaternario, provenientes de la cuenca andina con formaciones areno-arcillosas de color gris, impermeables y compactos (evitando la penetración del agua) y con muchas sales.