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Animados por esta frase y el sentimiento de amor hacia lo nuestro, de conocer lo que tenemos como riqueza en la tierra paraguaya, un grupo de jóvenes emprendimos el viaje hasta el mencionado sitio; por el camino fuimos encontrando señalizaciones que nos permitieron llegar perfectamente, señal de que alguien o alguna institución estaba haciendo bien los deberes, cosa que en nuestro país es aún una novedad.Lo que no imaginábamos hasta experimentarlo fue que una vez recorridos los varios kilómetros, ya a la vista el espejo de agua y la emoción de verlo de cerca nos encontraríamos con un insuperable obstáculo.
Sorpresa, se llega a una casa particular donde un improvisado cartel indica los precios de aparcamiento de vehículos: motos 1.000, autos 6.000, allí la dueña de casa no sonreirá hasta que le dejes claro que pagarás por cada información que solicites, ella tiene el número de teléfono del pasero amigo, hay dos paseros y al parecer el otro no es tan amigo. Pero lo más decepcionante es que el servicio precisado depende única y exclusivamente del humor de cada uno. Llamamos al número indicado y la respuesta fue: "Ha ndaipóri mbaeve hína este día". Preguntado si podrá brindar la tan anhelada travesía en su cachiveo dijo: "Ha otro díana, este día ndahamoãi pombohasa". Luego de varios intentos conseguimos el número del otro pasero. Solicitamos nuevamente, con toda amabilidad: "Ha pereko pio la plata, entre mboy piko peime, pejéna umi upepeguápe tapenembohasa". Conclusión: volver desde allí sin poder cumplir con el objetivo.
Por otro lado, siempre se ha escuchado mencionar la belleza del lago Ypoa, lastimosamente a cualquier paraguayo le resulta mucho más fácil visitar y disfrutar de un sitio turístico en el extranjero porque en nuestro país nadie se ha ocupado de facilitar ni caminos, ni control de calidad de los servicios, ni precios: se supone que un turismo interno debería ser menos costoso en todos los sentidos, pero no es así. Es una pena que las mejores cosas de nuestro país estén en manos de gente sin preparación. Todo un ejemplo para los jóvenes que amamos lo nuestro a pesar de todo.
Blanca María Belén Peralta
Sorpresa, se llega a una casa particular donde un improvisado cartel indica los precios de aparcamiento de vehículos: motos 1.000, autos 6.000, allí la dueña de casa no sonreirá hasta que le dejes claro que pagarás por cada información que solicites, ella tiene el número de teléfono del pasero amigo, hay dos paseros y al parecer el otro no es tan amigo. Pero lo más decepcionante es que el servicio precisado depende única y exclusivamente del humor de cada uno. Llamamos al número indicado y la respuesta fue: "Ha ndaipóri mbaeve hína este día". Preguntado si podrá brindar la tan anhelada travesía en su cachiveo dijo: "Ha otro díana, este día ndahamoãi pombohasa". Luego de varios intentos conseguimos el número del otro pasero. Solicitamos nuevamente, con toda amabilidad: "Ha pereko pio la plata, entre mboy piko peime, pejéna umi upepeguápe tapenembohasa". Conclusión: volver desde allí sin poder cumplir con el objetivo.
Por otro lado, siempre se ha escuchado mencionar la belleza del lago Ypoa, lastimosamente a cualquier paraguayo le resulta mucho más fácil visitar y disfrutar de un sitio turístico en el extranjero porque en nuestro país nadie se ha ocupado de facilitar ni caminos, ni control de calidad de los servicios, ni precios: se supone que un turismo interno debería ser menos costoso en todos los sentidos, pero no es así. Es una pena que las mejores cosas de nuestro país estén en manos de gente sin preparación. Todo un ejemplo para los jóvenes que amamos lo nuestro a pesar de todo.
Blanca María Belén Peralta