Mayo, mes de la Patria, de la Madre y de la Familia

Por una feliz coincidencia este año, festejamos en un mismo día, nada más y nada menos que tres fechas claves: Día de la Patria, Día de la Madre y el Día Internacional de las Familias.

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En nuestro editorial anterior nos referíamos a la fundamental importancia de alentar y estimular desde el aula el patriotismo entre nuestros futuros ciudadanos.

Hoy deseamos continuar dialogando sobre el mismo tema con nuestros apreciados colegas y amigos educadores y educadoras, tanto de aulas como de los hogares. Pero queremos ir un poco más, porque se suman la madre y la familia.

Indudablemente, entre las tres entidades hay una ligazón profunda que las hace tan caras a nuestros sentimientos.

Patria, Madre y Familia constituyen, acaso, la tríada básica, fundamental e insustituible para la realización social plena del ser humano en la sociedad.

Entonces, la educación no puede descuidar ni por un instante de centrar su atención en ellas.

Con seguridad, a la luz de estos eventos tan importantes es que el calendario escolar de todos los años pone énfasis sobre el mes de mayo; pero este año ese énfasis debe ser superlativo porque, además de recordar los tradicionales días de la patria y de la madre, las Naciones Unidas han instituido el mismo día 15 también como el Día Internacional de las Familias.

Tenemos, pues, suficiente motivación, argumento y respaldo para hacer de este mes un hito inolvidable en la vida estudiantil de nuestros niños, niñas y jóvenes.

Por supuesto, ningún adulto que ha tenido la suerte de frecuentar las aulas escolares o colegiales en sus años infantiles o juveniles puede olvidar este mes.

Lo lamentable es que así no ocurre con los recuerdos de la vida universitaria.

Pareciera que al llegar a la universidad, el ciudadano o futuro ciudadano se avergonzara de exteriorizar su sentimiento de amor a la patria. Incluso, y esto es más triste aún, muchos y muchas -quizá la mayoría- de los universitarios y universitarias dejan más de lado a su madre y, con más razón, a su padre y sus hermanos, es decir, a toda la familia, porque, aparentemente, encuentran “sustitutos/as” o ambientes “más apropiados” a su nuevo “status” que el que le ofrece la familia.

Es necesario revertir este despropósito. Porque jamás podrán ser sustituidas o superadas en la vida de las personas, ni la madre, ni la familia, ni la patria, por más que se avance en las ciencias y en las tecnologías y lleguemos a creernos semidioses.

Las autoridades universitarias deberían considerar este aspecto y volver a trabajar con esos valores también en las instituciones educativas llamadas “de altos estudios”.

Revalorizar en las universidades el amor a la patria es, sin dudas, un acto de patriotismo.

Reflexionar, aunque sea de vez en cuando con los universitarios y universitarias sobre los sagrados roles de la madre y la familia, nunca estará demás ni desacreditará su “nuevo status intelectual”.

Que nuestras acciones corregidas en este mayo nos reivindiquen como buenos paraguayos, excelentes hijos y mejores integrantes de nuestras familias, bases indiscutibles de la sociedad.
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