Cargando...
Veamos en qué consiste cada uno de estos trastornos y la forma de combatirlos.
El exhibicionismo
Al conducir, los exhibicionistas tratan de demostrar habilidades poco corrientes, con las cuales quieren llamar la atención de otras personas. Por ejemplo, conducir con una mano, manejar a altas velocidades, hacer ruido con bocinas, quitar el silenciador, etc. No debemos imitar a estos conductores; recordemos que los circos son para los payasos y las carreteras para los buenos conductores.
La temeridad
El conductor temerario es audaz, atrevido y se arriesga imprudente e irresponsablemente. También se encuentra con frecuencia esta característica en el comportamiento de los jóvenes. Tanto en jóvenes como en adultos esta actitud se acentúa por efecto del licor. Antes que conducir de esta pésima forma, debemos manejar con calma: Vale más perder un minuto en la vida, que la vida en un minuto.
La negligencia
La negligencia se presenta en los conductores descuidados, perezosos, quienes no revisan sus vehículos, no se concentran en la conducción y guían con descuido, olvidándose de las normas establecidas al respecto.
La cólera Un conductor colérico sufre una alteración en su conducta normal, se torna agresivo y peligroso, y se transforma en una máquina de muerte, cuando está apresurado y se encuentra con el paso cerrado por otros vehículos, o con espacios ajustados y difíciles. De esta manera, desacata las disposiciones de la ley y reglamentos, además de faltar respeto a la vida y el derecho ajeno. La cólera puede tener muchos orígenes, pero sin importar de dónde provengan, siempre causan problemas en la carretera.
La distracción
Cuantas veces estamos en la carretera, pero un simple pensamiento nos aleja de la carretera por fracciones de segundo; en esa fracción podría haber ocurrido un accidente. El conductor distraído puede estar pensando en problemas o compromisos económicos, o problemas personales o familiares, o del trabajo, los que constituyen una desviación en su foco de atención.
Estas son las reglas para mantener la atención:
- Cuando el vehículo está en movimiento, mantener los ojos también en movimiento. En la ciudad debe mirar cuando menos 100 metros adelante, en carretera debe tratar de abarcar 300 metros adelante.
- Es necesario tener una buena visión de la parte trasera del vehículo y a sus lados, para ello debe utilizarse el espejo retrovisor interior y los laterales.
- Los ojos deben estar moviéndose, pasando la mirada por el panel de instrumentos de medición a los espejos, así como sobre la carretera y la mirada abriéndose hacia los lados de la misma, tratando de descubrir cualquier señal de movimiento.
Distracciones al conducir: - Escuchar la radio.
- Buscar un cigarrillo.
- Conversar y mirar directamente al interlocutor.
- Buscar el encendedor.
- Contemplar el paisaje.
- Pensar en algo distinto a la conducción.
- Atender una puerta que se abre.
La ligereza
Esta actitud conduce a accidentes. El conductor ligero se caracteriza porque:
- No distingue las variantes que pueden haberse producido en el mismo tramo de carretera entre un momento y otro.
- No se adapta al medio. Conduce todos los días y a toda hora en igual forma.
- Tiene excesiva confianza en sí mismo y su vehículo.
La vanidad
Esta es otra actitud parecida a la anterior, y se distingue por:
- Desprecio por los demás conductores.
- Mira nada más los errores en los otros.
- No admite que lo adelanten.
- No acepta correcciones.
La susceptibilidad
El conductor susceptible es delicado, se molesta por cualquier cosa y su conducta se altera, convirtiéndose hasta en agresivo.
La agresividad
Proviene de un desorden de la conducta. Adelanta por la derecha, corta el paso, suena la bocina, hace señales insultantes, grita e insulta. Este tipo de conducta se presenta también cuando la persona ha tenido un disgusto en su hogar o en el trabajo, y descarga su ira contra otras personas.
El exhibicionismo
Al conducir, los exhibicionistas tratan de demostrar habilidades poco corrientes, con las cuales quieren llamar la atención de otras personas. Por ejemplo, conducir con una mano, manejar a altas velocidades, hacer ruido con bocinas, quitar el silenciador, etc. No debemos imitar a estos conductores; recordemos que los circos son para los payasos y las carreteras para los buenos conductores.
La temeridad
El conductor temerario es audaz, atrevido y se arriesga imprudente e irresponsablemente. También se encuentra con frecuencia esta característica en el comportamiento de los jóvenes. Tanto en jóvenes como en adultos esta actitud se acentúa por efecto del licor. Antes que conducir de esta pésima forma, debemos manejar con calma: Vale más perder un minuto en la vida, que la vida en un minuto.
La negligencia
La negligencia se presenta en los conductores descuidados, perezosos, quienes no revisan sus vehículos, no se concentran en la conducción y guían con descuido, olvidándose de las normas establecidas al respecto.
La cólera Un conductor colérico sufre una alteración en su conducta normal, se torna agresivo y peligroso, y se transforma en una máquina de muerte, cuando está apresurado y se encuentra con el paso cerrado por otros vehículos, o con espacios ajustados y difíciles. De esta manera, desacata las disposiciones de la ley y reglamentos, además de faltar respeto a la vida y el derecho ajeno. La cólera puede tener muchos orígenes, pero sin importar de dónde provengan, siempre causan problemas en la carretera.
La distracción
Cuantas veces estamos en la carretera, pero un simple pensamiento nos aleja de la carretera por fracciones de segundo; en esa fracción podría haber ocurrido un accidente. El conductor distraído puede estar pensando en problemas o compromisos económicos, o problemas personales o familiares, o del trabajo, los que constituyen una desviación en su foco de atención.
Estas son las reglas para mantener la atención:
- Cuando el vehículo está en movimiento, mantener los ojos también en movimiento. En la ciudad debe mirar cuando menos 100 metros adelante, en carretera debe tratar de abarcar 300 metros adelante.
- Es necesario tener una buena visión de la parte trasera del vehículo y a sus lados, para ello debe utilizarse el espejo retrovisor interior y los laterales.
- Los ojos deben estar moviéndose, pasando la mirada por el panel de instrumentos de medición a los espejos, así como sobre la carretera y la mirada abriéndose hacia los lados de la misma, tratando de descubrir cualquier señal de movimiento.
Distracciones al conducir: - Escuchar la radio.
- Buscar un cigarrillo.
- Conversar y mirar directamente al interlocutor.
- Buscar el encendedor.
- Contemplar el paisaje.
- Pensar en algo distinto a la conducción.
- Atender una puerta que se abre.
La ligereza
Esta actitud conduce a accidentes. El conductor ligero se caracteriza porque:
- No distingue las variantes que pueden haberse producido en el mismo tramo de carretera entre un momento y otro.
- No se adapta al medio. Conduce todos los días y a toda hora en igual forma.
- Tiene excesiva confianza en sí mismo y su vehículo.
La vanidad
Esta es otra actitud parecida a la anterior, y se distingue por:
- Desprecio por los demás conductores.
- Mira nada más los errores en los otros.
- No admite que lo adelanten.
- No acepta correcciones.
La susceptibilidad
El conductor susceptible es delicado, se molesta por cualquier cosa y su conducta se altera, convirtiéndose hasta en agresivo.
La agresividad
Proviene de un desorden de la conducta. Adelanta por la derecha, corta el paso, suena la bocina, hace señales insultantes, grita e insulta. Este tipo de conducta se presenta también cuando la persona ha tenido un disgusto en su hogar o en el trabajo, y descarga su ira contra otras personas.