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A medida que sus argumentos comienzan a verse debilitados por consistentes refutaciones técnicas y de sentido común, los técnicos del MOPC responsables de la implementación del Metrobús echan mano de fútiles excusas para justificar este cuestionado plan del transporte público de pasajeros movido por tierra a gasoíl. La más rebuscada de todas, pero con la que pretenden influenciar sicológicamente en la opinión pública, es que llevar a la práctica su diseño es "mejor que no hacer nada", porque de lo contrario el tránsito en Asunción continuará siendo caótico. Mal que les pese a muchos, es preciso ser francos y no engañar a la opinión pública: el Metrobús no es la solución a los problemas del transporte público de pasajeros en el Paraguay.A medida que sus argumentos comienzan a verse debilitados por consistentes refutaciones técnicas y de sentido común, los técnicos del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) responsables de la implementación del Metrobús echan mano de fútiles excusas para justificar este cuestionado plan del transporte público de pasajeros movido por tierra a gasoíl. La más rebuscada de todas, pero con la que pretenden influenciar sicológicamente en la opinión pública, es que llevar a la práctica su diseño es "mejor que no hacer nada", porque de lo contrario el tránsito en Asunción continuará siendo caótico. Con este pretexto intentan vanamente disimular su propia corta visión.
De acuerdo con esta concepción parcial de las cosas, da la impresión de que se busca aceptar nuestra triste condición de país subdesarrollado. Es como si los paraguayos tuviéramos que estar condenados a conformarnos con el "vaivai", con la cosa mal hecha, la chapuza perpetua, porque "así nomás luego es", porque somos un pueblo pobre, con escasos recursos y, entonces, tenemos que renunciar definitivamente a aspirar a lo óptimo, porque lo que nos merecemos es el mamarracho o la copia barata de alguna gran obra que otra nación, supuestamente más capaz que la nuestra, realiza.
Estos son los argumentos de los fracasados. Sin embargo, otros son los conceptos que inspiran nuestro pensamiento. ¿Acaso los paraguayos no podemos ambicionar a que en nuestro país las cosas se hagan mejor? ¿Que se tenga visión de largo plazo y se ejecuten proyectos a futuro para que las siguientes generaciones les saquen provecho y se sientan orgullosas del legado de sus antepasados?
Lamentablemente, aún en el Paraguay del hipotético "cambio" siguen abundando los personajes, políticos de todo pelaje, diplomáticos, empresarios, sindicalistas, académicos y técnicos que son devotos de la religión del "No se puede", eternos militantes de la causa de la pusilanimidad y el pesimismo.
En el caso del Metrobús sobran los argumentos que demuestran las limitaciones del plan, las dificultades y el perjuicio que representará para el tránsito vehicular y la seguridad de los usuarios y peatones. Uno de ellos, tal vez el más contundente, es que confiscará un precioso espacio en calles y avenidas, fundamentalmente en Eusebio Ayala, justamente cuando en Asunción lo que falta y, por ende, más debería ser protegida y economizada, es la superficie terrestre. Para el Metrobús, tranquilamente confiscan nada menos que ¡dos vías de la Avda. Eusebio Ayala!
Otra fundamentación, no menos elocuente y significativa, es que el Paraguay es uno de los productores de energía eléctrica más importante del mundo. Sin embargo, los proyectistas del Metrobús insólitamente concibieron un medio de transporte movido a gasoíl, un derivado del petróleo altamente contaminante y que los paraguayos debemos importar de otros países, especialmente de Venezuela, a un costo cada vez más alto.
Es para preguntarse, ¿por qué no pensaron también en el estudio de un proyecto de un monorriel elevado a tracción eléctrica? Este medio de transporte tiene la virtud de solucionar por completo los dos factores mencionados anteriormente, economía de espacio y utilización de un producto no contaminante que nosotros mismos producimos. Además, a diferencia del Metrobús que tiene una proyección de corto o mediano plazo, tendrá una vigencia de 40 a 50 años, ¡incluso nuestros nietos se seguirán beneficiando de él!
Las propias autoridades y técnicos del MOPC confiesan cándidamente su miopía en esta materia cuando admiten que el Metrobús que ellos pretenden implementar ahora podrá ser modificado "en el futuro", adaptándolo a un sistema de tracción eléctrica. Pero si ya están pensando en transformar el proyecto original desde el vamos, ¿por qué no se ocupan de hacer algo definitivo desde un comienzo? ¿Qué necesidad hay de generar costosas y molestas "adaptaciones" en el futuro, con todo lo que ello representa en términos de dinero e incomodidad para los usuarios?
Mal que les pese a muchos, es preciso ser francos y no engañar a la opinión pública: el Metrobús no es la solución a los problemas del transporte público de pasajeros en el Paraguay, ni mucho menos a la situación caótica que hoy por hoy presenta el tránsito vehicular en la capital de la República y el Área Metropolitana. Tiene demasiados puntos oscuros que saldrán a la luz ya cuando estemos embarcados en él y la cosa sea irreversible.
