Oportuna reflexión de la Iglesia sobre la familia

Oportuna reflexión de la Iglesia sobre la familia.

Este artículo tiene 13 años de antigüedad
Necesaria y oportuna es la reflexión realizada por los obispos de nuestro país en la carta pastoral "La familia, patrimonio de nuestro pueblo y fundamento del nuevo Paraguay", presentada ayer en el primer día del novenario dedicado a la Virgen de los Milagros de Caacupé. Hoy más que nunca urge proteger a la célula fundamental de nuestra sociedad, sin la cual ningún proyecto de crecimiento y prosperidad personal ni nacional puede ser concebido ni implementado. La crisis de la familia es el caldo de cultivo en el que se ceban todos los males que actualmente nos aquejan. De allí la importancia de que la Iglesia Católica dedique el presente novenario a este tema.Necesaria y oportuna es la reflexión realizada por los obispos de nuestro país en la carta pastoral "La familia, patrimonio de nuestro pueblo y fundamento del nuevo Paraguay", presentada ayer en el primer día del novenario dedicado a la Virgen de los Milagros de Caacupé. Hoy más que nunca urge proteger a la célula fundamental de nuestra sociedad, sin la cual ningún proyecto de crecimiento y prosperidad personal ni nacional puede ser concebido ni implementado.

Recogiendo un principio básico de la herencia cultural cristiana de nuestro proceso de formación histórica, la Constitución Nacional consagra todo el Capítulo IV a los "Derechos de la familia". Así, en su artículo 49 declara que: "La familia es el fundamento de la sociedad. Se promoverá y se garantizará su protección integral".   

En los artículos subsiguientes avanza en temas de crucial importancia, como la obligación de garantizar los derechos del niño, el ejercicio de la maternidad y la paternidad responsables, la lucha contra la violencia doméstica, la preservación del "bien de familia" –integrado por la vivienda, los muebles y elementos de trabajo–, así como la planificación familiar y la salud maternoinfantil.   

Al establecer este marco legal tan específico, está claro que lo que la Constitución Nacional busca preservar por sobre todas las cosas es el núcleo fundamental de la sociedad que es la familia, fortaleciéndola y evitando por todos los medios posibles su disgregación. ¿Por qué razón? Porque sin familia estable, sólida y segura es imposible que se pueda construir un país viable, justo y próspero.   

Es un dato de la realidad fácilmente contrastable que gran parte de los problemas que afectan a nuestra sociedad en el presente se originan en un progresivo debilitamiento del núcleo familiar, el cual, atacado en sus fundamentos desde los sectores más diversos, está comenzando a dar señales de alarmante fractura.   

La incidencia de este fenómeno en los diferentes aspectos de la vida pública es innegable. ¿Dónde debe encontrarse, por ejemplo, la explicación última de la severa crisis de seguridad pública que atraviesa el Paraguay? En la crisis de la familia. En la incapacidad de los padres para transmitir a sus hijos los principios que tradicionalmente mantuvieron cohesionada a nuestra sociedad, como la alta estima por el valor de la vida, de la superación personal por la vía de la preparación y el conocimiento, del trabajo digno, del respeto a la propiedad ajena, entre otros aspectos esenciales de toda convivencia civilizada.   

Porque la familia se desintegra y se desune es que cunde entre los niños el desamparo y entre los adolescentes la confusión que deriva tantas veces en un manejo desconsiderado e imprudente hacia sus propios cuerpos, en las adicciones de todo tipo, tanto con alcohol como con sustancias sicotrópicas y estupefacientes, en embarazos precoces y en abortos.   

Basta mirar a nuestro alrededor cada fin de semana, y sobre todo ahora que está por comenzar la etapa estival, para percibir el desenfreno y el descontrol que imperan en los sectores más jóvenes y, por ende, vulnerables de nuestro país. Los excesos afectan por igual a los diferentes estratos sociales. El excesivo consumo de bebidas alcohólicas cunde tanto en las fiestas de los barrios marginales como en las discotecas más exclusivas de San Bernardino. ¿Por qué sucede ello? Porque para gran parte de las muchachas y muchachos que participan en ellas las cosas en casa no andan bien.   

La crisis de la familia es el caldo de cultivo en el que se ceban todos los males que actualmente nos aquejan. Las más de las veces, ella es generada por un consumismo desenfrenado en el que el valor de las cosas materiales adquiere una dimensión absolutamente desproporcionada en desmedro de la consideración del perfil humano y espiritual de la existencia.   

Por este motivo, entre otros muchos, es que la medicina debe ser aplicada allí donde la infección es más profunda y sus consecuencias, por lo tanto, más visibles y peligrosas.   

De allí la importancia de que una institución de gran raigambre popular y con enorme incidencia en la formación histórica y cultural de la nación, como es la Iglesia Católica, dedique el presente novenario de la Virgen de Caacupé a reflexionar sobre el rol destacadísimo que la familia tiene en nuestra sociedad, animando a la multitud de fieles que por estos días se acercarán a la villa serrana a meditar sobre el imprescindible e irrenunciable trabajo de construir familias sólidas, e instándolos a reconocer que el futuro de la patria se decide, hoy como ayer, en el ámbito doméstico.
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