Cargando...
El genio del Renacimiento también tuvo un revés culinario. Se podría decir que fue el primero en crear lo que hoy llamamos la "nouvelle cuisine", ingeniando platos primorosamente presentados con pequeñas porciones de comida, aunque fue incomprendido en su época.
El genio máximo de la humanidad tuvo también sus amarguras por la incomprensión y el rechazo del hombre mediocre a sus innovadoras ideas, sobre todo en materia de gastronomía. Leonardo di Ser Piero dAntonio nació el 15 de abril de 1452, en Vinci, un pueblo a mitad de camino entre Pisa y Florencia, hijo de un accidente amoroso entre el notario Ser Piero Fruosino dAntonio y una gentil dama de nombre Catarina. Fue una suerte para la humanidad que el recién nacido fuera reconocido y amado por sus padres. Al poco tiempo de su nacimiento, el padre se casó con una chica de dieciséis años; y la madre, con un repostero apodado Accattabriga (Antonio di Piero Buti del Vacca da Vinci). Este padrastro le inculcó la pasión por los dulces y la comida en general, y Leonardo se convirtió en un niño extremadamente gordo, "desaliñado, grosero y glotón", como lo describió su padre biológico.
En 1469 entró como aprendiz en el taller de escultura y pintura del maestro Verrocchio (Andrea di Michele di Cione, llamado El Verrocchio, 1435 - 1488, autor de la famosa estatua ecuestre de Bartolomeo Colleoni en Venecia), junto con otro futuro gran artista, Sandro Botticelli (Alessandro di Mariano dei Filipepi, llamado Sandro, 1445 - 1510, sus obras maestras fueron: El nacimiento de Venus, La primavera, Adoración de los magos, entre otras). Pero al maestro Verrocchio hay que pagarle y también vivir, así que en 1472 Leonardo consiguió trabajo como camarero de una taberna llamada "Los tres caracoles", en las proximidades del Ponte Vecchio de Francia. Misteriosamente, un año después, en plena primavera, todos los cocineros de la taberna mueren envenenados y Leonardo se hizo cargo de la cocina abandonando el taller de artes.
Con libertad de actuar y rebosando creatividad, pretende trasformar y refinar la cocina de la época con otra, más vistosa, decorativa, hecha de pequeñas porciones. Se podría decir que fue el primero en crear lo que hoy llamamos la "nouvelle cuisine", ingeniando platos primorosamente presentados con pequeñas porciones de comida sobre pedacitos tallados de polenta. Esto casi le cuesta la vida, ya que los clientes querían comer hasta hartarse y, con sus platos, creían que Da Vinci se estaba riendo de ellos al punto que un día incendiaron la taberna.
Leonardo abrió entonces con su amigo Botticelli, de forma improvisada, un local de comidas propio. El nombre elegido para su negocio era bastante raro, "La enseña de las tres ranas de Sandro y Leonardo", y la carta del restaurante más rara todavía. La dibujaron los dos cocineros-artistas y emplearon la complicada caligrafía de Da Vinci, de derecha a izquierda, para escribir las recomendaciones del día. Pero, sobre todo, lo más extraño era la comida que ofrecían a los comensales: nadie estaba dispuesto a pagar por unos miserables platos como una anchoíta salada sobre una rodaja de zanahoria en la inmensidad de una fuente. Botticelli pensó en dibujar varios platos, chivito hervido, riñoncitos de cordero, alcauciles, pepinos, zanahorias y ranas fritas, la especialidad de la casa. Pero su suerte estaba echada: tuvieron que cerrar y el gran genio pasó los siguientes tres años haciendo dibujos en el piso de las calles de Florencia, tocando el laúd y pasando la gorra
El genio máximo de la humanidad tuvo también sus amarguras por la incomprensión y el rechazo del hombre mediocre a sus innovadoras ideas, sobre todo en materia de gastronomía. Leonardo di Ser Piero dAntonio nació el 15 de abril de 1452, en Vinci, un pueblo a mitad de camino entre Pisa y Florencia, hijo de un accidente amoroso entre el notario Ser Piero Fruosino dAntonio y una gentil dama de nombre Catarina. Fue una suerte para la humanidad que el recién nacido fuera reconocido y amado por sus padres. Al poco tiempo de su nacimiento, el padre se casó con una chica de dieciséis años; y la madre, con un repostero apodado Accattabriga (Antonio di Piero Buti del Vacca da Vinci). Este padrastro le inculcó la pasión por los dulces y la comida en general, y Leonardo se convirtió en un niño extremadamente gordo, "desaliñado, grosero y glotón", como lo describió su padre biológico.
En 1469 entró como aprendiz en el taller de escultura y pintura del maestro Verrocchio (Andrea di Michele di Cione, llamado El Verrocchio, 1435 - 1488, autor de la famosa estatua ecuestre de Bartolomeo Colleoni en Venecia), junto con otro futuro gran artista, Sandro Botticelli (Alessandro di Mariano dei Filipepi, llamado Sandro, 1445 - 1510, sus obras maestras fueron: El nacimiento de Venus, La primavera, Adoración de los magos, entre otras). Pero al maestro Verrocchio hay que pagarle y también vivir, así que en 1472 Leonardo consiguió trabajo como camarero de una taberna llamada "Los tres caracoles", en las proximidades del Ponte Vecchio de Francia. Misteriosamente, un año después, en plena primavera, todos los cocineros de la taberna mueren envenenados y Leonardo se hizo cargo de la cocina abandonando el taller de artes.
Con libertad de actuar y rebosando creatividad, pretende trasformar y refinar la cocina de la época con otra, más vistosa, decorativa, hecha de pequeñas porciones. Se podría decir que fue el primero en crear lo que hoy llamamos la "nouvelle cuisine", ingeniando platos primorosamente presentados con pequeñas porciones de comida sobre pedacitos tallados de polenta. Esto casi le cuesta la vida, ya que los clientes querían comer hasta hartarse y, con sus platos, creían que Da Vinci se estaba riendo de ellos al punto que un día incendiaron la taberna.
Leonardo abrió entonces con su amigo Botticelli, de forma improvisada, un local de comidas propio. El nombre elegido para su negocio era bastante raro, "La enseña de las tres ranas de Sandro y Leonardo", y la carta del restaurante más rara todavía. La dibujaron los dos cocineros-artistas y emplearon la complicada caligrafía de Da Vinci, de derecha a izquierda, para escribir las recomendaciones del día. Pero, sobre todo, lo más extraño era la comida que ofrecían a los comensales: nadie estaba dispuesto a pagar por unos miserables platos como una anchoíta salada sobre una rodaja de zanahoria en la inmensidad de una fuente. Botticelli pensó en dibujar varios platos, chivito hervido, riñoncitos de cordero, alcauciles, pepinos, zanahorias y ranas fritas, la especialidad de la casa. Pero su suerte estaba echada: tuvieron que cerrar y el gran genio pasó los siguientes tres años haciendo dibujos en el piso de las calles de Florencia, tocando el laúd y pasando la gorra