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Dinámica de grupo
Se ocupa de la autoridad y de la influencia del profesor en el aula y cómo esto puede crear las condiciones propicias para un trabajo eficiente.
En este modelo, la disciplina no está separada de la enseñanza, sino que forma parte del proceso didáctico. La mala conducta se afronta por medio de instrucciones, explicaciones, clasificaciones, correcciones de errores, pistas y otros procedimientos. Es necesaria la vigilancia simultánea. O sea, atender dos o varias cosas al mismo tiempo.
Tanto el modelo psicodinámico como el de dinámica de grupos se refieren a situaciones emergentes y también al desarrollo personal y social.
Una situación emergente es, por ejemplo, la falta de atención por parte del alumno. En cambio, el adiestramiento es un modelo establecido en el cual se hace servir la repetición y el ejemplo para inculcar a los alumnos hábitos y normas aceptadas a fin de corregir la mala conducta.
Modelo ecológico
Se centra en la interacción de diferentes fuerzas que actúan sobre el comportamiento del individuo. Se consideran los problemas de indisciplina como el producto de una interacción alterada ante el alumno y su entorno. Se debe canalizar el contexto en que aparecen los comportamientos disruptivos antes de tomar decisiones sobre su tratamiento.
Los trabajos de Sonmer(1967) ponen de manifiesto que la participación de los alumnos en clase guarda relación con el asiento que ocupan, ya que se observa más participación entre los alumnos que están en las primeras filas que en la de las últimas, así como entre los alumnos de la zona central de la clase en relación a sus compañeros de los lados. Esta perspectiva pretende incidir sobre los comportamientos de indisciplina en la clase especialmente los que se refieren a falta de atención, no realización de tareas asignadas, falta de participación en los grupos de trabajo y discusión, etc., mediante la utilización adecuada del espacio de clase, teniendo en cuenta que no existe una única disposición ideal de este espacio, sino que en función de los objetivos y propósitos de la introducción, se tendrá que ir modificando dicho espacio dándole la distribución más adecuada en cada caso. También se debe reconsiderar la cuestión de las recompensas y una política de actuación mas asistemática.
Algunos autores apoyan las clases especiales o el agrupamiento de los alumnos con problemas de comportamiento, a fin de crear las condiciones ambientales y sociales que se consideran óptimas para el tratamiento de la indisciplina.
Tras un estudio se observa los efectos terapéuticos del agrupamiento en clases especiales con niños de comportamiento agresivo. Los resultados corroboran la hipótesis de que las clases especiales favorecen ampliamente la educación y la socialización de los alumnos con problemas de comportamiento.
En este modelo, la disciplina no está separada de la enseñanza, sino que forma parte del proceso didáctico. La mala conducta se afronta por medio de instrucciones, explicaciones, clasificaciones, correcciones de errores, pistas y otros procedimientos. Es necesaria la vigilancia simultánea. O sea, atender dos o varias cosas al mismo tiempo.
Tanto el modelo psicodinámico como el de dinámica de grupos se refieren a situaciones emergentes y también al desarrollo personal y social.
Una situación emergente es, por ejemplo, la falta de atención por parte del alumno. En cambio, el adiestramiento es un modelo establecido en el cual se hace servir la repetición y el ejemplo para inculcar a los alumnos hábitos y normas aceptadas a fin de corregir la mala conducta.
Modelo ecológico
Se centra en la interacción de diferentes fuerzas que actúan sobre el comportamiento del individuo. Se consideran los problemas de indisciplina como el producto de una interacción alterada ante el alumno y su entorno. Se debe canalizar el contexto en que aparecen los comportamientos disruptivos antes de tomar decisiones sobre su tratamiento.
Los trabajos de Sonmer(1967) ponen de manifiesto que la participación de los alumnos en clase guarda relación con el asiento que ocupan, ya que se observa más participación entre los alumnos que están en las primeras filas que en la de las últimas, así como entre los alumnos de la zona central de la clase en relación a sus compañeros de los lados. Esta perspectiva pretende incidir sobre los comportamientos de indisciplina en la clase especialmente los que se refieren a falta de atención, no realización de tareas asignadas, falta de participación en los grupos de trabajo y discusión, etc., mediante la utilización adecuada del espacio de clase, teniendo en cuenta que no existe una única disposición ideal de este espacio, sino que en función de los objetivos y propósitos de la introducción, se tendrá que ir modificando dicho espacio dándole la distribución más adecuada en cada caso. También se debe reconsiderar la cuestión de las recompensas y una política de actuación mas asistemática.
Algunos autores apoyan las clases especiales o el agrupamiento de los alumnos con problemas de comportamiento, a fin de crear las condiciones ambientales y sociales que se consideran óptimas para el tratamiento de la indisciplina.
Tras un estudio se observa los efectos terapéuticos del agrupamiento en clases especiales con niños de comportamiento agresivo. Los resultados corroboran la hipótesis de que las clases especiales favorecen ampliamente la educación y la socialización de los alumnos con problemas de comportamiento.