Laboreo sostenible del suelo

Cargando...

El laboreo sostenible del suelo es una de las prácticas agronómicas claves que forman parte de los sistemas conservacionistas de producción agrícola y pecuaria, en donde el manejo del suelo se realiza de tal forma que se minimiza o evita su erosión y degradación; se mantiene la fertilidad; se mejora su estructura y se conserva la biodiversidad, en particular, la microflora y microfauna del suelo.

El suelo es un recurso natural renovable que tiene la capacidad de recuperarse siempre y cuando se trabaje en forma adecuada y sostenible. El suelo es conocido como un sistema vivo en el que habitan gran cantidad de seres como pequeños animales, insectos, microorganismos (hongos y bacterias) que hacen posible la vida y desarrollo de las plantas. Precisamente, la recuperación o regeneración del suelo, en condiciones naturales, se logra gracias a la acción de las plantas, los animales, y de los microorganismos que viven en el suelo mismo, y que proveen de la materia orgánica tan necesaria para la aireación, circulación del agua y mantenimiento de su estructura.

LA PREPARACIÓN INTENSIVA DEL SUELO
El laboreo tradicional del suelo se realiza mediante una o más aradas y rastreadas, con implementos movidos a tracción animal o mecánica, aunque también con herramientas manuales. Con el correr del tiempo, y sin la aplicación de las medidas culturales oportunas y adecuadas, estas prácticas convencionales de preparación provocan la degradación del suelo; y la disminución de su productividad, lo que lleva a su agotamiento y a menores rendimientos agrícolas y pecuarios, en el caso de la alimentación a campo de los animales. Con este sistema, los impactos negativos sobre el suelo y el ambiente son: Una pérdida de materia orgánica y de la fertilidad natural por efecto del suelo descubierto. Un incremento de los niveles de erosión. Un aumento de la liberación de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. Aumento del efecto invernadero. Pérdida de biodiversidad del suelo. Menores rendimientos por unidad de superficie. Menores beneficios para los pequeños productores, principalmente.

La situación se agrava si se realiza la quema de suelos, para eliminar malezas o para habilitar nuevas tierras de cultivo, por cuanto se destruye la microflora y microfauna del suelo, responsables de la vida misma de este recurso.

PREPARACIÓN SOSTENIBLE DEL SUELO
La labranza sostenible del suelo se basa en practicar un laboreo conservacionista o mínimo, incluso un laboreo cero del suelo, con lo cual se mantienen los niveles de fertilidad natural y de materia orgánica del mismo. Una variante de este enfoque es la cobertura del suelo con abonos verdes, lo cual favorece la estructura, fertilidad y actividad biológica del suelo, acompañada de la siembra directa como técnica de producción. El empleo de abonos verdes consiste en sembrar y establecer franjas de vegetación entre las hileras de los cultivos o de frutales y árboles, las que se cortan antes de que empiecen a competir con los cultivos, dejándose los rastrojos sobre el suelo. Esta capa que se siembra con abonos verdes y que después se entierra, crea y mantiene una cobertura vegetal, que actúa como conservadora de la humedad y como protectora contra la erosión. Aparte, la infiltración del agua es más fácil debido a la textura más porosa del suelo; a la vez la materia orgánica se descompone mejor por la acción de los microorganismos que encuentran condiciones más favorables para su actividad. Los beneficios de esta práctica para el productor y el ambiente son: Los nutrientes del suelo están más disponibles por las raíces de las plantas, ya que son transportados por el agua hacia la superficie del suelo. Mejora la calidad del suelo por el mantenimiento o aumento de los niveles de materia orgánica. Se reduce o evita la erosión de los suelos por efecto de los rastrojos de abonos verdes o cultivos que se mantienen sobre la superficie. Se eleva y mantiene mejor la humedad del suelo. Aumenta la capacidad de infiltración del agua por mejor textura y estructura del suelo. Se retiene el carbono en el suelo, lo que reduce su liberación a la atmósfera. Mejora la a productividad de los cultivos. Aumentan los ingresos para el pequeño agricultor. Se protegen los recursos naturales y el ambiente.

CONCLUSIÓN
Hoy día, urge la necesidad de sustituir las prácticas convencionales de preparación del suelo por otras que incluyan la labranza cero o mínima, acompañada de la cobertura vegetal y de la siembra directa.

Por esta razón, el pequeño productor agrícola y su familia deben conocer, aplicar y difundir con el apoyo de las instituciones comprometidas con el desarrollo del sector rural, esta técnica de uso racional del suelo, por los beneficios económicos, ambientales y sociales que genera, lo cual ayudará a consolidar un modelo familiar de producción sustentable para la presente y las generaciones futuras.

(*) Especialista en
Educación Rural.
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...