Es de esperar que los señores diputados interpreten esta realidad y, antes de aprobar el crédito del BID, exijan al Poder Ejecutivo realizar un estudio comparativo entre el Metrobús terrestre movido a gasoíl que pretenden imponernos, y un monorriel elevado movido a electricidad como el que existe en muchas ciudades del mundo, incluyendo lo que se refiere a los costos estimados, el origen de las máquinas y la financiación del proyecto. Para ello, deben analizarse con acierto todas las posibilidades favorables que posee nuestro país.
De acuerdo con esta concepción parcial de las cosas, da la impresión de que se busca aceptar nuestra triste condición de país subdesarrollado. Es como si los paraguayos tuviéramos que estar condenados a conformarnos con el "vaivai", con la cosa mal hecha, la chapuza perpetua, porque "así nomás luego es", porque somos un pueblo pobre, con escasos recursos y, entonces, tenemos que renunciar definitivamente a aspirar a lo óptimo, porque lo que nos merecemos es el mamarracho o la copia barata de alguna gran obra que otra nación, supuestamente más capaz que la nuestra, realiza.
Estos son los argumentos de los fracasados. Sin embargo, otros son los conceptos que inspiran nuestro pensamiento. ¿Acaso los paraguayos no podemos ambicionar a que en nuestro país las cosas se hagan mejor? ¿Que se tenga visión de largo plazo y se ejecuten proyectos a futuro para que las siguientes generaciones les saquen provecho y se sientan orgullosas del legado de sus antepasados?
Lamentablemente, aún en el Paraguay del hipotético "cambio" siguen abundando los personajes, políticos de todo pelaje, diplomáticos, empresarios, sindicalistas, académicos y técnicos que son devotos de la religión del "No se puede", eternos militantes de la causa de la pusilanimidad y el pesimismo.
En el caso del Metrobús sobran los argumentos que demuestran las limitaciones del plan, las dificultades y el perjuicio que representará para el tránsito vehicular y la seguridad de los usuarios y peatones. Uno de ellos, tal vez el más contundente, es que confiscará un precioso espacio en calles y avenidas, fundamentalmente en Eusebio Ayala, justamente cuando en Asunción lo que falta y, por ende, más debería ser protegida y economizada, es la superficie terrestre. Para el Metrobús, tranquilamente confiscan nada menos que ¡dos vías de la Avda. Eusebio Ayala!
Otra fundamentación, no menos elocuente y significativa, es que el Paraguay es uno de los productores de energía eléctrica más importante del mundo. Sin embargo, los proyectistas del Metrobús insólitamente concibieron un medio de transporte movido a gasoíl, un derivado del petróleo altamente contaminante y que los paraguayos debemos importar de otros países, especialmente de Venezuela, a un costo cada vez más alto.
Es para preguntarse, ¿por qué no pensaron también en el estudio de un proyecto de un monorriel elevado a tracción eléctrica? Este medio de transporte tiene la virtud de solucionar por completo los dos factores mencionados anteriormente, economía de espacio y utilización de un producto no contaminante que nosotros mismos producimos. Además, a diferencia del Metrobús que tiene una proyección de corto o mediano plazo, tendrá una vigencia de 40 a 50 años, ¡incluso nuestros nietos se seguirán beneficiando de él!
Las propias autoridades y técnicos del MOPC confiesan cándidamente su miopía en esta materia cuando admiten que el Metrobús que ellos pretenden implementar ahora podrá ser modificado "en el futuro", adaptándolo a un sistema de tracción eléctrica. Pero si ya están pensando en transformar el proyecto original desde el vamos, ¿por qué no se ocupan de hacer algo definitivo desde un comienzo? ¿Qué necesidad hay de generar costosas y molestas "adaptaciones" en el futuro, con todo lo que ello representa en términos de dinero e incomodidad para los usuarios?
Mal que les pese a muchos, es preciso ser francos y no engañar a la opinión pública: el Metrobús no es la solución a los problemas del transporte público de pasajeros en el Paraguay, ni mucho menos a la situación caótica que hoy por hoy presenta el tránsito vehicular en la capital de la República y el Área Metropolitana. Tiene demasiados puntos oscuros que saldrán a la luz ya cuando estemos embarcados en él y la cosa sea irreversible.
Es de esperar que los señores diputados interpreten esta realidad y, antes de aprobar el crédito del BID, exijan al Poder Ejecutivo realizar un estudio comparativo entre el Metrobús terrestre movido a gasoíl que pretenden imponernos, y un monorriel elevado movido a electricidad como el que existe en muchas ciudades del mundo, incluyendo lo que se refiere a los costos estimados, el origen de las máquinas y la financiación del proyecto. Para ello, deben analizarse con acierto todas las posibilidades favorables que posee nuestro país.