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Las 35 familias de esta etnia ingresarán US$ 300.000 con la cosecha de 95 hectáreas de maíz y 120 de soja. Un enviado especial de nuestro diario captó ayer esta gráfica, en que se ve a un aché en la tarea de cosecha de soja, en uno de los campos que poseen en la zona. PUERTO BARRA, Alto Paraná (Víctor Pizzurno, enviado especial). Una media de 3.500 kilogramos por hectárea obtuvieron los indígenas Aché de Puerto Barra de las 120 hectáreas de soja que cultivaron en la presente zafra. A su vez, en sus 95 hectáreas de maíz lograron una productividad de 6.500 kilogramos por hectárea, según los datos proporcionados por el líder juvenil José Anegui en el acto de clausura desarrollado ayer.
Pero la historia del éxito actual de los Aché de Puerto Barra se remonta a, por lo menos, 35 años atrás, cuando de la mano de una familia evangélica, los Fostervold, los nativos decidieron salir del monte en busca de la supervivencia con la agricultura, primero manual; luego con tracción a sangre, y hoy tractorizada, con la asistencia técnica de gremios y cooperativas agrícolas.
Hábito silvícolas
No obstante, nunca abandonaron sus costumbres silvícolas debido a que forman parte de sus ritos religiosos, que practican en cerca de 600 hectáreas de reserva forestal que conservan.
Esta comunidad Aché está compuesta por 156 personas, de las cuales 21 son sobrevivientes de los 28 que hace 35 años abandonaron la vida netamente silvícola.
La propiedad de los nativos abarca unas 850 hectáreas, de las cuales 240 son parcelas mecanizadas, destinadas al cultivo de soja y maíz; 20 hectáreas para rubros de autoconsumo tales como mandioca, batata, maní, poroto y hortalizas. Igualmente, tienen áreas de pastoreo para unas 40 vacas lecheras de la raza Holando.
El sistema productivo de estos Aché incluye la cría de unos 120 ejemplares porcinos de razas mejoradas, cerca de 500 aves, entre gallinas y patos.
Unas siete piletas para la cría de tilapia forman parte la diversificada actividad productiva que practica esta ejemplar comunidad de nativos.
De acuerdo con los datos, unos 80 son los nativos que trabajan en la producción de los diversos rubros, tienen tres tractores propios, las cosechadoras alquilan para levantar zafra, según dijo José Anegui.
Por otra parte, el pastor Bjarne Rolf Fostervold y su esposa, Rosalva la supervisora educativa de los Aché, son los que vienen acompañando a la comunidad con notable dedicación.
Sesenta alumnos
Según la señora Fostervold, la escuela de la aldea cuenta con 60 alumnos de primaria, mientras que 14 son los nativos que cursan la educación secundaria, y 4 reciben educación universitaria en Naranjal y Minga Guazú.
La Unión de Gremios de la Producción financia parte de la educación y capacitación técnica de varios miembros de los Aché de Puerto Barra.
Los vecinos Loro y Schafer, a través de una empresa agropecuaria, asesoran para la comercialización de los granos a los Aché.
El desafío es que, en el futuro, los propios nativos sean totalmente independientes en los trabajos agrícolas y de comecialización; en eso están enfocados los programas de capacitación y asistencia por parte de la UGP y de la Cooperativa Naranjal, entre otros.
Pero la historia del éxito actual de los Aché de Puerto Barra se remonta a, por lo menos, 35 años atrás, cuando de la mano de una familia evangélica, los Fostervold, los nativos decidieron salir del monte en busca de la supervivencia con la agricultura, primero manual; luego con tracción a sangre, y hoy tractorizada, con la asistencia técnica de gremios y cooperativas agrícolas.
Hábito silvícolas
No obstante, nunca abandonaron sus costumbres silvícolas debido a que forman parte de sus ritos religiosos, que practican en cerca de 600 hectáreas de reserva forestal que conservan.
Esta comunidad Aché está compuesta por 156 personas, de las cuales 21 son sobrevivientes de los 28 que hace 35 años abandonaron la vida netamente silvícola.
La propiedad de los nativos abarca unas 850 hectáreas, de las cuales 240 son parcelas mecanizadas, destinadas al cultivo de soja y maíz; 20 hectáreas para rubros de autoconsumo tales como mandioca, batata, maní, poroto y hortalizas. Igualmente, tienen áreas de pastoreo para unas 40 vacas lecheras de la raza Holando.
El sistema productivo de estos Aché incluye la cría de unos 120 ejemplares porcinos de razas mejoradas, cerca de 500 aves, entre gallinas y patos.
Unas siete piletas para la cría de tilapia forman parte la diversificada actividad productiva que practica esta ejemplar comunidad de nativos.
De acuerdo con los datos, unos 80 son los nativos que trabajan en la producción de los diversos rubros, tienen tres tractores propios, las cosechadoras alquilan para levantar zafra, según dijo José Anegui.
Por otra parte, el pastor Bjarne Rolf Fostervold y su esposa, Rosalva la supervisora educativa de los Aché, son los que vienen acompañando a la comunidad con notable dedicación.
Sesenta alumnos
Según la señora Fostervold, la escuela de la aldea cuenta con 60 alumnos de primaria, mientras que 14 son los nativos que cursan la educación secundaria, y 4 reciben educación universitaria en Naranjal y Minga Guazú.
La Unión de Gremios de la Producción financia parte de la educación y capacitación técnica de varios miembros de los Aché de Puerto Barra.
Los vecinos Loro y Schafer, a través de una empresa agropecuaria, asesoran para la comercialización de los granos a los Aché.
El desafío es que, en el futuro, los propios nativos sean totalmente independientes en los trabajos agrícolas y de comecialización; en eso están enfocados los programas de capacitación y asistencia por parte de la UGP y de la Cooperativa Naranjal, entre otros.