Mi hijo no quiere comer

Profesionales en psicología aseguran que la anorexia infantil se presenta en un 8% en niños que están por cumplir los 10 años, es frecuente en hermanos o hijos de personas anoréxicas u obesas, de padres muy exigentes, perfeccionistas y en niños modelos. En la actualidad, la anorexia ya no es un drama exclusivo del sexo femenino, también lo sufren los varones.Según estudios de las psicólogas clínicas Adriana Lesme y Mónica Flores, "la anorexia infantil es un trastorno de la alimentación que consiste en el rechazo rotundo del niño a la comida, aunque tenga apetito, y una pérdida de peso muy notoria; es un síntoma extraordinariamente frecuente en la adolescencia, aunque cada día aparecen más casos de anorexia en niños de entre 7 a 11 años, lo cual ha sido objeto de investigaciones científicas".

El comer significa varias cosas: alimentarse, satisfacción, relación con los demás, etc. Es un acto social cuya finalidad última es crecer.

Es importante considerar que la alimentación en sí no se reduce a la extinción del hambre, sino que además marca los patrones de relación del individuo, y es el eje de interacción más temprano que experimenta el ser humano.

Se puede observar que el recién nacido está dotado de la capacidad de succionar y el ritmo de su alimentación está estrechamente ligado al sueño. El bebé despierta cuando siente hambre y duerme luego de estar saciado.

Hasta el segundo mes de vida, busca la comida cuando tiene hambre. Durante el amamantamiento, el bebé fija la mirada en los ojos maternos, creando un diálogo con la madre. El destete se realiza generalmente alrededor de los seis meses; es un momento muy importante para el niño y la madre, ya que por un lado, el niño experimenta un cambio brusco en la alimentación. Al mismo tiempo, las madres ansiosas por el destete pueden transmitir esa ansiedad a los bebés.

A los dos y tres años disminuye el apetito, mientras aumenta la velocidad de crecimiento. Aparecen las actitudes oposicionistas, las comidas preferidas y los berrinches. "A los siete u ocho años, ya comienza una preocupación por la imagen; a los nueve años, los niños tienden a asociar la imagen de la delgadez como sinónimo de popularidad (ocurre más en las niñas que en los niños)", manifestó la psicóloga Adriana Flores.

Los niños que suelen ser perfeccionistas y poseen baja autoestima comienzan a obsesionarse con el peso y son muy influenciables a los comentarios de amigos o familiares, se vuelven nerviosos y muy agitados, haciéndose más vulnerables a presentar los síntomas de la anorexia.

Sin embargo, este tipo de trastorno no siempre está relacionado con la pérdida de hambre o preocupación por el peso, ya que puede presentarse en niños que se han alimentado con normalidad hasta entonces. El rechazo a comer puede consistir desde un elegir caprichosamente los alimentos hasta un rechazo al ambiente familiar que impone ciertas normas rígidas a la hora de las comidas (horario, cantidad de alimento que se debe comer, normas de comportamiento, etc.).

Otros factores que pueden incidir en la aparición de la anorexia infantil pueden estar relacionados con el ámbito donde se lleva a cabo la comida, que puede resultar desagradable, como discusiones familiares recurrentes en la mesa.

Durante su proceso de desarrollo, el niño irá enfrentándose a nuevas situaciones ante las cuales tendrá que ir adaptándose, y es durante esa adaptación cuando irán manifestándose ciertos rasgos que pueden ser pasajeros o duraderos, normales o no.

Se debe tener en cuenta entonces la relación que existe entre el niño que no quiere comer y la persona encargada de su alimentación (padres, niñera, encargados, etc.), ya que se ha comprobado que muchos niños anoréxicos comen normalmente cuando están con otras personas o en la escuela.

La profesional clínica Mónica Flores aseguró que, en términos generales, es posible que el niño anoréxico se comporte de esta forma, pues es la manera que encuentra para manifestar su personalidad en oposición al adulto, rechazando las pautas rígidas impuestas, cuando en realidad busca afecto, ya que muchas veces son los mismos adultos que, preocupados por la alimentación, insisten para que coman, en vez de darle al niño el cariño y la protección que reclama, estableciéndose así un círculo vicioso.

Esto demuestra que la anorexia tiene un sentido como forma de diálogo o comunicación con la persona que lo alimenta; es por eso que se hace necesario modificar la relación entre el niño y las personas implicadas en su alimentación, objetivo que puede ser logrado con la ayuda de especialistas.

La anorexia infantil no es un síntoma ni hay que tratarla sin antes considerar al detalle todo lo referente a su manera de comer: las condiciones en que se efectúa, horarios y números de comida, cantidad de comida, ambiente en que se ha de comer.

Por: Laura Ciotti - lciotti@abc.com.py
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